Los días 30 de
abril, 10 y 15 de mayo. Estas
son las fechas más recientes que los gobiernos han venido
manipulando para mostrar que existen y que se preocupan por la sociedad. Los días del niño, de la madre y del maestro, han sido
utilizados por Enrique Peña Nieto, presidente de México; Manuel
Velasco Coello, gobernador de Chiapas; y Francisco José Martínez
Pedrero, presidente
municipal de San Cristóbal de las Casas, para aparentar, cada
uno de ellos, que su preocupación son los ciudadanos mexicanos. Los tres
niveles de gobierno de este país han dispuesto y disfrutado de dulces,
piñatas, payasos, pasteles, reconocimientos, ruidosos festejos,
declaraciones a todo volumen, estímulos económicos y mucha
saliva en alegres discursos hacia los niños, las madres y
los maestros, mexicanos. Demasiados gastos y movimientos oficiales para fingir
que tienen consciencia plena del valor social de un niño, de una madre y de los maestros mexicanos. Nada de todo este accionar
institucional resulta cierto y descubrimos que se tratan de actitudes hipócritas, si revisamos el trabajo diario de las autoridades y los
resultados que de todo ello se cosecha. Según estadísticas oficiales, en los últimos 37 años, el bienestar
social de los niños, las madres y los maestros de México, ha empeorado notoria y sensiblemente. No hay espacio para la
duda, ni lugar para esconderlo: la vida del niño, la madre y el
maestro, se ha vuelto más difícil y sufrida, y
los gobiernos lo festejan.
Los días 30 de
abril, 10 y 15 de mayo. Si
a las autoridades de este país les afligieran, verdaderamente, los niños de México, trabajarían con
responsabilidad para que tuvieran garantizada la educación suficiente, de excelencia, crítica y científica. Si sus expresiones hacia los niños fueren
sinceras, el subsistema de salud que ahora atiende a los niños y niñas de México, sería notoriamente distinto y no estarían padeciendo y
muriendo por enfermedades curables, en las zonas rurales y urbanas de este país. Si los gobiernos comprendieran la magnitud de sus obligaciones hacia
los niños y niñas, a sus padres no les faltarían los empleos e ingresos para crecerlos como se debe; y la falta de
alimentos y desnutrición generalizada, no serían tan visibles. Si la niñez mexicana fuera prioritaria para
quienes gobiernan esta nación, le preverían los espacios
públicos necesarios para su recreación y
esparcimiento, a fin de propiciarles una vida sana, alegre, saludable y feliz.
Si los niños y niñas de México fueran una
verdadera preocupación para el gobierno de la República, éste no permitiría muchos de los
contenidos que hoy difunden, en cualquier horario, la radio y televisión, mexicanas. Si los niños y niñas fueran una
genuina prioridad para las autoridades, iniciarían, mínimamente, ocupándose con urgencia de todos estos
aspectos, que sí atienden de manera sustantiva las
necesidades básicas de los más pequeños e indefensos de este país. Pero no, solamente les reparten
dulces, dádivas y deseos dulzones.
Los días 30 de
abril, 10 y 15 de mayo.
El día 10 de mayo, día de las madres, tremenda gritería disponen y encabezan los presidentes municipales, gobernadores y el
titular del ejecutivo federal, en México. Todo porque desean dejar bien claro
que saben reconocer y premiar a las madres mexicanas; que cumplen sus
obligaciones hacia las madres de este país. Les organizan
festivales con música, botanas, bailables, vinos, poemas,
regalos, reconocimientos a las madres de mayor y menor edad, y también abundante saliva oficial falsa y barata; para intentar convencerlas
de que ellas son la preocupación diaria de las autoridades. Si todo este
ambiente festivo del que disponen, fuera sincero, ¿cómo es que antes no se les ha ocurrido que una madre, para ser feliz,
solamente necesita ver sana, saludable y satisfecha a su familia?: sin
preocupaciones, sin hambre y sin limitaciones de ningún tipo. Si las
expresiones oficiales hacia las madres mexicanas, cada 10 de mayo, fueren
sinceras, ¿cómo es que no se les ha ocurrido que las madres tienen derecho a vivir y
a morir con dignidad?; desde su embarazo, hasta cuando por necesidad, tienen
que ocuparse de sus nietos y bisnietos, porque el estado no cumple con preverles
nada creativo y de disfrute pleno, para cuando ellas lleguen a la etapa final
de su existencia. ¿Por qué, si al estado
mexicano le preocupan las madres, no ha diseñado políticas públicas realistas, con las que las madres se
sientan útiles, productivas y satisfechas consigo mismas, en vez de que el
estado mexicano busque por todos los medios, cómo exprimirla y utilizarla, hasta el último minuto de su vida para hacerla producir ganancias y mayores riquezas
para los adinerados?
Los días 30 de
abril, 10 y 15 de mayo.
En el día del maestro, sucede algo muy parecido que con las
fechas del niño y la madre; bulla oficial por todos los
lugares, para que ningún mortal dude de que el gobierno mexicano
sabe y valora, correctamente, la importancia y trascendencia del oficio diario
de un maestro. Otra vez, discursos, poemas, promesas, comidas, vinos,
regalos y pergaminos a docentes vivos y muertos, para que no quepa la menor
duda de que los gobiernos saben reconocer y premiar, el esfuerzo cotidiano de un
maestro. Aunque la realidad diaria del maestro esté llena de limitaciones, desprecios, incertidumbres, menosprecio institucional
y ninguna garantía de que podrá vivir la última etapa de su vida, sin sobresaltos, de manera digna y decorosa. Si
todas las expresiones de las autoridades hacia los maestros de México fueren honestas, ¿cómo es que no se
le ha ocurrido al gobierno diseñar e instrumentar una política pública que aproveche, hasta el último momento, la enorme experiencia que logra acumular un maestro?;
que lo haga sentirse valorado, no explotado; útil, no
agobiado; productivo, no frustrado. Que le inyecte energías para que desee vivir más, no preocupaciones que le apresuren su
muerte.
Los días 30 de
abril, 10 y 15 de mayo. El
día del niño, de la madre y del maestro, antes que días elegidos oficialmente para hacer ruido, organizar discursos, ofrecer
comidas, entregar diplomas y recibir regalos, deberían convertirse
en fechas para que la sociedad y los gobiernos, revisaran y reflexionaran, de
manera profunda y sería, sobre todo lo relacionado con éstos días de celebraciones huecas y llenas de
hipocresía. Analizar y llegar a conclusiones que permitan la formación de niños sanos, satisfechos, con carácter y felices; revisar y disponer qué hacer con
urgencia para que las madres de este país vivan a
plenitud y sin contratiempos de ninguna índole, de jóvenes y de adultas; y detenerse a valorar qué acciones
resultan impostergables, desde casi siempre, para acercar y garantizarles a los
maestros de México; un desempeño satisfactorio tanto para el educador como para el educando, y ninguna
incertidumbre en las diferentes etapas de su vida. Por aquí podrían empezar reflexionando y definiendo, gobierno
y sociedad, si verdaderamente se desea construir una realidad diferente y
dichosa para los niños, las madres y los maestros de la república mexicana. Claro, a los comerciantes ya no les iría tan bien. A los restaurantes, las cantinas y las cafeterías, no se les vería tan concurridos. La bulla y borrachos
serían menos, pero se calaría hondo.