Piensa, Prensa y Pega.

8 de julio de 2009

REFLEXIONES Y PRECISIONES

Es una “mala costumbre”, que los medios y comunicadores en general, particularmente en Chiapas, se ocupen de sus gobiernos cuando éstos ya concluyeron su gestión pública.

Medios y comunicadores, casi todos, mientras el gobernante está en funciones le llaman “Señor, Don, Estadista y Digno hijo de su padre”, cuando menos. Después, casi son los mismos, quienes tratan al gobernador anterior de corrupto, arbitrario, soberbio y déspota.

Muy pocos son los medios y comunicadores que escapan al $$ encanto $$ del gobernador en turno, pocos resultan ser los que se atreven a tratarlo de manera natural y por su nombre terrenal: hacerle sentir que su gobierno es temporal y que el poder termina; mostrarle sus errores; señalarle sus excesos; alertarlo sobre el futuro social, no personal; recordarle sus olvidos; refrescarle sus obligaciones y señalarle sus desvíos, cuando los hay. Es una responsabilidad de los medios y comunicadores y una obligación del gobernante, aceptarlo con humildad.

Medios y comunicadores $$ encantados $$, siempre tratan como deidad al gobernador en funciones y señalan como diablo, al gobernador anterior: de quien siempre succionan todo; a quien hicieron sentir todopoderoso; a quien trataron como Mesías y a quien presentaron como iluminado.

Daño enorme es el que ocasionan los medios y comunicadores cuando $$ extravían $$ su función social; cuando al ejecutivo estatal dan trato de “divino”; cuando lo marean y aturden, cuando deforman los hechos y la realidad a los ciudadanos chiapanecos.

Seguramente, al principio, cuando el gobernador siente los primeros aromas del incienso, aprecia la falsedad e identifica la exageración, después, no sólo le llega a hacer falta, si no que termina pagando un sobreprecio, para que se lo digan puntual y cuando la realidad lo permite, por adelantado.

Hoy traigo esta reflexión, debido a que hasta ahora, casi todos los medios y comunicadores se han dedicado a endiosar y confundir al ejecutivo del estado. Nadie de ellos le muestra sus errores y lo feo, al contrario, le exageran los resultados y le hacen sentir que “llego para quedarse”, todo, igual como lo hicieron con el anterior, a quien hoy le dan trato de delincuente.

A Don Juan, el gobernador, le festejan por adelantado, le exageran, le ocultan o le mienten, cuidan exageradamente incomodarlo. ¿No será esto deslealtad, hipocresía, traición e irresponsabilidad social?, ¿Habría que pagar por ello, felicitarlos, promoverlos o cesarlos?.

Va un ejemplo: la semana anterior, casi todos los medios y comunicadores amanecieron, de alguna forma, diciendo que la estrategia “Ciudades Rurales Sustentables”, en los términos que se desarrolla en Chiapas, terminará con la marginación y pobreza, presentándolo casi como la puerta de entrada al paraíso, al reino de dios, donde todo será felicidad y se acabarán las injusticias y sufrimientos, aun cuando saben bien que mienten y que el proyecto no da para tanto.

Tarde o temprano y con seguridad, al terminar el sexenio se demostrará que el camino resultó equivocado, que las virtudes fueron infladas y que la gran estrategia “Ciudades Rurales Sustentables”, en su conjunto, como opción para el desarrollo, siempre estuvo sobredimensionada. Jamás por esta vía será posible acabar con la dispersión, marginación, pobrezas e injusticias que se presentan y padecen en el pueblo chiapaneco.

Saquen sus cuentas y déjense de cuentos: hasta hoy con “Ciudades Rurales Sustentables”, en casi 3 años aún no se “benefician” a los primeros 2,100 habitantes y somos más de 4 millones; la “ciudad rural” Juan del Grijalva, apenas agrupará a 11 poblados y oficialmente son 19,386 comunidades; cuál es el costo real de una ciudad rural y cuántas se podrán construir en los 3 años que faltan. Además, no hay que olvidar que al llegar el nuevo gobernador, quien sea, le dará una patada a este proyecto y promoverá los suyos.

Un buen gobernador está obligado a no perder el piso y a cuidar los pesos: debe promover y provocar que le digan la verdad, no pagar para que se la oculten; debe proteger a quien le hable con sinceridad, aunque le duela y debe castigar al que le miente, adulándolo, aunque ya lo tenga acostumbrado.

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