Una
provocación diaria constituye el hecho, de
escuchar o leer, que Francisco
José Martínez Pedrero diga
que habrá de continuar trabajando por el municipio de San Cristóbal
de las Casas, Chiapas, lugar del que fue nombrado -por la clase
política en el poder- Alcalde,
hace poco más de
30 meses. Es una
provocación lo que
acostumbra expresar, hasta presuntuosamente, porque nunca ha
trabajado por el
pueblo, él se ha ocupado de sus compañeros ricos, no de todos, sólo
de los de siempre.
Si
el ahora Alcalde hubiera aprovechado los 30 meses que lleva
traicionado y fingiendo ser presidente
municipal, para
asumirse como tal, para ocuparse con todos los recursos a su alcance,
del bienestar social
de los habitantes
de las comunidades y de la ciudad, toda,
no exclusivamente
de los mandones: la
realidad social en el medio rural en algo ya debiera de estar
mejorando, pero no, está peor que hace 30 meses; el ingreso
económico de las personas, la salud familiar, las condiciones
materiales y humanas en que se imparte la educación, la vivienda, la
precaria alimentación, los caminos, todo lo más inmediato a las
mujeres y hombres, pequeños y adultos del campo, es
miseria y abandono en todas las formas imaginables.
En
la ciudad de San Cristóbal, y aún con todos los millones anunciados
y supuestamente ejercidos en el área urbana, los
cambios trascendentes no existen, lo
que se observa apenas son una especie de “cosméticos patitos",
aplicados en los dos principales bulevares y dos que tres calles más
importantes, para buscar afianzar y vender la imagen de una ciudad
“mágica", cuando no lo es, cuando más allá de esos
espacios, casi todo
es abandono, anarquía, suciedad, inseguridad, calles en mal estado,
avenidas sin alumbrado público, barrios con serios problemas de agua
entubada, jardines en desgracia y todo un entorno que nada tiene de
mágico y sí mucho de trágico.
Esta
es la ciudad y estas características presentan las comunidades
rurales a las que Francisco
José Martínez Pedrero, el
Alcalde Coleto, afirma a todo pulmón, que se ha dedicado a servirles
durante más de 30 meses. Una ciudad y decenas de comunidades con
infinidad de necesidades a la vista, insatisfechas y sin atender por
ninguna autoridad, aunque grite
y zapatee al decir
que “se ha dedicado a servir a los ciudadanos y que habrá de
continuar atendiendo sus necesidades". Por todo esto es
una provocación lo que en todo momento y por todos los medios de
comunicación a su alcance, se le escucha o se le lee al Alcalde
Coleto, Francisco José Martínez Pedrero. Lo
único cierto, a juzgar por los hechos y resultados, es que Martínez
es un fracasado,
ciego, deshonesto, marrullero y mentiroso. Nada menos y tal vez,
mucho más.
Una
provocación diaria constituye el hecho de
que los diputados locales, Marco
A. Cancino y María Soledad Sandoval de Lobato, después
de permanecer en el Congreso Local por más de dos años gozando de
dineros y privilegios, sin ningún provecho tangible para los
habitantes de su distrito, ya se estén promoviendo para un siguiente
cargo de elección popular. Una
provocación es el hecho de
que Marco A.
Cancino, quien en
nada contribuyó a mejorar, verdaderamente, el bienestar social de
“sus representados", ya se promueva para próximo presidente
municipal de San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Es
una provocación que el diputado Cancino, después
de haber hecho nada importante
para ayudar a
superar la vida miserable de los pobladores de su circunscripción,
ahora pretenda ser Alcalde. Es
una provocación y burla que
el “legislador" Cancino,
quien permitió que
los ayuntamientos y particularmente los presidentes
municipales; robaran,
traficaran con el cargo e incurrieran en abusos de poder, ahora
quiera “gobernar" San Cristóbal. Es
una provocación que Marco A. Cancino busque
ser Alcalde cuando para nada ha sido útil a los intereses,
trascendentes
de la sociedad y solamente le ha ocupado estar al
servicio indigno y antojos abusivos del gobernador Manuel Velasco
Coello. Este
“legislador" no solamente debiera estar imposibilitado,
legalmente y de por vida, para ocupar otro cargo público, sino
además, habría que investigarlo y fincarle responsabilidades por lo
que hizo y dejó de hacer frente a la tremenda corrupción que ha
prevalecido en todas las administraciones y gobiernos municipales de
Chiapas, particularmente los que era su obligación “seguir,
evaluar y controlar", con profesionalismo y oportunidad.
Una
provocación diaria es el hecho de que la diputada PLURINOMINAL,
María Soledad Sandoval Martínez de Lobato García, se
venga promoviendo para próxima diputada federal, cuando nada útil,
socialmente y de
alto impacto, ha
hecho por la sociedad chiapaneca. Que la diputada María
Soledad enumere sus
aportes realizados al pueblo de Chiapas desde el Congreso del Estado.
Que defina con claridad, sin ninguna ambigüedad, su participación y
cuánto se avanzó, en los aspectos de salud, educación,
alimentación, empleo, vivienda, nutrición, infraestructura social
básica, producción en el campo, bienestar en las ciudades, etc. Que
la “legisladora"
Sandoval de Lobato García, mencione con precisión y ejemplos, qué,
cuánto y dónde hizo algo por promover una vida humanamente
aceptable para las mujeres y hombres de Chiapas, por alejarlos de la
miseria y abandono en que sobreviven las mayorías del campo y las
ciudades. Después de contestar con honestidad a todo esto, a la
diputada
plurinominal debería
darle vergüenza, olvidarse de sus actuales pretensiones políticas,
reembolsar todos los recursos económicos que percibió y disfrutó,
e irse a su casa a cuidar de sus descendientes. A
la señora Sandoval Martínez de Lobato García se le debiera también
vetar para otro cargo público. Si México fuera un país donde las
leyes se aplicarán por igual y a Sandoval Martínez se le
investigaran con rigor profesional, sus acciones y omisiones: a la
“legisladora" se le encontraría MATERIA Y MOTIVOS,
suficientes para inhabilitarla a otro cargo público y consignarla al
juez de su causa, como
dirían los abogados. Pero no, lo más seguro es que será premiada y
muy pronto se le verá desempeñar el
deshonroso papel de diputada federal, servidumbre doméstica de los
titulares del poder ejecutivo y legislativo del país.
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