En Chiapas, los
tres poderes del estado y los 122 ayuntamientos, están jugando. Si
revisamos con detenimiento y algo de sentido crítico, las funciones torales del
poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial, sus funciones sustantivas, las que le
dan razón de ser a cada uno, siempre concluiremos que están muy lejos de
cumplir con sus responsabilidades sociales. De igual manera, si analizamos
línea tras línea la normatividad que debe guiar, normar y regular la vida y
rumbo de los municipios chiapanecos, igualmente nos encontramos con que las
municipalidades se mueven extraviadas y sin rumbo desde hace muchos años, por
no decir desde siempre. Esto no quiere decir que en la historia del estado de
Chiapas no hayan existido gobernadores, titulares del poder Legislativo o
presidentes del poder Judicial, con chispazos de sabiduría o ideas
brillantes; los ha habido, pero con limitados chispazos que han
resultado pequeños e insuficientes para superar las pobrezas y los rezagos
históricos; ideas inteligentes de un calado y horizonte tan limitado, que ni se
han notado y mucho menos han contribuido decisivamente a remontar las
miserias y sufrimientos verdaderos, de
los habitantes de la entidad. Por el lado de los ayuntamientos de Chiapas, en
rigor, de nada o exageradamente poco, les han servido sus leyes y reglamentos
pensados para garantizar el cumplimiento
de sus funciones sociales; observan, piensan y ejercen sus derechos y obligaciones,
como hacendados del siglo XIX: de horca y cuchillo e incluyendo derecho de
pernada. Únicamente las malas costumbres, tradiciones y ambiciones
familiares, aunque parezca increíble, son la bujía y brújula que dan movimiento
y mal rumbo a las administraciones municipales. Ninguna escapa a este esquema,
ninguna autoridad “competente" hace algo por meterlas a la legalidad,
todos se conducen en complicidad mutuamente productiva.
En Chiapas, los
tres poderes del estado y los 122 ayuntamientos están jugando. Para empezar, existe la concepción absurda de
que el Desarrollo y Bienestar Social de los chiapanecos, es
responsabilidad exclusiva del gobernador del estado, y a partir de este
razonamiento erróneo, los poderes Legislativo y Judicial y los ayuntamientos,
se asumen como empleados del titular del Ejecutivo. Sin ningún equilibrio en el
funcionamiento de los poderes locales, y un Ejecutivo del estado sin el mínimo
“freno" institucional, es lo que posteriormente conduce a los abusos y
atropellos en que, constantemente, incurre un gobernador. Un gobernador del
estado sin pesos y contrapesos, sin freno y sin bozal, termina en la locura
absoluta; enloquece y le da por sentirse dios e inmortal, pierde piso y techo,
y a los chiapanecos, como ya se volvió costumbre, les saquean sus recursos económicos,
naturales y materiales. Así viene sucediendo en Chiapas y ya se ha vuelto una
constante el que con cada nuevo gobernador, llegue un equipo de trabajo que lo
acompaña, que al concluir la administración, se van inmensamente enriquecidos.
Hasta donde se recuerda, con todos los gobiernos es lo mismo; roban, asesinan,
persiguen, torturan, encarcelan injustamente, hacen y deshacen a su antojo con
los recursos, las leyes y el destino del pueblo, y ninguna autoridad, ni
durante ni después, les dice o hace algo: violación sistemática a las leyes,
impunidad absoluta para los gobernantes. Ejemplos sobresalientes bien pueden
ser: Julio César Ruiz Ferro, Roberto Albores Guillén, Pablo Salazar
Mendiguchía y Juan José Sabines Guerrero. Aunque parezca alarmante y prematuro,
no lo es, durante 19 meses de ejercicio, Manuel Velasco Coello para nada
ha dado muestras de haber llegado con intenciones diferentes a las de sus
antecesores, ya todo pinta igual o peor que antes.
En Chiapas, los
tres poderes del estado y los 122 ayuntamientos están jugando. Mientras
los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, y los ayuntamientos chiapanecos,
juegan a hacer gobierno, abusan de su cargo y se enriquecen de manera
insultante; la sociedad, mayormente, permanece apática, inerte e indiferente
a la brutalidad de los desmanes vueltos costumbre. Aunque cada día es mayor,
las manifestaciones de inconformidad y rechazo al desempeño de las
instituciones oficiales, aún son limitadas y pequeñas, y han resultado
insuficientes para obligar a los gobiernos y sus instituciones a cumplir con
sus responsabilidades sociales. Obligarlas a un cambio radical en su desempeño,
o acumular las fuerzas, conocimientos y experiencias suficientes para echarlos
y nombrar en su lugar, a quienes estén en condiciones y disposición de
dedicarse a promover y provocar Desarrollo y Bienestar Social justo, bien
común para las mayorías que ya no aguantan, ni están dispuestos a soportar
más. Porque las mayorías de Chiapas, cada vez más empobrecidas y olvidadas, han
decidido sacudirse sufrimientos, abandonos y atropellos, es que cada vez crece
más y se fortalece el Movimiento Social Zapatista, cada vez más, con
mayor facilidad germina su semilla y nace la esperanza de que, una realidad
social justa y verdaderamente humana es posible.
En Chiapas, los
tres poderes del estado y los 122 ayuntamientos están jugando. Si
el Ejecutivo de Chiapas no estuviera jugando con el cargo, ya 19 meses hubieran
sido suficientes para demostrar que sabe qué hacer para contribuir a
desarrollar una economía que mejore sensiblemente el ingreso de los habitantes
de las ciudades y el campo; fuentes de empleo que a los habitantes les procuren
ingresos por sí mismos y no dádivas oficializadas que sólo generan dependencia
y sumisión. Si el gobernador Manuel Velasco
supiera qué hacer, ya se estuvieran observando, cuando menos, proyectos o
programas no electoreros que inician en las diferentes regiones económicas de
la entidad. Es muy preocupante, en 19 meses de Manuel Velasco Coello
-siquiera de regular impacto social- todavía aún no existe ningún proyecto o
programa en ninguna parte de la geografía chiapaneca. Suena muy duro y
catastrófico, pero nadie está en condiciones serias de argumentar lo contrario.
Ninguna instancia del gobierno actual podría enumerar qué proyectos o
programas, con estas características, de impacto social, ya se
desarrollan en las regiones Centro, Norte, Altos, Sierra, Selva, Soconusco,
Frailesca, Fronteriza, etc. Esta es una cuestión sumamente grave y “los
representantes populares” del poder Legislativo, que es su
obligación, nada le dicen al titular del poder Ejecutivo, a Manuel Velasco
Coello, para que se asuma como tal; que ya deje de improvisar y comportarse
como agencia de imagen y publicidad, representante artístico, promotor de
ocurrencias, festivales y pírricas acciones turísticas.
En Chiapas, los
tres poderes del estado y los 122 ayuntamientos están jugando. Si
esto fuera una mentira, los diputados y diputadas del Congreso de Chiapas
tendrían elaborada y estarían desahogando una agenda legislativa, donde se
colocaría por delante la lastimosa e injusta realidad chiapaneca; la que
coexiste frente a un entorno de abundancia en recursos naturales renovables y
perecederos, explotados empírica e irracionalmente. Los “legisladores” comprenderían
que su función elemental debiera ser revisar, derogar y crear leyes que hagan
posible una sociedad justa, de iguales, productiva y humanamente satisfecha en
todos sus aspectos. Si los “Legisladores” no estuvieran jugando, entenderían
que su desempeño es más que pobre y se darían cuenta que su oficio no debe
limitarse a esperar que el gobernador les silbe o haga señas, para que ellos
simulen “legislar”. Si no estuvieran jugando, los “legisladores” podrían darse
cuenta de su miserable desempeño: el de ocuparse, exclusivamente, en
acomodarle las leyes al Ejecutivo, para que éste satisfaga todas sus ambiciones
económicas, políticas y materiales. Si no estuvieran jugando, se les vería
cuidando que el gobernador se conduzca con juicio, certidumbre, seriedad,
honestidad y sentido de responsabilidad social, pero no, se conforman con el
papel indigno y mísero de servidumbre temporal o mozos de oficio del
titular del poder Ejecutivo. Así se conducen y hasta los enorgullece, tanto que
cuando pueden no desaprovechan la ocasión para hacerse acompañar de sus
descendientes, para que aprendan y se vayan fogueando, para cuando a ellos les
toque arrastrarse.
En Chiapas, los
tres poderes del estado y los 122 ayuntamientos están jugando. Si
esto fuera una mentira, el Poder Judicial chiapaneco tendría en la
cárcel a los ex gobernadores Julio César Ruiz Ferro, Roberto Albores
Guillén, Pablo Salazar Mendiguchía, Juan José Sabines Guerrero y hasta uno que
otro “servidor público” que hoy acompaña a Manuel Velasco Coello, cuando menos.
Pero no sucede así, las cárceles, mayormente, están llenas de pobres o ricos
que han caído en desgracia económica o política. Las autoridades del poder
Judicial tienen precio, no principios; ahí también, la única ley que les
funciona excelentemente bien es la ley de la oferta y la demanda: “justicia”
a quién ofrezca más; cárcel a quién tenga menos. El poder Judicial, al igual
que el poder Legislativo, a los pies del poder Ejecutivo; para satisfacer hasta
el más mínimo de sus deseos. Así es y así continuará, mientras los ciudadanos
lo permitan.