Piensa, Prensa y Pega.

13 de abril de 2011

Reflexiones y Precisiones

Hace 17 años –se dice fácil pero no son pocos- se escuchó desde Chiapas, para todo México y el mundo, un ¡YA BASTA! emitido por el Movimiento Insurgente Zapatista, que exigía un alto a todas las injusticias sociales cometidas durante décadas por las autoridades de este país. A 17 años, está más que documentado que la situación social en México y particularmente en Chiapas, ha empeorado y no se están haciendo los esfuerzos suficientes y en la dirección correcta, para atenderla, detenerla y revertirla.

El deterioro dramático en la vida diaria de los chiapanecos se observa en todos sus aspectos y por todas partes, en el medio rural y urbano y sólo no lo ven los gobernantes, los empresarios beneficiados o todos aquellos que cobran por callar o por promocionar una realidad que no existe, un futuro que nunca llegará y que sólo se da, más, en las cabezas de los culpables o sus cómplices.

En Chiapas, 17 años tiene que el Movimiento Insurgente, el de los más pobres entre los pobres y su brazo armado, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional dijo ¡YA BASTA! de explotaciones, torturas, hambre, persecuciones, encarcelamientos injustos, limitaciones a las libertades elementales, saqueos a los recursos naturales y económicos de los mexicanos, miserias en todas sus formas y colores, desprecios institucionalizados y olvidos oficializados. ¡YA BASTA!, expresaron.

Desde hace 17 años, los Insurgentes Zapatistas lo gritaron con todas sus fuerzas y dignidad a los gobiernos, al declararles la guerra; una declaración formal de guerra que en 17 años no ha sido retirada, que está latente y que en cualquier momento pudiera reactivarse hacia el enemigo que ellos han identificado y señalado con claridad y contundencia.

Deben entender, gobiernos y ciudadanos, que existe una guerra declarada en el sur de México, que a 17 años aún vive y evoluciona, que las condiciones sociales subjetivas y objetivas la están alimentado y multiplicando muy bien, y aunque muchos no lo crean, se desarrolla y consolida un Movimiento Insurgente que en cualquier día puede dar sorpresas, otra vez internacionales, sacudiendo todo, poniendo patas para arriba a quienes hoy festejan “el ejemplo del combate frontal a la pobreza” y colocando en verdadero riesgo la vida y patrimonio de las mayorías clasemedieras, que hoy hacen nada para cambiar el estado de cosas injustas que se sufren, que se permiten, que se cultivan, que se ocultan y que se disfrazan, con exquisitos platillos y ruidosos festejos para consumo nacional e internacional. Todo bofo, pura hipocresía, burla y fantasías.

Tiene 17 años que el Movimiento Insurgente Zapatista soltó un ¡YA BASTA! y por los hechos –gobiernos y ciudadanos-, casi nadie entendió. Hoy, con motivo del asesinato del hijo del escritor y poeta Javier Sicilia y las manifestaciones de rechazo a la violencia y exigencias de seguridad y justicia, desarrolladas en México y en el extranjero, desde la ciudad de Cuernavaca, Estado de Morelos, se gritó a todo México y al mundo, otra vez, parecido a hace 17 años: ¡ESTAMOS HASTA LA MADRE!, y parece, por las reacciones oficiales subsecuentes, de nueva cuenta están empezando por no entender, por no dimensionar con exactitud responsable, los significados que guardan el ¡YA BASTA! de hace 17 años y el ¡ESTAMOS HASTA LA MADRE! que hoy se suelta.

Ahora, por la gravedad de los hechos y circunstancias que se presentan y padecen en el país, con mucha más razón, estamos obligados a aprender, entender, actuar y leer, pegado y corrido, ¡YA BASTA!, ¡ESTAMOS HASTA LA MADRE!; comprender el enorme dolor que guardan las expresiones dichas con propiedad, bien pronunciadas, despacio y a gritos; la tremenda desesperación que conllevan; la magnitud de sufrimientos que encierran; la carga emocional que representan; la gran impotencia que transmiten; la frustración social que reflejan; el tamaño del rechazo y repudio hacia las autoridades; y la grave y enorme desconfianza hacia los gobiernos. Ojalá lo entiendan, porque tal vez más que nunca, hoy estamos en riesgo todos, incluidos los gobiernos y empresarios, todos.

En este entorno de suma gravedad y emergencia nacional, en lo social, económico y político, resultaría determinante, mucho se puede hacer y se debe promover desde los gobiernos municipales; es su responsabilidad. Los ayuntamientos tienen –no lo hacen como se necesita- la obligación constitucional de prever y garantizar bienestar social en todas sus formas, y esto tiene que ver con ofrecer la seguridad suficiente, promover trabajo digno, provocar confianza, asegurar la salud, impulsar la vivienda (no casas de cartón en “ciudades rurales”), ofertar educación de calidad y compromiso, fomentar la democracia real –no caricaturas-, combatir la corrupción, desterrar la impunidad, procurar transparencia verdadera y cuidar la congruencia entre lo que se piensa, se dice, se hace y se escribe.

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