Piensa, Prensa y Pega.

16 de abril de 2005

“MAESTROS” Y SOCIEDAD

El “maestro” como agente de cambio, promotor en potencia de transformaciones sociales.

Es imposible negar la enorme contribución que para el desarrollo de conciencia social ha tenido el movimiento magisterial mexicano desarrollado en los últimos 35 años. Movimiento donde han participado decisivamente docentes de educación básica, nivel medio superior y superior de este país. Casi siempre con acompañamiento de personal administrativo, estudiantes y trabajadores en general.

Además de los maestros de educación básica, se han destacado también, docentes, administrativos e investigadores de universidades del país, donde encontramos a la UNAM, IPN, Universidad de Chapingo, Universidad Pedagógica Nacional, Universidad Metropolitana y las Universidades de Puebla, Oaxaca, Guerrero, Michoacán y Chiapas, entre otras.

Las movilizaciones de los últimos 35 años han sido determinantes en la construcción de la conciencia social que hoy tiene el pueblo mexicano y chiapaneco, particularmente. Siempre cuestionando lo inútil, injusto e inoperante del modelo de desarrollo adoptado, cultivado y protegido por nuestros gobernantes. En la medida que el tiempo ha ido transcurriendo, cada vez queda más claro que los luchadores sociales no estaban equivocados, tenían y tienen la razón.

Las diversas movilizaciones y luchas en general de los trabajadores de la educación, no se han dado sobre terciopelo y musicalizadas, los recuentos y recuerdos arrojan perseguidos, intimidados, golpeados, desaparecidos, torturados, encarcelados, y muertos. Mucho de este saldo siempre ha sido el resultado de la insensibilidad y ceguera de los responsables de buscar y procurar soluciones civilizadas y justas, socialmente. Nuestros gobernantes bastante se han destacado, en primero intimidar y luego dialogar; golpear y después escuchar; encarcelar y luego establecer mesas de negociación; contabilizar heridos, torturados, encarcelados y muertos, y ahora si, desahogar la agenda, simulando flexibilidad, predisposición al diálogo y madurez política.

De los movimientos magisteriales han emergido respetados y respetables luchadores sociales, pero lamentablemente, también hermosos ejemplares vividores de la lucha magisterial.

Si nos circunscribimos a Chiapas, encontramos que los maestros siempre han insistido en mejores salarios y prestaciones sociales, principalmente, y bastante han logrado arrancarle a nuestros gobernantes, tal vez no como se quisiera y necesita, pero se ha avanzado.

Si nos detenemos a analizar ligeramente las condiciones socioeconómicas que prevalecían hace 35 años y las comparamos con las que existen hoy, las situaciones son más difíciles y preocupantes, y es aquí donde el maestro debe estar obligado a analizar, reconsiderar y fortalecer sus formas de lucha, el contenido de sus demandas y las estrategias que lo conduzcan a resultados de mayor alcance, que impliquen menores esfuerzos y minimicen la exposición a atropellos y vejaciones .

Los maestros tienen que aprender a ir más allá de las movilizaciones con el único objetivo de alcanzar mayores salarios y prestaciones sociales, tienen que también ocuparse de revolucionar los planes, programas de estudios y métodos de enseñanza que mejoren la calidad de la educación, sin olvidarse estar pendientes en demandar oportunamente la suficiente infraestructura educativa que posibilite atender satisfactoriamente las necesidades educacionales de los chiapanecos.

Si los maestros quieren fortalecerse y avanzar con relativos menores riesgos y esfuerzos, tienen, ya que incorporar a sus demandas, de manera permanente, la problemática de la sociedad en su conjunto. Construir un movimiento nacional permanente donde se reflejen las necesidades sociales, todas, que ellas le den vida y dirección; lo que agobia a los campesinos, obreros, amas de casa, estudiantes, y todo trabajador organizado o aislado, de la sociedad mexicana.

Los maestros tienen que hacer esfuerzos extraordinarios para desarrollar mayor creatividad en su lucha con los gobernantes. Cada día queda más claro que las acciones y estrategias de siempre, con el paso del tiempo, vienen siendo cada vez menos efectivas. Como en las enfermedades crónicas, nuestros gobernantes se han vueltoresistentes” a los tratamientos acostumbrados.

Es aquí donde el maestro tiene que apreciar y valorar correctamente a los estudiantes y padres de familia, como una parte de su realidad que ha sido muy poco o nada tomada en cuenta, que ellos guardan enormes potencialidades para el esfuerzo por conseguir resultados más prontos y de mayor trascendencia. Las “asociaciones de padres de familia” deben dejar de ser útiles sólo como una especie de “secretaria de obras públicas” de cada escuela, que les resuelve todas sus necesidades materiales, y solo eso. El maestro tiene que hechar a volar su imaginación y habilidades, para superar la pobre concepción que se tiene de las “asociaciones de padres de familia”; como incorporar y comprometer a los padres de familia, estudiantes y sociedad en general en la lucha magisterial, sería la tarea por resolver. Ya superado, seguramente todo ello se reflejará en mayor fortaleza y menor vulnerabilidad en cualquier movimiento magisterial.

Además de lo anterior, es necesario que los maestros, al interior de sus organizaciones, inicien una pronta, enérgica y honesta campaña que los lleve a combatir toda conducta que les propicie desprestigio y flancos débiles antes los gobernantes y sociedad. Todo aquello que pueda oler a corrupción, irresponsabilidad o ausencia de compromiso social.

Los maestros tienen que encontrar lo que tanto daño les origina, y por ellos mismos, combatir y aniquilar la “cultura” de las dobles plazas, el maestro “comisionado”, el que trabaja de martes a jueves, el que no trabaja los días de quincena, el maestro “pone tarea”, el que tiene horas en todas las escuelas, el que lleva 28 años de servicio – dos en aulas y 26 comisionado – las mafias familiares en la docencia y los “Alcapones” de los sindicatos. Además de encontrar la manera de manifestarse y ejercer presión institucional, sin suspender las clases de los estudiantes.

Los maestros para construirse mayor fortaleza, credibilidad y capacidad de convocatoria, tienen que empezar “limpiándose” por dentro, casi “purgarse”, al mismo tiempo que aprender a tejer una relación diferente y de compromiso con padres de familia, estudiantes y sociedad en general.

Para la problemática “magisterio – gobierno”, y las necesidades sociales de hoy, enormes son las enseñanzas que encontramos en los maestros de otros tiempos. Donde el maestro además de desarrollar su programa educativo, por la naturaleza de su relación con la comunidad, le hacía de médico, abogado, agrónomo, veterinario, psicólogo, arquitecto, contador, sacerdote y de pasada maestro de educación física. Toda esta conducta, construían hacia su persona, respeto, admiración, predisposición a escucharle y seguirle siempre, por parte de la sociedad.

En aquellos tiempos, no muy lejanos, al maestro le gustaba que le llamaran “maestro“, y como no, sí, lo era, lo estimulaba y comprometía más; tiempo después les atraía más ser llamados profesores o “profes”, y ya mas recientemente casi obligan a ser llamados “profesor y licenciado”, aunque cada día su trabajo se aleje más de su verdadera responsabilidad, la de educar, forjar conciencias y formar generaciones críticas, propositivas y cada vez más comprometidas en la solución de los problemas de la sociedad en su conjunto.

Documento publicado originalmente en el períodico "La Foja Coleta" el 16 de abril del 2005.

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