Piensa, Prensa y Pega.

2 de enero de 2013

Reflexiones y Precisiones


Algo sobre la marcha silenciosa de las bases de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional efectuada el 21 de diciembre del 2012, en las cabeceras municipales de San Cristóbal de Las Casas, Ocosingo, Las Margaritas, Altamirano y Palenque, Chiapas, que algunos calcularon en 40 mil movilizados, otros en 50, y algunos más hasta en 60 mil manifestantes. Las anotaciones de hoy buscan, fundamentalmente,  destacar lo inmediato, sin que por ello se deje de tocar lo que pudiera parecer más profundo, esto último no es el objetivo en esta ocasión. Sin embargo, lo inmediato puede exhibir mucho de lo profundo, y ese contenido puede llevarnos a lo miserable, pobre y podrido del quehacer institucional público y cotidiano.


En los momentos en que todavía todo eran abrazos, buenos deseos,  acuerdos, acomodos y festejos en los grupos de Enrique Peña Nieto, presidente de México, y de Manuel Velasco Coello, gobernador de Chiapas, les sucedió lo que para nada tenían previsto. Se les apareció al que ya daban por muerto,  sepultado y olvidado: el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, de día, y con miles de sus bases de apoyo. Es muy posible que los gobiernos hayan estado preparados hasta para lo inimaginable, menos para una marcha de esta magnitud con la peculiar característica con que fue realizada: una vasta organización, disciplina y silencio. Tal vez porque sienten que todo ya está dicho; tal vez porque 19 años les han enseñado a no confiar en las instituciones de gobierno; tal vez porque ya están decididos a actuar y después hablar; o quién sabe si no su silencio busca anunciar acciones de mayor calado y trascendencia. La verdad sólo ellos la conocen; su silencio dice mucho y la organización, disciplina y capacidad de movilización demostrada en Chiapas, no expresa poco y debería preocupar muy seriamente a los gobiernos y a la sociedad.


Intentando razonar como acostumbran las autoridades,  seguramente, las primeras preguntas que se hicieron y se hacen, fueron: ¿quiénes están interesados en echarnos a perder la fiesta y los negocios?, ¿quién movilizó a los miles de indígenas que ya dábamos por muertos y enterrados?, ¿a quién se le ocurrió despertar a los cadáveres  y para qué?, ¿movilizar a miles de pobres cuesta mucho dinero, quién o quiénes lo están proporcionando y qué buscan con ello? Algunos políticos cercanos al presidente de México, o íntimos de Velasco Coello, han de pensar que tras las movilizaciones del Ejército Zapatista de Liberación Nacional bien podrían estar la atractiva Elba Esther Gordillo, Roberto Albores Guillén, Pablo Salazar Mendiguchía, Juan Sabines Guerrero, o que el PRI para distraer o que el PRD para negociar sus acostumbradas parcelas de poder.


Hay que gritárselos fuerte: no pierdan el tiempo en buscarle las esquinas al círculo; a los miles de bases de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, sus milicianos y simpatizantes, los mueve el hambre de justicia social, la sed de igualdad de oportunidades, la ansiedad por construir una democracia verdadera, el dolor que causa ser ignorados, la humillación que origina ser atropellados en sus derechos humanos universales, la premura por darle forma a una educación científica, crítica y  comprometida socialmente, el coraje que da ser burlados por las autoridades, la necesidad de garantizar libertades plenas, la urgencia por concretar un trabajo digno para todos, el asco que da tanta corrupción gubernamental, las nauseas que originan el exceso de impunidad, y los dolores y sufrimientos que causa este sistema político que ya sólo, mayormente, produce desempleados, pobres, indignados, ignorantes y miserables. Fundamentalmente, todo esto y no otra cosa, nutre, alimenta y desarrolla fuertemente el movimiento insurgente; todo esto y no otra cosa, constituye el combustible, la bujía y la brújula del Movimiento Zapatista de Liberación Nacional.


Por otro lado, la marcha del 21 de diciembre realizada en cinco municipios de Chiapas, calculada en 30, 40, 50 ó 60 mil personas, vino a decirle a los gobiernos y a la sociedad, que no los entendieron hace 19 años; que ellos no han perdido el tiempo y que ahora son muchos más, puestos y dispuestos a lo que sea; que se han multiplicado por miles, en su mayoría, mujeres y hombres jóvenes, disciplinados, más organizados, con mayor fortaleza en sus principios y consciencia; y con una dignidad que en 19 años ni el hambre ha podido doblegar, ni aunque esta venga acompañada de todos sus secuaces: la miseria, la marginación, los desprecios, los engaños y el olvido. Mucho menos, “las políticas públicas” que no buscan resolver, sino dividir; las acciones de gobierno que no pretenden solucionar, sino generar dependencia; las “políticas públicas” que no acercan lo justo, sino algo bastante parecido a atenciones para indigentes.


Los zapatistas, con su marcha del 21 de diciembre del 2012, desde otro ángulo, aunque en silencio, también recordaron y denunciaron otras cuestiones que se han presentado en la politiquería local, en las últimas décadas.  Vino a la mente de cuando al ex gobernador Elmar Setzer Marcelle apenas y le permitieron ponerse los botines de hacendado; de cuando Javier López Moreno al cumplir órdenes, hizo lo que pudo y al precio que todos conocieron; de cuando a Eduardo Robledo Rincónno le dieron tiempo ni de montar en su caballo”; de cuando Julio César Ruiz Ferro no bien caminaba y ya había sido enterrado por las 45 personas masacradas en Acteal; de cuando Roberto Albores Guillén se dedicó a agredir y desbaratar  municipios autónomos, haciendo bastante para él y engañando al presidente Ernesto Zedillo, simulando en diferentes escenarios selváticos, que los “zapatistas” desertaban y entregaban sus armas, a cambio de apoyos para producir lástima (por cierto, el ahora Secretario General de Gobierno, Noé Castañón León,  jugó un papel estelar en esas obras de teatro rural).


La marcha de miles de zapatistas también corrobora que Pablo Salazar Mendiguchía siempre mantuvo engañado a Vicente Fox, primero aparentando que a él  lo adoraban los zapatistas, que se entendía muy bien con ellos y que no había de que preocuparse. Metió en la nómina oficial a algunos líderes corruptos, corrompió a otros, les hizo probar sus cheques a algunos “académicos”, “investigadores”, “comunicadores”, y al que no, lo metió a la cárcel y así se la llevó tranquilo. Mintió. Y respecto a los zapatistas siempre mantuvo en un cómodo y descarado engaño al presidente Vicente Fox. Luego llegó Juan Sabines Guerrero, quien siempre, en sus informes de gobierno, acostumbraba enviar un  saludo respetuoso a los zapatistas. Quién sabe si él engañó a Felipe Calderón y si Sabines alguna vez tuvo consciencia de lo que verdaderamente sucedía respecto al Ejército Zapatista de Liberación Nacional. A Calderón daba la impresión de que no le interesaba saber nada sobre los zapatistas y Sabines, quién sabe si sus estados emocionales que se procuraba le permitían ver esos niveles de la realidad social chiapaneca.


Independientemente de cómo hayan sido las relaciones entre los presidentes de la república y los gobernadores chiapanecos en los últimos 19 años, llenas de simulaciones o “a la carta”, después de las decenas de miles que marcharon silenciosamente en las cinco cabeceras municipales del estado de Chiapas, algunas conclusiones ya están más que claras: al Ejército Zapatista de Liberación Nacional no se le ve mermado,  sino claramente multiplicado; el Ejército Zapatista de Liberación Nacional se presentó notoriamente renovado, resuelto, disciplinado, joven y organizado; el Ejército Zapatista de Liberación Nacional demostró que, aun después de 19 años, su rebeldía, resistencia, dignidad e importancia que le dan a la construcción de su autonomía, son inquebrantables, no tienen precio, no llevan prisa y el rumbo lo tienen claro y lo ven cerca. Lo preocupante para los gobiernos, por un lado, debiera ser que sus manuales contrainsurgentes no solamente fallaron, sino que resultaron contraproducentes; y por otro lado, que “sus grandes inversiones en política social” hacia Chiapas, fracasaron o se las robaron todos o algunos de los ex gobernadores que participaron en los recientes 19 años.

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