En el CBTIS 92 encontramos infraestructura física con preocupantes deterioros, insuficiente y en grave abandono; “discreción” con rasgos de corrupción en el manejo de los recursos económicos aportados “voluntariamente” cada semestre por los padres y madres de familia; reprobables “usos y costumbres” en el renglón académico y administrativo; equipamiento rezagado y obsoleto; notoria desorganización interna; grupos de poder que obstaculizan el buen desempeño y desarrollo del proceso educativo; apatía en grados patológicos en directivos y no pocos docentes; y demasiadas “mañas y maldades”, como instrumentos de uso cotidiano, para que todo permanezca igual y continúe alimentando y moviendo el estado de vicios, irresponsabilidades y deshonestidades, que producen y reproducen una educación deficiente, no crítica, al servicio del poder y alejada de compromisos sociales.
El esfuerzo periodístico realizado por el comunicador Rodolfo Flores, la semana anterior, fue importante, sin embargo, existe mucho más que precisar y reflexionar, en el ánimo de fortalecer una denuncia que estimule y haga voltear a la autoridad, que razone y resuelva las condiciones deplorables en que tienen a la educación en el CBTIS 92 y en Chiapas, una actividad que al parecer no entienden lo suficiente, su valor y trascendencia para el desarrollo socialmente justo; o entienden muy bien la importancia que tiene para los gobiernos y poderosos en general, un pueblo analfabeta, preparado con limitaciones o formados sólo para reproducir y garantizar las condiciones sociales injustas que se padecen desde hace mucho.
Si observamos, detenida y fríamente, todas las cuestiones de infraestructura y equipamiento del CBTIS 92, no cuesta calcular que su rezago lleva no menos de 25 años y el abandono casi absoluto, no tiene menos de 10. En 33 años no han podido construir la barda perimetral adecuada que de seguridad suficiente a los estudiantes, trabajadores y patrimonio de la Institución; son visibles los daños estructurales al edificio; las instalaciones eléctricas e hidráulicas están cercanas al desastre; los módulos de baños para mujeres y hombres seguramente “lucen” peor que un reclusorio de tercera; el mobiliario en aulas y talleres, guarda bastante parecido con lo que se ve hoy en Haití, después del desastre natural; existe dejadez en el transporte y el manejo y disposición final de los residuos sólidos generados en el plantel, es bastante primitivo y riesgoso para la salud de los 105 trabajadores, 1577 alumnos y los cientos de padres y madres que con frecuencia ocurren al CBTIS 92.
El equipo existente en las áreas administrativas y los talleres, en su mayoría presentan pronunciados deterioros o ya han concluido su vida útil, inclusive, no pocos podrían ser piezas importantes en algún museo, o de gran valor para algún coleccionista de antigüedades relacionadas con la educación tecnológica, industrial o de servicios.
El concreto hidráulico que hay por todas partes, por las serias cuarteaduras y hundimientos que presenta, parece que ha sido bombardeado o que ha estado expuesto a sismos de gran intensidad.
En general, éstas son sólo algunas de las características más deplorables y lamentables que se presentan en el CBTIS 92, en lo relativo a su aspecto físico, lo que se puede ver y calificar con facilidad e inmediatamente; lo académico, que está íntimamente relacionado con toda la infraestructura física y equipamiento, ya en lo sucesivo habrá tiempo y espacio para tratarlo como se debe y merece.
Del abandono, olvido, irresponsabilidades y probables corrupciones que se presentan en el CBTIS 92, son responsables no sólo Alonso Lujambio, Secretario de Educación en el país; Miguel A. Martínez, Sub Secretario de Educación Media y Superior; Julio C. Santos Poun, representante de la subsecretaría de Educación Media y Superior en Chiapas; Heberto Villatoro Culebro, Director de enlace operativo de la DGETI en Chiapas, y algunas autoridades internas, sino también los padres y madres de familia que no asumen sus obligaciones y derechos en el desarrollo integral de sus hijos e hijas.
Ninguna “reforma educativa” logrará su objetivo, si las madres y padres de familia no se incorporan a ella con su análisis crítico y sus propuestas comprometidas, aún con los riesgos que ello implique, incluida la represión o la desgastante indiferencia.