Al
estado de Chiapas, un año antes que a Michoacán, el ejecutivo federal le nombró
un COMISIONADO. El diccionario de la Real Academia Española, al definir comisionar, dice: “facultar, encargar, delegar”.
Cuando en los primeros días de enero de 2013, el presidente, Enrique Peña Nieto inició la “Cruzada Nacional contra el Hambre” en
el país, en presencia de su gabinete legal y ampliado, desde el municipio
chiapaneco de Las Margaritas, por primera ocasión se conoció públicamente a Ernesto Javier Nemer Álvarez, Subsecretario de Desarrollo Social y
Humano de la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL), como representante
del gobierno federal en Chiapas; se dijo que venía a quedarse con los
chiapanecos y se intuía que era para que
el programa estrella se ejecutara al pie de la letra, sin pérdida de tiempo y
sin extravíos, y de esta manera garantizar el cumplimiento de las metas y los
objetivos originales trazados para el “novedoso” programa.
Al
estado de Chiapas, un año antes que a Michoacán, el ejecutivo federal le nombró
un COMISIONADO.
No debe olvidarse que la “Cruzada Nacional contra el Hambre” se
inauguró en Chiapas en los primeros días del año 2013, curiosa y exactamente, un mes después de que miles de integrantes
del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional volvieran a aparecer públicamente, demostrando que no habían
desaparecido; probando que se han multiplicado en muchos miles más de
milicianos y bases de apoyo; dejando claro para los mexicanos y el mundo, que
no los han eliminado, que no se han cansado, que no se han vendido y que
insisten en su resistencia y rebeldía.
Que las políticas y acciones contrainsurgentes –durante casi dos décadas- de
los gobiernos, han fracasado: que el
Ejército Zapatista de Liberación Nacional, a 18 años de haberse mostrado,
continuaba fortaleciéndose, multiplicándose, avanzando geográficamente,
mientras las injusticias sociales que lo hicieron surgir y prosperar, continúan
empeorando, sin que alguna autoridad haga algo favorable, sustantivo y
determinante.
Al
estado de Chiapas, un año antes que a Michoacán, el ejecutivo federal le nombró
un COMISIONADO. En este escenario de “emergencia y
preocupación” del gobierno de la república, por el inocultable resurgimiento del
EZLN y el probado fracaso de los programas de desarrollo, concebidos para
detener, revertir y superar las pobrezas y el abandono institucional en que se
tiene a millones de chiapanecos, se nombró a Ernesto Javier Nemer Álvarez
como representante de la federación en la entidad, con la encomienda
prioritaria de ver y escuchar para la
presidencia de la República, y garantizar la correcta orientación y ejecución
de los programas de “Desarrollo”, y
de esta forma, intentar evitar o minimizar un muy probable susto mayor originado desde el Ejército
Zapatista de Liberación Nacional, que coloque a todos en los terrenos de la
“seguridad nacional”. Ernesto Javier Nemer Álvarez fue traído
a Chiapas, por lo que se ha visto, principalmente por dos cuestiones: el “desarrollo”
y la seguridad, los mismos motivos que llevaron al gobierno de Enrique Peña Nieto a nombrar como su COMISIONADO en el estado de Michoacán a
Alfredo Castillo Cervantes, con la
responsabilidad de ocuparse de eliminar o alejar todos aquellos elementos o
condiciones sociales que puedan atraer o alimentar la inseguridad y construir condiciones favorables para el “desarrollo” al que los gobiernos
aspiran. El estado de Michoacán tiene COMISIONADO,
pero a Chiapas se lo nombraron desde un año antes.
Al
estado de Chiapas, un año antes que a Michoacán, el ejecutivo federal le nombró
un COMISIONADO. El gobernador Manuel Velasco Coello, en función al futuro político que aspira, le
conviene tener bien claras y presentes cuatro cuestiones fundamentales: el
presidente Enrique Peña Nieto está
muy “inquieto” por un muy probable susto mayor que pueda originarse desde
el Ejército Zapatista de Liberación
Nacional; Enrique Peña Nieto
tiene claro el fracaso del estado y la federación en materia de gobierno y
administración, cuando menos, durante 18 años; Enrique Peña Nieto no tiene la suficiente confianza en las
capacidades, habilidades y lealtad de sus delegados federales en Chiapas; y
también, Enrique Peña Nieto da muestras de no confiar
para nada en la “eficiencia”, “eficacia”
y “lealtad” del equipo de trabajo y el mismo gobernador de Chiapas. Si el
presidente de México reconociera y confiara en las capacidades y lealtad de los
delegados federales y del gobernador chiapaneco, no hubiera necesitado nombrar
y traer a un Comisionado o representante, como Ernesto Javier Nemer Álvarez (mexiquense, licenciado en derecho,
Secretario Particular en la Secretaría de Gobernación, Coordinador de actos
presidenciales en la presidencia de la República, diputado local de 2009-2011,
presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso, Secretario de
Administración, Secretario de Desarrollo Social y Secretario general de
gobierno en su estado natal), para que en su nombre, esté al pendiente del “desarrollo” y la seguridad que esto lleva. Encargarse de dar marcaje
personal a la ejecución, el seguimiento, la evaluación y el control de los programas federales en la
entidad, y de pasada, “echarle un ojo”
a todo lo que se disponga y mueva en Chiapas. Enrique Peña Nieto en nadie
confía, está más que claro.
Al
estado de Chiapas, un año antes que a Michoacán, el ejecutivo federal le nombró
un COMISIONADO. Aunque suene fuerte y nada agradable,
hay que decirlo: Ernesto Javier Nemer
Álvarez, ante la desconfianza hacia un gobierno estatal, fue el primer COMISIONADO nombrado por Enrique Peña Nieto antes que éste
cumpliera 60 días de haber tomado posesión del cargo. Nemer Álvarez es algo así como “la rienda, las espuelas, el
jinete y el látigo” del gobierno federal en Chiapas. Si a Nemer Álvarez, además de subsecretario
de la SEDESOL, se le presenta públicamente como el representante del
gobierno de la república en la entidad, en los hechos COMISIONADO, lo facultan, anticonstitucionalmente,
para conocer, “sugerir”, evaluar y controlar, más allá de la “Cruzada Nacional
contra el Hambre”, más allá de los programas sociales, más allá de las
facultades de un subsecretario, lo colocan por encima de los delegados
federales y por arriba del gobernador y sus secretarios de Estado. A Ernesto
Javier Nemer Álvarez, lo autorizan para llegar hasta donde quiera o le
interese y bien puede hacer que los delegados federales y los colaboradores
inmediatos al gobernador, se comporten como sus muy serviciales empleados. Según se sabe, todos, incluido el gobernador, en público o privado, “se
cuadran” ante el representante de Enrique Peña Nieto.
Al
estado de Chiapas, un año antes que a Michoacán, el ejecutivo federal le nombró
un COMISIONADO. Si revisamos lo que Ernesto Javier Nemer Álvarez ha venido
haciendo y pronunciando en poco más de un año que se le nombró representante,
encontraremos que en los medios de
comunicación, escritos y electrónicos, se registran argumentos suficientes para
confirmar que existe sobrada razón para afirmar que él es “la rienda, las espuelas, el
jinete y el látigo” del gobierno federal en Chiapas: se lee que a todos exhorta a trabajar; se
lee que anuncia millonarias cifras de inversión; se lee que hace
reconocimientos; se leen “sutiles”
reclamos y apremios; se leen evaluaciones; se le escuchan cortesías
administrativas y políticas; y se leen y escuchan pronunciamientos que
únicamente le corresponden hacer al gobernador Manuel Velasco Coello, quien
muchas veces aparece rezagado y opacado por Ernesto Javier Nemer Álvarez,
primer COMISIONADO nombrado en el país por Enrique Peña Nieto. Guste o no,
estos son hechos que se presentan en Chiapas.