Piensa, Prensa y Pega.

19 de enero de 2012

Reflexiones y Precisiones

Los cada vez más devaluados hablantines de la politiquería mexicana, desde los comités municipales de los partidos políticos, hasta los tremendamente mafiosos de los comités nacionales de los “institutos políticos”, no desaprovechan ocasión para expresar que ellos todo lo conciben, consensan e instrumentan de manera democrática; que a ellos los mueve, desvela y hasta los enferma, la democracia; el servicio a los demás, la preocupación por lo común, el amor a la patria.



Sorpresa mayúscula se lleva uno cuando se encuentra que nada de lo que divulgan los politiqueros es cierto. Sus prácticas resultan groseras y provocativamente antidemocráticas, no se les ve el servicio honesto y verdadero hacia las mayorías necesitadas; sus acciones más se ocupan de lo particular, antes que de lo común; y el estímulo que los mantiene despiertos, no es el amor a la patria, sino el amor -vuelto locura- al poder, al dinero y a todo aquello que les permita acumular grandes fortunas y satisfacer hasta sus más bajos instintos, humanos y animales.



Es una aberración y mentira muy completa, hablar de democracia en el país, cuando vemos que el Ejecutivo Federal hace y deshace con el pasado, el presente y el futuro del Partido Acción Nacional, su partido, ya que es él y sus íntimos quienes toman las decisiones de peso y talla. Cómo hablar de democracia en México, cuando las deliberaciones y acuerdos políticos van de arriba hacia abajo, de unos pocos –los de siempre- a las mayorías que les limitan información, participación y espacios para decidir. Cómo hablar de democracia azteca, cuando si revisamos los nombres y apellidos de los que abusan desde el PRI, PAN, PRD, PT, Verde, PANAL, etc., son los mismos desde hace mucho, más prostituidos y con sinvergüenzadas tan indignantes que hasta las presumen.



¿Cómo y con quiénes integrar los ayuntamientos?, ¿quiénes para diputados locales y federales?, ¿quiénes para senadores?, ¿quiénes para gobernadores?, ¿a qué bandidos llevar a la cárcel y a quiénes de ellos a un cargo de “elección popular”?, todo, se presenta, analiza y acuerda en la capital de Chiapas o del país, en las cúpulas y a puerta cerrada. ¿Esto es democracia? ¿Será democracia buscar un puesto de “elección popular”, persiguiendo y ofreciéndose incondicionalmente a los de arriba y ocultándose y olvidando a los de abajo?



Cómo calificar de democráticos los procesos electorales en Chiapas, cuando es notorio y públicamente conocido que es el Ejecutivo Estatal, y sólo él, quien decide todo. Nadie en Chiapas ignora que el gobernador Sabines Guerrero, en mayor o menor medida, abierta o discretamente, ha impuesto a los “líderes” de los Comités Estatales de los “institutos políticos”; el que menos, ha llegado con la anuencia de él, el que más, sin cuidar las formas elementales, lo ha colocado y le traza su futuro promisorio. En lo político, económico y social nada se mueve en Chiapas si no lo ordena u autoriza el gobernador en turno. ¿Es esto democracia?



Si en el nivel federal, el presidente de la república impone a los mandos de su partido, ¿al servicio de quién estarán éstos?, ¿a quién escucharán y qué les preocupará?, ¿estarán pendientes del de arriba o de los de abajo? Si en Chiapas el gobernador Sabines Guerrero es el jefe real de los partidos políticos, si él dice quién habla y quién debe callar, quién debe caminar y quién debe arrastrarse, quién puede participar –exitosamente- en política y a quién hay que ahuyentarlo de Chiapas o encarcelarlo, ¿esto es democracia?



En el municipio de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, desde siempre, las decisiones para integrar los Comités Municipales de los partidos políticos y luego los ayuntamientos, no se toman en la municipalidad, se “consensan” y “acuerdan” en la capital del estado, y se conocen casos que se originan y ordenan desde el Comité Ejecutivo Nacional respectivo. Luego ya después, cada Comité Municipal “diseña” su teatro municipal de operaciones para simular consulta, participación reñida, jaloneos ruidosos, confrontaciones calientes, escisiones aparentes, falsos amores y al final, acuerdos. ¿Esto es democracia?, ¿sirve para educar y educarse?, ¿es útil para estimular y desarrollar conciencia social?, ¿en qué ayuda socialmente y cuánto prostituye los compromisos, las relaciones sociales y el ejercicio del poder, en todos sus niveles? ¿Cuánto facilita los abusos de las autoridades y cuánto todo esto es culpable de que luego después los gobernantes desarrollen arrogancias, despotismos y petulancias enfermizas?



En San Cristóbal de Las Casas, Chiapas y México, ¿existen prácticas democráticas o burdas simulaciones?, ¿quién la tiene secuestrada y la ha vuelto negocio?, y ¿qué habrá que hacer, quiénes tienen que hacerlo y qué tan retrasados vamos?

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