Estamos
a pocas horas de que se lleven a cabo las elecciones, federal,
estatal y municipales. En menos de una semana, quedará definido el
color del partido político que “gobernará” este país. Para el
caso del próximo gobernador de Chiapas, las elecciones solamente
serán de puro trámite, “para taparle el ojo al macho”; siempre
han estado visibles la mano y los pies, “convincentes”, de Juan
José Sabines Guerrero, antes y durante el proceso electoral. El
primero de julio sólo le servirá a Sabines para amarrar y
formalizar todo lo que ha venido conviniendo con el resto de
las “fuerzas” políticas, para imponer sucesor y solapador,
aunque sólo sea de manera inicial, temporal y con más riesgos que
seguridad. A Juan Sabines, al final, en el proceso sucesorio, no le
quedó de otra, le agarró la tarde, no supo prever
inteligentemente, se le achicó el juego, se quedó sin cartas, sus
verdaderas piezas no dieron cara y color, y al final, únicamente le
quedó “El Güero”, que no es del todo suyo, a quien terminó
por apostarle todo, en un acto de desesperación, urgencias y
angustias que algún día lamentará.
Las
elecciones del primero de julio en el municipio de San Cristóbal de
Las Casas, Chiapas, sólo serán útiles para “legitimar”, al
igual que para gobernador del estado, lo que ya previamente ordenó
el Ejecutivo Estatal. El próximo gobernador de Chiapas y presidente
municipal coleto, al igual que en todo el estado, por supuesto, no
surgirán de un proceso democrático a concluir con las votaciones
que vienen, no; ya están definidos y los dispuso Juan Sabines, el
que hasta hoy ha hecho y deshecho a placer desde el poder ejecutivo;
con los actores nacionales, con los poderes Legislativo y Judicial,
con los institutos políticos, con la clase empresarial, con casi
todos los medios de comunicación y con todos los que bien podrían
hacer mucho para limitar sus excesos, meterle freno y amarrarle pies
y manos a Sabines, a quien muy poco le falta para que le empiecen a
asomar, públicamente, sus malas decisiones, fracasos,
improvisaciones, debilidades, disparates, abusos y “pecados”,
que seguro “El Güero”, en su momento, alimentará
discretamente, dejará hacer y permitirá pasar, para desmarcarse y
tomar distancia prudente y productiva de Sabines.
Los
partidos políticos y los nombres y apellidos que surgirán con
posterioridad a las elecciones, quienes sean, nada bueno, de fondo e
impacto, garantizan al municipio de San Cristóbal de Las Casas,
Chiapas, y al pueblo mexicano, y menos beneficios aportarán, si
continúa la apatía y desorganización de los ciudadanos; la falta
de participación y compromiso permanente y profundo. Para el
municipio de San Cristóbal, ya se deja ver muy claro el Ayuntamiento
que se avecina; una mezcla absurda de colores, sabores, malos olores
y mañas que sólo garantizan cegueras, sorderas, falta de brújula,
negocios desde el poder, ocurrencias, torpezas y la continuación de
una muy miserable atención a las necesidades sociales. Si bien va,
el nuevo Ayuntamiento coleto, apenas si llegará a ser un regular
prestador de servicios públicos; nada de desarrollo y bienestar
social con fondo firme y macizo, de resultados trascendentes y amplio
horizonte.
Al
estado de Chiapas, otra vez, le espera un sexenio de maquillajes,
arreglos “faciales”, niñerías y frivolidades en el ejercicio
del poder, que sin exagerar, ya se verá, pondrán en grave riesgo la
relativa estabilidad y paz social de los chiapanecos, las que hoy se
encuentran acomodadas en una silla y mesa de dos patas, a la
intemperie, soportando excesos de sol, sereno, lluvias, frío y
calores. Esta situación algún día todos la habremos de lamentar y
más los que más tienen y disfrutan, sin esfuerzos. Al país, sea
quien fuere el próximo presidente, solamente le pueden esperar tres
escenarios: que todo continúe descomponiéndose en la misma
dirección y a mayor velocidad; que todo siga de forma parecida, pero
con “discreción”, menores ruidos y rezos; o que se intente
sacudir todo para que caiga lo podrido, pero únicamente para esperar
la nueva cosecha de frutos podridos, sin darse cuenta que lo que se
necesita es arrancar al árbol con todo y raíces, para sembrar uno
nuevo, plantado y cuidado entre todos.
La
próxima semana, a muchos en este país les volverá la
tranquilidad: a unos porque ya sabrán en qué posición colocarse
para poder seguir disfrutando de los beneficios de siempre; a otros,
se les clarificará el panorama adverso, ante el cual, ellos bien
saben les queda todavía el recurso de siempre, la entrega pactada
según sus fortalezas y capacidades para el regateo y los arreglos
obscuros y malolientes, los que les pueden permitir continuar
cogobernando y beneficiándose, aunque con límites y siempre
subordinados al ganador. Y a otros más, las mayorías, los millones
de empobrecidos y marginados de las áreas urbanas y rurales de
México, a ellos les volverá la “tranquilidad” que les han
arrebatado, porque cesarán los bombardeos y sus sonidos
ensordecedores, permanentes, desde todos los medios de comunicación,
que los partidos políticos emiten en su desesperación por tratar de
posicionar y vender a sus candidatos, los productos chatarra que
ellos presentan como originales, nuevos y hasta milagrosos.
En
cuestión de horas se conocerá formalmente a quienes habrán de
tomar las riendas del gobierno federal, estatal y municipal, de
Chiapas. Para los casos del Ejecutivo Federal y del Ayuntamiento
coleto, les arreciarán las preocupaciones y angustias, y respecto al
gobierno de la entidad, por ahora, a Sabines Guerrero ya se le verá
satisfecho, tranquilo y confiado, conteniéndose las ganas de gritar
como en su momento lo hacia el ex gobernador Pablo Salazar, el que
durante meses se la pasó soltando ¡Que venga el futuro!
Después del primero de julio, al gobernador Sabines se le observará
conducirse con la seguridad que le da el saber que el “Güero”
Velasco él lo adoptó, él lo dejó pasar, él lo “creció”, él
le acomodó todo para que pudiera subirse, pararse y desplazarse sin
apuros, sin sorpresas y con “rivales” de su medida. Contendientes
débiles en todos los aspectos, escasos de imaginación,
extremadamente limitados en ideas, vacios, muy pobres en
conocimientos y compromiso social; permanentemente dispuestos para la
comparsa, pero sobre todo, incondicionales a las órdenes del
gobernador Sabines, quien concibió, ordenó y opera una elección
con todo el poder del Estado, avasallando y sometiendo,
descaradamente, sin siquiera cuidar las formas más elementales,
necesarias en una relación responsable, respetuosa y civilizada de
gobierno y sociedad.
La
próxima semana, todo volverá a la “normalidad”. Continuarán,
más notoriamente, con mayor claridad y volumen, los fracasos del
gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, en lo económico, social y
político. En Chiapas, por todos los medios de comunicación al
alcance del gobierno del estado, seguirán y se multiplicarán los
auto reconocimientos y alabanzas -con facturas cargadas a los
recursos públicos-, al “excelente” gobierno y administración de
Sabines Guerrero; vendrán meses de inauguraciones, fiestas, cuentas
y cuentos alegres por todo Chiapas; la despedida de “Don Juan”
organizada por él mismo, el que a solas, desde el 2 de julio
empezará a ver y padecer cómo se le va diluyendo el poder, cómo
muchos, incluidos sus más cercanos, van tomando distancia de él y
sin pudor alguno, presentándose en condiciones indignas ante “El
Güero”, y que si bien les va, sólo los manoseará, los utilizará,
les hará creer, mientras él posiciona y consolida su propio equipo,
que como siempre sucede, el más cercano será de fuera y ajeno a
los intereses de Chiapas.
En
el caso del municipio de San Cristóbal de Las Casas, no hay ya mucho
qué decir; posterior al primero de julio, continuará hasta el
último minuto con su mal gobierno y empeorará la pésima
administración pública que ha caracterizado al Ayuntamiento de
Victoria Cecilia Flores Pérez. Incumplimientos, mentiras,
confrontaciones internas, soberbias, arrebatos, desorganización y
deshonestidades que a Flores Pérez, su síndico, algún regidor,
tesorero, director de obras públicas y oficial mayor, entre otros
“funcionarios”, bien pudiera conducirlos a prolongados meses de
insomnio o a algunos años en la cárcel.