Piensa, Prensa y Pega.

24 de marzo de 2010

Reflexiones y Precisiones

A pocas horas de que inicie la “Semana Santa”, cuando mucho bien sienten algunos dedicándose a viajar; en vísperas de celebrar la “Semana Mayor”, cuando muchos se ponen arrechos y ariscos con la llegada de la primavera; ahora cuando ya casi se sienten los intensos olores a incienso y juncia; ahora cuando no pocos se ocupan de los placeres cercanos a las playas, montañas y otros tantos lugares utilizados para el relajamiento y escape, de la mortificante e inocultable realidad que se presenta y padece por todos lados; aprovechando estos tiempos, deberíamos con urgencia y entrega, dedicarnos todos a viajar, viajar con honestidad y detenimiento hacia el interior de cada uno de nosotros, buscarnos, tratar de encontrarnos e identificar lo bueno y malo que todos tenemos: lo positivo, para cultivarlo y aprovecharlo al máximo, con sentido social, y lo negativo para eliminarlo, olvidarlo o evitarlo.

En estos tiempos de crisis tan compleja y profunda por la que está pasando el pueblo mexicano y particularmente el chiapaneco, mucho bien haríamos, aprovechando la semana que se avecina para dedicarnos a reflexionar, empezando por nosotros mismos: cómo podemos ser mejores hombres o mujeres; cómo padres o madres, más responsables; cómo, mejores hijos e hijas; cómo, profesionistas verdaderamente comprometidos con la sociedad; cómo, religiosos más congruentes para con el pueblo; cómo, políticos dedicados de tiempo completo a la construcción del bien común; y cómo, encontrar los mejores caminos para la expresión y entendimiento justo entre gobierno y sociedad, donde se exijan y permitan el cumplimiento cabal y oportuno de la responsabilidad que cada uno está obligado a cumplir, alejado de simulaciones, chantajes, provocaciones, corrupciones e impunidades.

Harto bien haríamos, clarificándonos qué estamos haciendo mal y corregirlo; en qué no estamos aportando lo suficiente y superarlo; en qué debemos ser tolerantes y asumirlo; en que se debe ser “intransigente” y no olvidarlo; en qué nos falta comunicación y resolverlo; cuándo ya sólo estamos viviendo de la fama o méritos de nuestros ancestros y alejarnos de esas vergonzantes deshonestidades; y cuándo urge comprender, aceptar y tolerar, pero empujando fuerte y emprenderlo con humildad, honor e integridad. Donde prevalezca, maduramente, la conciencia social, no la de clase.

En congruencia con esto de reflexionar, revisar, comprender y ofrecer, desde este espacio bien se puede decir que cuando se hace referencia a los gobiernos, se busca acercarles elementos con “ruido” para obligarlos a reaccionar y razonar; para que cumplan con sus obligaciones constitucionales, para que no se pierdan o para que se encuentren, para que despierten o para que no se duerman.

Molesta, enoja o entristece, que cada día es más común que los gobiernos no reaccionen ni exhibiéndolos desnudos; y no modifican sus actitudes y ni siquiera se preocupan por cubrir sus “miserias más íntimas”, ni untándoles en la cara todo el estiércol que van dejando en su caminar cotidiano. Ejemplos diarios sobran, para afirmar que los gobiernos han perdido la vista y hacen nada para recuperarla; extraviaron el tacto y lo han sustituido con los pies; parecen moverse sin cabeza y sólo se orientan con alguna de sus vísceras; han perdido la voz; y el orificio de sus oídos parece no servirles para escuchar, sino sólo para que por ahí entre el “incienso” que permanentemente los alimenta, estimula y pierde.

Cuando se opina con elementos visibles, que el presidente de México Felipe Calderón, va mal, se busca alertarlo para que corrija el rumbo y a los mexicanos nos vaya menos mal; cuando se llama la atención sobre las pobres acciones encarecidas y los resultados inflados y sobredimensionados del gobierno de Chiapas, es para que el gobernador intente liberarse de sus “secuestradores”, vea y oiga a los chiapanecos, sin auditorio a modo, y les cumpla sus promesas de campaña hechas ante notarios; y cuando se hace referencia al Ayuntamiento de San Cristóbal de las Casas, la intención no es provocarlos, sino despertarlos de ese largo sueño que ya lleva 27 meses, y que se ocupen de sus obligaciones, con probidad, prontitud y dignidad.

El Ayuntamiento coleto debe pasar a la historia, pero no porque traiga a Vicente Fernández o al “Zotoluco”, sino porque sea capaz de cumplir lo que ofreció, de hacer realidad lo que prometió. Sólo eso, aunque escasee la música, las muchachas y las comidas.

El Ayuntamiento coleto está obligado a hacer un buen gobierno, no sólo ferias de pueblo; una buena administración pública, no sólo el ridículo; jamás debe olvidar que ejerce recursos públicos, no privados; y que administra un municipio, no un rancho.

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