ROBERTO ALBORES
GUILLÉN, PABLO SALAZAR MENDIGUCHÍA, JUAN JOSÉ SABINES GUERRERO Y, AHORA, MANUEL
VELASCO COELLO, cada uno y a su manera, han contribuido grandemente a la
construcción de un estado de Chiapas en el abandono y saqueado en sus recursos
económicos y naturales. Dejan tras de sí, a un pueblo en la miseria,
visiblemente desigual, en el olvido, improductivo, desesperanzado, dividido y
cada vez más condenado a lo peor de las injusticias sociales, donde el esfuerzo
por el BIENESTAR SOCIAL verdadero, solamente ha existido en las piezas
oratorias de los politiqueros y en los formales “Planes de Gobierno”, nunca en
el ejercicio diario de gobierno y jamás en la
administración pública.
Con cualquiera de los ex
gobernadores y el actual, ha sido y es una cuestión de todos los días,
enterarse de los negocios que planean, de las ganancias políticas y económicas
que obtienen, del cuantioso patrimonio que acumulan y de los cálculos
maquiavélicos a los que dan forma para tratar de eternizarse en el poder.
Ninguno de los ex gobernantes y el actual, ha olvidado ofrecer y fingir;
nadie de ellos ni el actual, ha olvidado crear falsas expectativas;
ninguno de todos aquellos ni el actual, ha olvidado aprovechar su cargo para enriquecerse
inmensamente, ellos, sus amigos y la familia. A ninguno de estos ex
gobernantes y el actual, se les encuentran elementos de peso e impacto, para
calificarle de responsable, socialmente.
QUIÉN NO
RECUERDA
a Roberto Albores Guillén, gritando por toda la geografía chiapaneca,
que él le daría “UN NUEVO ROSTRO” a la entidad, y luego no supo o no
quiso cumplir. Nadie ha olvidado que Albores Guillén ofreció honestidad
en el manejo de los recursos del pueblo y que después de concluir, Pablo
Salazar Mendiguchía, por hechos de corrupción, llevó a la cárcel a un
número considerable de sus colaboradores cercanos y lejanos, quienes
posteriormente obtuvieron su libertad debido a negociaciones políticas y no
como resultado de justos procesos jurídicos.
NADIE OLVIDARÁ todas
las evidencias que daban cuenta diaria, sobre la costumbre arraigada en Albores
Guillén por tomar decisiones muy importantes para el pueblo de Chiapas, de
madrugada y visiblemente mermado en sus facultades, físicas y mentales, por el
abuso del alcohol. Nadie nunca olvidará que a Roberto Albores Guillén, el
Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, le documentó muy
puntualmente toda clase de abusos y atropellos en contra de niños, ancianos,
mujeres, hombres y poblados completos. Las firmas y sellos herencia del
gobierno de Roberto Albores Guillén, fueron: revanchas políticas,
persecuciones, desalojos violentos, represiones, torturas, acosos fiscales,
encarcelamientos injustos, decisiones anti democráticas; abusos de poder,
tráfico de influencias, violencia y criminalización de la lucha social, fueron
algunos de los distintivos más importantes en el gobierno de Albores Guillén. Muy
pálidas quedan sus obras realizadas, frente a todos sus desmanes y
deshonestidades que en su tiempo y posteriormente, se conocieron.
QUIÉN NO
RECUERDA al PRIISTA vuelto PERREDISTA, Pablo Salazar Mendiguchía y sus arengas
gritadas de “UNO CON TODOS”, su “QUE VENGA EL FUTURO” (que luego le llegó feo
en “El amate” y el penal de Huixtla), y sus discursos en público, donde se
conducía como poseído por algún espíritu del más allá, sólo para buscar
aprovecharse de conciencias y de los recursos públicos del más acá. Pablo
Salazar, en público y en privado, dentro y fuera de Chiapas, se condujo
como un iluminado gobernante; un gran experto en economía, política, desarrollo, cultura, costumbres, gobierno y
hasta en relaciones internacionales. Su oratoria, con pronunciadas
genuflexiones y acento religioso, de Mesías, terminaron embaucando a la
mayoría de quienes lo trataban, y si no, para eso estaba el dinero, las
amenazas o la cárcel.
Al período de gobierno SALAZARISTA
no le hicieron falta los abusos y desmanes que caracterizaron al gobierno ALBORISTA,
resultaron exageradamente parecidos: uno tomaba decisiones y daba órdenes, borracho
de poder y por el tequila ingerido; el otro decidía y ordenaba, también borracho
de poder y borracho por tanto incienso que sus colaboradores le quemaban para
manipular su ego, intentando hacer que se sintiera dios, todopoderoso e
inmortal. Se debe aceptar que lo lograron, aunque posteriormente pagó, un
poco, las consecuencias de sus abusivos actos políticos y administrativos.
PABLO SALAZAR
MENDIGUCHÍA se paseaba por todas las regiones de Chiapas, día y
noche, ofreciendo esperanza, productividad en el campo y en las ciudades,
bienestar, paz, felicidad y justicia social. Casi a todos logró cautivar y
adormecer. Ofreció grandes encantos y prosperidad inmensa a
agricultores, ganaderos, pescadores, avicultores, silvicultores, porcicultores,
empresarios de todas las áreas y tamaños, y a todo aquel con quien se topaba.
Supo marear y enamorar a organizaciones sociales del campo y las ciudades;
atraía y parecía hipnotizar a activistas de todas los colores políticos; enredó
a religiosos de todas las denominaciones; engatusó a académicos serios y chambistas; supo volverse atractivo
y buen cliente de investigadores prestigiados y desprestigiados; enamoró,
compró o intimidó a comunicadores de todos los tamaños, a los dignos en apariencia,
y a los auto denigrados. Muy pocos, exageradamente, escaparon o se resistieron
a la verborrea, sus billetes o a las pistolas de Pablo Salazar Mendiguchía. Algunos, hasta de la hoy “IZQUIERDA MORENA”,
lo siguen adorando, los menos, discretamente (A VOS TE HABLO).
AL CONCLUIR el
gobierno de Pablo Salazar, al igual que sucedió con Roberto Albores Guillén, si
cuantificamos la magnitud de los recursos económicos recibidos y administrados
por ellos; si traemos a cuenta el tamaño de los planes, programas y promesas
anunciadas; y si luego evaluamos, recursos aplicados y resultados obtenidos, los
frutos caen solos y podridos, desde luego, con notorio muy mal sabor y aroma:
visiblemente desastrosos. Todo se reduce a la corrupción galopante,
simulaciones burdas, “teatro y circo”, saqueo descarado y algunas muy
encarecidas obras, plagadas de irregularidades legales, técnicas y económicas. Solamente
quienes crecieron política o económicamente a la sombra de este mal gobierno,
siguen viendo grandes logros y entran en defensa de Pablo Salazar, discreta
o torpemente.
JUAN JOSÉ
SABINES GUERRERO. Increíble la suerte, el aguante de los
recursos económicos y la tolerancia de
los chiapanecos; llegaron y se fueron Albores Guillén y Pablo Salazar,
dejando miserias y llevándose riquezas, para luego llegar impuesto por Salazar
Mendiguchía, su hombre más fiel y dócil, que después le llevó a la cárcel: Juan
José Sabines Guerrero. Para lo enorme de las necesidades insatisfechas de
los chiapanecos, nada distinto llegó con el gobierno de Sabines. Todo
muy parecido, solamente cambiaron los nombres de las personas, su estatura,
medidas, color de la piel, costumbres, vicios, problemas de conducta y el
grito de batalla “Son hechos, no palabras”. Todo eso fue diferente; la
irresponsabilidad social, la corrupción, los abusos de poder, las
manipulaciones, el desprecio por las leyes, las represiones y los olvidos hacia
los más necesitados, todo lo que identifica y vuelve despreciable a los malos
gobiernos, estuvo puntualmente presente y en abundancia con Juan José Sabines
Guerrero. Mintió como quiso, sometió a quien se le antojó, pisoteó a quien
le dio la gana y hasta recurrió a
empréstitos extraordinarios para incurrir en deshonestidades aún mayores. A Albores
Guillén y Pablo Salazar, seguramente no se les ocurrió, si no hubieran
hecho lo mismo. Sabines hizo escuela y de aquí en adelante, ya a ningún
gobernador se le va a escapar esta perversa maniobra financiera que permite
robar más. Desastre económico, desorden social, anarquía administrativa y
más pobres, fue la herencia de Sabines Guerrero al sucesor que
impuso: su compadre Manuel Velasco Coello. Quien en casi dos años, nada ha
hecho para que se castiguen los actos de DELINCUENCIA ORGANIZADA en que
incurrió Juan Sabines.
LLEGÓ EL GOBIERNO
VERDE. Después
de gobernantes priistas y dos periodos de gobernantes amarillos, la mafia
política del centro del país decidió que a Chiapas lo regenteara un VERDE. Hizo
a un lado a los perredistas chuchos, muy chuchos, y colocó a probar
suerte a Manuel Velasco Coello, su mami y sus chamacos.
A diferencia de la formación
académica, equipo de trabajo y experiencia administrativa de Roberto Albores
Guillén, que al final de cuentas sirvió para nada, socialmente positivo, al
pueblo de Chiapas; a diferencia de Pablo Salazar Mendiguchía y su gran
habilidad para mentir y robar; a diferencia de la tremenda capacidad de
conducción hacia desastres, en todos los órdenes, de Juan Sabines Guerrero;
ya Manuel Velasco Coello, ayudado muy esmeradamente por su mamá, Leticia Coello
Garrido, durante casi dos años, viene dando muestras de que posee el
potencial y la destreza, suficientes, para superar negativamente a todos sus
antecesores. Para no fallar, ya tiene con él, entre otros, a Javier Herrera Borunda, Roberto Rubio Montejo, Eduardo Ramírez Aguilar,
Fernando Castellanos Cal y Mayor, Rutilio Escandón Cadenas, Eduardo Zenteno,
“el amigo Migue” Córdoba, a Guzmán Leyva y a Enoc Hernández Cruz, trepado en
“MOVER A CHIAPAS”, para que entre todos ellos y ellas, terminen por JODER A
CHIAPAS, como siempre.