El futuro debe ocuparnos, pero no más que el presente, pues, nunca se ha sabido que exista futuro sin presente.
Documento publicado originalmente en el periódico "La Foja Coleta"
El futuro debe ocuparnos, pero no más que el presente, pues, nunca se ha sabido que exista futuro sin presente.
Documento publicado originalmente en el periódico "La Foja Coleta"
El Estado Mexicano, por su bien, obligado a garantizarlo con precisión, sin vaguedades ni ambigüedades.
Se entiende por libertad de expresión, la facultad que todo ciudadano tiene de expresar sus ideas, opiniones, pensamientos, etc. Los antecedentes históricos de este derecho universal del individuo, los encontramos en 1789 con la “Declaración francesa de los derechos del hombre y del ciudadano“ en sus artículos 10 y 11, donde se estableció:
“Nadie puede ser molestado por sus opiniones, aún religiosas, mientras su manifestación no trastornen el orden público establecido por la ley”, “la libre comunicación de los pensamientos y de las opiniones es uno de los derechos más preciosos del hombre; todo ciudadano puede hablar, escribir o imprimir libremente, debe responder del abuso de esta libertad en los casos determinados por la ley”.
También la encontramos en Naciones Unidas, en la “Declaración Universal de los Derechos del Hombre” donde el artículo 19 estableció “todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones y de difundirlas, sin limitación de fronteras por cualquier medio de expresión”.
En México, sus antecedentes los encontramos desde 1814, el 22 de octubre en Apatzingan, con el “Decreto constitucional para
Son ya 217 años transcurridos a partir de sus orígenes, y 54 años con celebraciones de “libertad de expresión”, y todavía nuestros gobernantes no la terminan de comprender e implementar responsablemente; donde esta garantía individual, la respeten y practiquen convencidos de que es estratégicamente útil para el desarrollo y fortalecimiento de ciudadanos y gobiernos. Por supuesto que el derecho a la libre expresión de las ideas, tiene que observarse íntimamente relacionado al derecho a la información. Ningún individuo mal informado o desinformado, estará en condiciones de expresar ideas u opiniones que ayuden al desarrollo del hombre en sociedad.
Han pasado 217 años de que surgió formalmente en Francia, 193 años de los primeros registros sobre la “libertad de expresión” en México y 54 años de celebraciones, y todavía nuestros gobiernos no la alcanzan a dimensionar correctamente, no aprenden a respetarla en lugar de secuestrarla; estimularla antes que coartarla; valorarla y luego celebrarla; inducirla en lugar de reprimirla y; cultivarla y promoverla, sin ataduras, limitaciones o prejuicios. A la larga, causa más daño una agradable mentira que una verdad desagradable... y pensar que hoy hasta pagan para poder leer y escuchar mentiras.
De que la libertad de expresión, no se ejerza puntual y plenamente, son culpables los gobernantes, pero también los gobernados, cuando con nuestro silencio cómplice y gestos coquetos les permitimos que usen y abusen del poder, sin limitaciones y descanso.
¿Qué gobernante se sustrae al antojo de mentir? y ¿Cuántos no somos los ciudadanos que con nuestra conducta explícitamente renunciamos a nuestro derecho a expresarnos y opinar; por interés, comodidad o cobardía? .
Da la impresión que el derecho a la “Libertad de expresión”, siempre los ciudadanos, lo hemos entendido como patrimonio de los gobernantes, empresarios de la comunicación y periodistas, y no es gratuito, en muchas ocasiones, así lo hacen sentir a la sociedad; injusticias obvias, las vuelven justas atenciones; miseria extrema, pobreza preocupante; desnutrición crónica, problemas genéticos; inseguridad pública, corrupción y desempleo, con enorme facilidad y ligereza lo explican asociándolo a “reflejos temporales y propios de la globalización”, y así muchas otras creativas linduras más.
La “Libertad de expresión”, el gobernante la utiliza con frecuencia, no para informar e incorporar a los ciudadanos a las acciones de gobierno, si no para justificar lo que ha dejado de hacer, lo que ha hecho mal, y frecuentemente, para confrontarse con la sociedad, cuando desinforma, oculta o disfraza una realidad evidente para todos.
La “Libertad de expresión”, bien entendida y practicada por todos, sería determinante en el ejercicio de unir corresponsablemente el gobierno con su pueblo. Un gobierno responsable, sano y fuerte, es el que gobierna con la opinión y acompañamiento de su pueblo, no a espaldas de él, con la lengua mutilada y la boca amordazada, o ambos atropellos, para correr menos “riesgos”.
Los gobernantes, a dimensionar responsablemente; los empresarios de la comunicación, que no pocas ocasiones ofertan verdades absolutas, a cumplir su función social y; los periodistas a profesionalizarse .
En el esfuerzo de cualquier gobierno y pueblo, por desarrollarse, siempre ha sido determinante que el gobernante garantice con precisión, sin vaguedades y ambigüedades la “Libertad de expresión”. Que el ciudadano no tenga temor de manifestar sus ideas y opiniones, al contrario, que se sienta estimulado, protegido y comprometido a expresar lo que piensa y siente, convencido, de que lo expresado cuenta... pero no para años en la cárcel, en el extranjero o en el panteón.
El cobarde, ataca por atrás; el loco, sin saber lo que hace;
el imbécil, sin medir consecuencias, y; el delincuente, con todo.
Sociedad y gobierno, no debemos permitir y menos acostumbrarnos a expresiones delincuenciales de esta naturaleza y nivel, los ciudadanos tenemos que aprender a identificarlos, pronunciarnos y denunciarlos, y las autoridades, tienen que asumir su responsabilidad, aunque no se los pidan, empezando por dimensionar adecuadamente, esta “expresión nueva” en San Cristóbal, de delincuentes organizados, organizados para intentar arrebatarles la tranquilidad a los ciudadanos, y la palabra y tinta a los comunicadores.
El atentado al Maestro Hugo Isaac, es más grave de lo que parece, y pobres de todos nosotros, si no lo combatimos y destruimos a tiempo. Por ello, es lamentable que hasta hoy, enérgica, pública y comprometidamente, nada han expresado los maestros, médicos, ingenieros, arquitectos, contadores, notarios, empresarios, instituciones de educación, clubes, ONGs, sindicatos, y muchas otras organizaciones y personas, quienes en don Hugo siempre han encontrado comprensión, apertura y apoyo, el que más, se ha decidido por la solidaridad discreta o el silencio cómplice, para no comprometerse ni arriesgarse o tal vez por tonta comodidad.
Sin duda, después del atentado a don Hugo Isaac, no faltó quienes lo aplaudieron, otros quizá lo festejaron y algunos otros hasta lamentaron tal vez que los hechos no fueron mayores. Por supuesto, todo a escondidas, en voz baja y hasta con señas, como actúan los cobardes, hipócritas y faltos de hormonas para procurarse un sexo definido, y no la conducta esa que en ocasiones les hace comportarse como varones y otras como hembras.
Todos estos, son los ignorantes y cobardes que jamás han tenido los pantalones o faldas, para contestarle de frente al Maestro Hugo, quien no acostumbra escribir con pseudónimos, buscar tratos preferentes, dádivas, cariños fingidos o comidas para “arreglos”. Habla y escribe, para sensibilizar al gobierno y los ciudadanos, para promover y provocar cambios, para entre todos construir una sociedad más justa y menos enferma, donde quepamos todos, pero no apretados, donde vivamos todos, pero no unos encima de otros.
Por todo esto, es que escogieron a don Hugo, y no alguien quien en la noche escribe y en la mañana cobra, el que se pronuncia fuerte mientras no le dan, quien sin principios, es capaz de vender el espacio hasta del directorio o quien envía los piropos, con la factura adjunta.
Bueno, pero ¿quién o quiénes podrían estar detrás del atentado a don Hugo Robles?, obviamente, nadie a quien don Hugo le ha enviado saludos, abrazos, o algún “cariñito” discreto, es alguien o algunos que los ha llamado a la honradez, quién o quiénes los ha denunciado por ineptos, quién o quiénes los ha exhibido como mentirosos, perversos, cómplices de delincuentes, traficantes de influencias, “hábiles” practicantes del nepotismo, políticos de trapecio o vividores de la política.
Desde luego, no hay que perder de vista la coyuntura política por la que atravesamos, donde los diferentes grupos políticos se están dando con todo para romperse lo que no tienen, para debilitarse, para destruirse.
En alguna parte de todos éstos, seguramente está o están los culpables del atentado. Pero bueno, este no es mi oficio, sino de las autoridades “competentes”, que hasta hoy parece se acercan menos al ciudadano y más a los delincuentes, pero para darles confianza, para que se muevan con holgura, para que en ellos vean más a un socio potencial, que a alguien que es su responsabilidad procurar justicia, orden, paz y armonía.
Quienes hayan sido, se equivocan, al Maestro Hugo Isaac, no lo respetan por sus 1.80 de estatura, sus 87 kilos de peso, sus ojos azules o porque calce del siete y medio, lo respetan por su palabra, su pluma, pulso y pantalones bien puestos. No tiene madera de cómplice ni de cobarde.
Y como dirían los que ya se van, ¡que venga el futuro!, sí, aquí va a encontrarse con comunicadores de pié, valientes, objetivos, críticos, propositivos, honestos y unidos, y si no, que sigan probando y terminarán por aprender, que los incendios no se combaten con gasolina, los corajes con provocaciones, las razones con brutalidades o las denuncias con intimidaciones.