El
desmayo del gobernador de Chiapas; posibles orígenes y consecuencias
Sin ningún ánimo de exagerar, inicio
afirmando dos cuestiones importantes: primero,
hasta ahora, el gobernador Manuel Velasco Coello ha sido parte importante, casi
“la estrella”, en dos actos públicos que por su alcance y difusión mediática,
han sido aprovechados por él para mostrarse ante la opinión pública local y
nacional, como un joven político fuerte, con presencia ante la clase política
estatal y nacional, con importante apoyo del gobierno central, con capacidad de
convocatoria y con relaciones firmes con empresarios destacados de este país.
El primer acto fue su toma de posesión, a la que hizo llegar a poco más de la
mitad de los gobernadores de este país, así como a personajes importantes de la
iniciativa privada y de la política; y el segundo acto ocurrió con la visita
obligada que el presidente de México, Enrique Peña Nieto, realizara al
municipio de Las Margaritas, con su gabinete legal y ampliado, como respuesta y
consecuencia de la marcha del Movimiento
Insurgente, calculada oficialmente en 40 mil bases de apoyo Zapatistas. Segundo, todos sus bonos, valoraciones,
calificaciones y proyecciones políticas logradas hasta la primera quincena de
febrero, se resquebrajaron, entraron en crisis y se fueron al piso, cuando el gobernador
chiapaneco se desmayó y tocó tierra, en el acto público del 12 de febrero en el
municipio de Teopisca, Chiapas. Ese día, gran parte, si no todo, de lo
construido en imagen, confianza y fortalezas hacia la persona del gobernador,
junto con él, también se fueron al suelo.
El desmayo que sufrió en público
el gobernador chiapaneco, Manuel Velasco Coello, lo mostró ante la opinión pública, local y nacional,
para empezar, como alguien sin fuerzas para poder sostenerse de pie, débil
físicamente, y eso no es una cuestión menor, importa e impacta demasiado
políticamente. Mucho de lo construido para el presente y futuro del gobernador Manuel Velasco Coello, cuando menos, hoy se
encuentra seriamente mellado y, de continuar las alteraciones en su salud,
éstas podrían terminar, si no arruinando en definitiva, sí frenando la carrera
política de “El Güero” Velasco. Un gobernador debe contar con una fortaleza
física, mental y emocional cada minuto de su día a día, a lo largo de los seis
años que dure su gestión; no puede ser un figurín de montaje, mediático, para
que luzca firme únicamente bajo los reflectores y en pantalla, no puede
permitirse ese tipo de desvanecimientos que lo único que reflejan es que algo,
dentro de esa compleja maquinaria que lo sostiene como servidor público de
primer nivel, está fallando. Quién sabe si él, sus asesores y amigos,
dimensionen adecuadamente esta situación; quién sabe si ya hacen algo para
recomponer lo sucedido y difundido nacionalmente; y lo más importante, qué
están haciendo para evitar que se vuelva
a presentar otro evento semejante. ¿Quién le administra los tiempos y
movimientos al gobernador?, ¿quién cuida de la alimentación y salud del
ejecutivo?, ¿quién le propicia equilibrios y límites a Velasco Coello? Tal vez
nadie, y eso es sumamente delicado en un titular del ejecutivo estatal.
El desmayo del gobernador de
Chiapas, por supuesto, no es
consecuencia de que a él se le haya descuidado su alimentación desde pequeño,
no, él es una persona a quien se le cuidó su salud, desde antes que naciera, y
su alimentación, seguramente, siempre ha estado apoyada en nutriólogos. El desmayo de “El Güero” tampoco es
porque le preocupe la tendencia del desempleo en México, porque, seguro, él en
sus 32 años nunca ha tenido, ni tendrá, necesidad de buscar un empleo, y mucho
menos, pasar por la angustiosa experiencia de conseguir un trabajo para poder
sobrevivir, educar, alimentar, vestir, curar, procurarse una vivienda,
etcétera, él y su familia. El desmayo
de “El Güero” no es porque le preocupe demasiado el desempleo, subempleo y sus
consecuencias en la familia y sociedad
en general. El desmayo del gobernador no
se debió al exceso de angustia que lo aqueja, o debiera aquejarlo, por lo que
sucede en el campo y en las ciudades chiapanecas. El desmayo de “El Güero” no es por hambre, sufrimientos de
injusticias, represiones, encarcelamientos injustos, persecuciones,
desnutrición crónica o un ejemplo claro que sintetice su nacimiento y
desarrollo en pobreza extrema o criminal miseria. El desmayo del gobernador es por nada de todo eso.
El desmayo del gobernador de
Chiapas, indudablemente, es
un reflejo de las tensiones y
preocupaciones por las que está pasando y enfrenta; por la escases de recursos
económicos, por los compromisos financieros incumplidos y por cumplir, y por
las presiones de los grupos políticos, económicos y sociales, que le persiguen,
atosigan y exigen, lo que les prometió, todo para lo cual él y su “círculo
rojo”, no estaban preparados. El desmayo
de “El Güero” comprueba falta de previsión, desorganización, incapacidad
administrativa, falta de habilidades
elementales, inmadurez y escasez de oficio político entre otras cosas, en el gobernador
Velasco Coello y en sus operadores políticos, económicos y de seguridad. El desmayo del ejecutivo chiapaneco comprueba que no tiene un verdadero equipo
de trabajo, profesional y comprometido con Chiapas ni con él; comprueba que
aunque esté rodeado de muchos y muchas, él está cargando con todo lo que
entiende y puede, y que a los otros no les interesa, no vinieron a eso o no
saben qué hacer y cómo ayudar a cargar y resolver, significativamente, las
difíciles y graves implicaciones que hoy exigen hacer buen gobierno y conducir con honestidad, transparencia y responsabilidad, la
Administración Pública Estatal, en las condiciones de desastre heredadas por
Juan Sabines Guerrero.
El desmayo del gobernador de
Chiapas, da también para
imaginar lo que está padeciendo por las herencias Sabinistas de todo tipo y los
apretones que le ha de estar aplicando Juan Sabines; las angustias por las que
ha de estar transitando para poder cumplir todos los compromisos que hizo con los grupos
políticos nacionales y locales; la desesperación que le causan las exigencias
de los empresarios del estado y el país, para que ya les empiece a redituar la
inversión que hicieron en él; la decepción que le ha de causar toparse con
infinidad de asuntos urgentes y delicados por resolver, y encontrarse con que
sus más cercanos colaboradores en nada, o muy poco, lo pueden ayudar; y para
completar, enfrentar diariamente las peticiones, coerciones y chantajes
familiares, para complacerlos y porqué no, hasta permitirles mandar o manipular.
El desmayo del Gobernador de
Chiapas en sus primeros 64 días de gobierno, es una muy mala señal, que en privado o a escondidas, ya le han de
estar cruzando apuestas “Los Albores”, “Los Aztecos”, “Los Pablistas”, “Los
Sabinistas” y “Los De La Veguistas”. Se han de relamer y ya se han de imaginar lo que puede suceder
dentro de 21 meses, cuando el gobernador Velasco Coello presente su segundo
Informe de Gobierno, y que, de continuar como va, “El Güero” pueda ser
“promovido” a una Secretaría de Estado o algún otro cargo político importante
en el país o el extranjero, sin necesidad ya de efectuar elecciones, y ahí sí,
todos ellos a repartirse el pastel, según sus fuerzas y mañas, de acuerdo a
relaciones, volumen y dinero. En este espacio, se escribió hace más de dos
meses: “El gobierno del “El Güero” puede resultar de muy poco tiempo y además
intrascendente”. El desmayo del
gobernador Manuel Velasco Coello y lo que se le ha visto en 73 días de
ejercicio de gobierno y administración, si otra cosa importante no sucede, bien
ya puede ser el principio de lo que hace meses aquí se escribió. Todo esto, sin
considerar lo que pudiera venir desde el Ejército
Zapatista de Liberación Nacional, el
Movimiento Insurgente que crece y avanza en silencio: sin ruidos, pero moviéndose; despacio, pero con prisas; sin hablar,
pero comunicándose. Un movimiento insurgente que no se desvanece.
Aviso del autor:
Francisco Ruiz Zuart ha decidido tomarse unas vacaciones. Así que, de
modo indefinido, no aparecerá esta columna. A los amigos y a quienes no lo son,
les avisa que estará totalmente ilocalizable por cualquier vía.
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