UNA
CONDUCTA GRAVE, dentro de muchas, se viene
presentando en el estado de Chiapas, y si el gobernador Manuel Velasco Coello o el Secretario de Gobernación, Miguel A. Osorio Chong, no remedian la
situación, este comportamiento generalizado en autoridades municipales,
diputados, colaboradores cercanos al Ejecutivo y políticos desempleados,
amenaza con convertirse en la próxima fuente de una cadena interminable de
desestabilizaciones que alimentarían, aún más, la ya de por sí inestabilidad
chiapaneca. En Chiapas, los regidores
se pervierten y hacen hasta desfiguros para amarrar su próxima chamba; los síndicos que han constituido hasta
una “red”, se amafian para buscar
cómo invertir, políticamente, para vivir y enriquecerse con recursos públicos; los presidentes municipales se ocupan
de tiempo completo en dar forma a su futuro político, y la problemática de sus
respectivos municipios, pasa a un papel secundario. Los diputados locales andan en el “qué agarran y a quién se arriman”, estimulando y generando corrupción y desorden; y los
funcionarios más cercanos al gobernador, como el Secretario General de
Gobierno, Eduardo Ramírez Aguilar,
viven distraídos viendo cómo abonar y conseguir otro sueño terrenal, el siguiente
cargo de “elección popular”. Todos
ellos, ocupados en lo suyo, lo personal, y nadie trabaja de manera seria, en
afrontar y resolver los problemas sociales, económicos y políticos del pueblo
de Chiapas. Desde los 122 ayuntamientos, desde las oficinas del Ejecutivo
Estatal, desde el Congreso de Chiapas; toda la vida política y administrativa
en la entidad, son improvisaciones, negocios, ocurrencias, anarquías,
apariencias, deshonestidades, banalidades, simulaciones y nadie hace algo por
frenar esta descomposición y extravío institucional generalizado.
INCONTINENCIA
VERBAL en todos los funcionarios y políticos,
es una epidemia que amenaza la tranquilidad de los chiapanecos, y el gobernador
Manuel Velasco Coello, hasta ahora,
hace nada por pararla y alejarla de Chiapas. Los ayuntamientos dicen,
hacen y permiten lo que les da la gana y el Congreso del Estado guarda silencio
cómplice y complaciente. Los diputados
dicen y se conducen sin “rienda y bozal”,
empezando por el niño más mimado, Fernando
Castellanos Cal y Mayor, y “El güero”
no le aplica las nalgadas que se merece. Su Secretario General de Gobierno, Eduardo Ramírez Aguilar, vive ocupado
en su sueño político, y para nada, sustantivo, de la política interior del
Estado, y nadie lo corrige y da seguimiento; y si a todo esto le agregamos que
el gobernador -además de no poner remedio- bastante se ocupa más de la
politiquería nacional, antes que desempeñar su cargo con madures y eficiencia,
el panorama presente y futuro de Chiapas es negro, alarmante y deprimente. Si,
urgentemente, en Chiapas no se pone orden en las instituciones y freno en la
corrupción que ya hace ruido, una sorpresiva zarandeada social puede ocurrir en cualquier momento. Gobernador, ponga orden, madure,
ocúpese con seriedad de su encomienda y si no puede, pida ayuda a quienes lo
pusieron en el cargo. Gobernador, hágalo
por los chiapanecos, no por usted; son más de 4 millones de ciudadanos cuyo
futuro está en sus manos.
DOÑA
LETICIA COELLO GARRIDO. Hoy en Chiapas, nadie duda que
la persona más poderosa es “la madrina”,
Leticia Coello Garrido. Cuando el ex
gobernador Juan José Sabines Guerrero,
su mamá y su esposa, cada una de ellas, tenía y administraba su propia parcela
de poder e ingresos, pero hoy, con Manuel
Velasco Coello, a falta de esposa, el poder de cónyuge y madre, se
concentra en una sola persona, Doña
Leti. Esto, en principio no es malo, es malísimo, cuando se es un hijo
demasiado obediente, complaciente y débil en extremo, ante una madre que
seguramente trae acumulados muchos deseos políticos insatisfechos, ansiedad de
poder, rencores, complejos y un perfil protagónico
en grados preocupantes. Leticia Coello
Garrido, mamá del gobernador de Chiapas, en un año, ha sabido cómo hacer
escuchar y obedecer a 122 ayuntamientos; ha sabido cómo hacer, escuchar y
obedecer a todos los colaboradores de primer
nivel del poder Ejecutivo; ha sabido cómo hacer escuchar y obedecer a los
41 diputados locales; ha sabido cómo hacerle para que el titular del Poder
Judicial esté al pendiente de ella, antes que del gobernador. Ha sabido cómo hacerse sentir, obedecer y
temer, y no pocos ya le tienen hasta miedo. Qué tal eso, confían que hasta
el Comisionado del presidente Enrique Peña Nieto, Ernesto Javier Nemer Álvarez no
descuida “el cariño” de ella, inclusive,
muchos opinan que, tras bambalinas, la señora Coello Garrido bien podría ser una buena Secretaria General de Gobierno. En serio o en broma, los
experimentados dan argumentos y tienen sentido, pero sería más sano,
institucionalmente, si únicamente se limitara a ser la mamá normal del
gobernador.
AL
GOBERNADOR MANUEL VELASCO COELLO, LO ANDAN MOSTRANDO DESNUDO.
Un mínimo análisis profesional en materia de imagen y comunicación social,
sería suficiente para cesar de sus funciones al titular del Instituto de
Comunicación Social del Gobierno de Chiapas, José Luis Sánchez García. El 25 de febrero, al dar a conocer en los
medios estatales de comunicación que un día antes había iniciado la “primera
semana nacional de salud”, publicó, en primeras planas, una fotografía
del gobernador del Estado, donde Velasco
Coello aparece desnudo de la mitad de su cuerpo. ¿En qué ayuda al
gobernador de Chiapas, mostrarlo sin ropa y que le están aplicando una vacuna?,
¿En qué beneficia a los chiapanecos ver a su gobernador sin camisa? Cualquiera
que haya observado al Ejecutivo del Estado sin camisa, lo primero que siente y
expresa, no es reconocimiento y admiración, sino preocupación por su salud. En
la imagen que se manda a publicar, se ve muy desmejorado, aunque pudiera estar fuerte;
pareciera enfermo, aunque esté sano. Da la impresión que ese cuerpecito no está como para aguantar
cinco años más en funciones de gobernador. Si se pretendió mostrar a un
gobernador fuerte, saludable y lleno de energías, la fotografía publicada no aporta
los elementos mínimos para llegar a esas conclusiones. Las características
físicas de su espalda, el grosor de su cuello, sus pectorales, bíceps, tríceps,
la ausencia de marcas en su abdomen, su encorvamiento, la expresión de todo su
cuerpo y hasta la ausencia de frescura en su mirada, no dan para eso.
Cualquiera bien podría decir: ¡pobre
muchacho!, necesita atención médica, alimentación adecuada y alguien que le
dé cariño suficiente.
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