Piensa, Prensa y Pega.

9 de agosto de 2005

DEL E.Z.L.N. Y ABSURDAS CONCEPCIONES SOBRE SU MOVIMIENTO

“Piensan” que a la casa le falta pintura, no que urge construirla de nuevo... o nos caerá encima.
Cuando hace casi 12 años, hizo su aparición pública el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, los gobernantes y la clase política se preguntaban intrigados, ¿cuántos son?, ¿quiénes son?, ¿dónde están?, ¿de dónde vienen?, ¿qué quieren?, ¿con cuánto será que se conforman?, ¿quién es el líder?, ¿de dónde es?, ¿qué filiación política tiene?, ¿qué estudios tendrá?, hay que contactarlo para “calibrarlo” y medir sus aspiraciones, infiltrarlos, dividirlos, confundirlos, y cansarlos; luego algún apoyo material, la promesa que estarán en nuestros corazones y un abrazo de campaña que incluya dos palmadas en la espalda, con guiño de ojo y asunto arreglado. Desde un principio, con esta “profundidad y sentido de responsabilidad social”, se observó, e igualmente se trató el problema. Desde las primeras horas de la aparición del E.Z.L.N., pusieron a trabajar sus “neuronas útiles”, para encontrar “el mejor nombre“ para presentar a los zapatistas a la sociedad internacional y nacional, había que evitar el “incómodo” nombre que decidieron al nacer, y concluyeron que el nombre que mejor se acomodaba a sus intereses era el de “transgresores de la ley” y empezaron a deslizar la idea de que podían constituir un “problema de seguridad nacional”, una amenaza para las instituciones, un elemento no deseado que podría poner en “grave riesgo la paz y orden” establecidos. ¿Quiénes transgreden las leyes de acá y hasta las del más allá, los gobernantes que protestaron cuidar de la soberanía, procurar bienestar, cumplir las leyes y propiciar armonía y paz social, y que la realidad les reclama todos los días su ineptitud o complicidad; o quienes se ven obligados, incluso, a arriesgar la vida para hacerse escuchar, ser tomados en cuenta para construir lo de todos y exigir una vida civilizada y digna?. Desde el inicio, el estado mexicano siempre dio la impresión de que al movimiento social zapatista, no lo entendía y no se lo esperaba, y todo esto se confirma cuando pone a sus instituciones a “pensar que hacer” con ellos, ante la imposibilidad de matarlos, porque ya era demasiada la observación, presencia y presión nacional e internacional, y de que manera “desarmarlos”, concluyeron con lo más acostumbrado y burdo, todos de manera organizada y con el manual de guerra de baja intensidad bajo el brazo, se pusieron a ofrecerles caminos, electrificación, casas de salud, aulas, instalaciones deportivas, sistemas de agua entubada, promesa de proyectos “productivos” y créditos, entre otras cosas. La misma estrategia de siempre, que ha servido para enfriar y desarticular movimientos sociales, en diversas partes del mundo, nada novedoso y verdaderamente útil para las demandas de los zapatistas. Los gobernantes y políticos, nunca imaginaron que los verdaderos zapatistas rechazarían eso, y de que insistirían en sus demandas de: primeramente, justicia social, democracia y libertad – la infraestructura social luego viene sola-, que exigían ser tomados en cuenta no sólo como relleno para las estadísticas oficiales, si no para construir un México diferente, donde contaran los que tienen, pero también los que poseen poco o nada, donde las opiniones se escucharan y contribuyeran a definir una patria para todos, donde las necesidades sociales sean la fuente que alimente las emociones, preocupaciones y acciones de los gobernantes para con su pueblo, a quien se debe y el único a quien le debe obediencia, respeto y lealtad.

Cuando los zapatistas le rechazan al gobierno las obras y acciones que ofrece, no lo hacen por que no las necesiten, si no por que antes que creditos, necesitan tierra; antes que semillas, necesitan el suelo para sembrarlo; antes que camino y energía eléctrica, necesitan comida; antes que aulas, necesitan una vida sana para poder ocuparlas; y antes que caminos, clínicas, aulas, electrificación, agua entubada, proyectos productivos y créditos, urge y exigen, democracia, libertad, justicia social y respeto incondicional a su dignidad.

Ante esto, los sin voz, sin rostro, pero hombres de palabra –además sencilla-, probaron en exceso por que son dignos; no se dejaron, no se vendieron y no se rindieron.

Han rechazado todo, por que el movimiento social zapatista no surgió para resolver necesidades de infraestructura social básica – hubiera sido suficiente con nombrar comisiones -, si no para construir un país donde se les permita hablar, se les escuche, se les atienda, manden todos, obedezcan todos y consecuentemente la patria se vuelva para todos.

Los gobernantes, no entienden que los zapatistas no buscan que les resuelvan su vida y comida, si no condiciones que permita a todos construir entre todos la vida que decidan todos, donde nadie sea excluido – incluidos los que tienen -, y la satisfacción humana plena, la armonía y paz social, se vuelvan una constante, construida, obtenida y defendida por todos.

Los “cerebros e iluminados asistentes” de los gobernantes graduados en universidades del extranjero, a quienes sirven, mucho han dicho, desde hace casi 12 años, que los zapatistas pueden llegar a constituir un “problema de seguridad nacional”, mientras los verdaderos problemas en materia de “soberanía y seguridad“, ellos los vienen propiciando y tolerando, al permitir la cada vez más preocupante perdida de soberanía; dependencia alimentaría, venta del petróleo, energía eléctrica, bancos, tolerar la inseguridad pública, el narcotráfico, el tráfico de indocumentados, de armas, y propiciar con sus “políticas” el abandono del campo, la quiebra de la industria mexicana, el desempleo en el campo y la ciudad, y la miseria e injusticias en general, que consolidan favorablemente, para el exterior, la dependencia económica, política y social de los mexicanos.

Creo que buena parte, en casi 12 años, del fracaso de los gobernantes, ante los zapatistas, se debe a que no terminan de entender su origen, desarrollo y el destino, que entre todos, los zapatistas tratan de construir; no quieren mucho, sólo mandar y nunca más solamente obedecer, no aspiran a que les den de comer y beber, sólo que dejen decidir y hacer libremente a todos los mexicanos.

Ahora con la aparición de la “sexta declaración de la selva lacandona”, nuestros gobernantes han acomodado su lectura, y piensan que los zapatistas se cansaron de las armas y la montaña, y decidieron inteligentemente venirse a la ciudad y volverse políticos, como ellos. Hoy han de estar cruzando apuestas para ver quien le atina a que partido se afiliarán, o como se llamará el partido que formarán; si irán por gubernaturas o se conformarán con presidencias municipales, diputaciones locales, federales o senadurías. Que colores e imagen adoptarán, hasta aquí les da su sensibilidad, vista y cerebro... y lo celebran.

Documento publicado originalmente en el períodico "La Foja Coleta" el 9 de agosto del 2005.