Con motivo a
El valor del silencio, que permite escuchar a otros; el silencio que enseña; el silencio que debe obligar a ser mejores; el silencio que emite señales; el silencio que también manda; y, los silencios que acercan, clarifican e imponen.
Se puede aportar, formar y resolver más, con un silencio adecuadamente administrado, más que con expresiones ruidosas, donde las frases atropellan, lesionan o sólo entretienen, esconden o engañan.
Se oye mejor a todos, cuando se guarda silencio: muchos problemas se evitan o resuelven, asimilando el lenguaje del silencio.
La mujer u hombre más útil, socialmente, bien puede ser, no quien más o mejor hable, si no quien cultiva el equilibrio entre, oír, hablar y callar.
Los movimientos que más rápido se consolidan y trascienden, son los que avanzan en silencio; los pasos de avance seguro, son los que no levantan polvo; las palabras que más convencen, son las que no se dicen; el compañero que mejor acompaña, es quien aprende y enseña a guardar silencio; y, los esfuerzos que cuajan temprano, son los que no se les fijan tiempos.
No sobra decir que, me refiero al silencio que puede ayudar a formar nuevos hombres y mujeres: el que construye, no el que complace, confunde o empuja a conformarse.
P.D. Pero bueno, los Cientistas Sociales dirían que nada es absoluto, que todo es relativo.