Piensa, Prensa y Pega.

28 de marzo de 2012

Reflexiones y Precisiones


Para prever que no se le vayan a echar encima y de a montón, abierta o disimuladamente, al que escribe esta columna, debe iniciar confesando que no es ateo, pero sí es de los que está convencido que la solución a los problemas terrenales hay que buscarla y encontrarla aquí; asumiendo un comportamiento socialmente responsable, y nunca buscando en el más allá lo que se puede explicar y resolver acá. ¿Cómo solicitar o mandar a pedir a alguien del más allá que ayude a resolver los sufrimientos del más acá, si los de aquí hacemos nada por esclarecer, combatir y superar la realidad injusta que prevalece y que se reproduce cotidianamente en la sociedad mexicana?, ¿cómo va a ser correcto pedir que otro se ocupe en solucionar lo que es una obligación urgente de la sociedad y el gobierno mexicanos?, ¿no es abusar de él, no es intentar, injustamente, querer acomodarle una carga que no le corresponde? y que si todos en el planeta tierra hicieran lo mismo, resultaría un abuso e injusticia, ¿cómo concebir, confiar e intentar que él resuelva todo, cuando la mayoría de mexicanos evadimos nuestras obligaciones e incurrimos en actitudes cómodas, cómplices o cobardes? Por supuesto, esta reflexión inicial es por la visita a México del alemán Joseph Ratzinger, el Papa Benedicto XVI.



La llegada a México del Papa Benedicto XVI, seguramente, en millones de mexicanos alimentó esperanzas y les fortaleció la fe, eso en principio no hace daño, pero conociendo la doble moral y las incongruencias crónicas de los actores políticos y económicos en México, que disponen y disfrutan en este país, difícilmente, la sola visita del Papa será suficiente para hacerlos justos y honestos. Se puede afirmar que posterior a la llegada del Papa, paulatinamente o de golpe, todo volverá a la “normalidad”, continuará lo mismo; iguales o mejoradas injusticias, corrupciones, atropellos a los más necesitados, impunidades, sordera institucional, violencia generalizada, desempleo, falta de alimentos en áreas urbanas y rurales, inseguridad, incertidumbres y la politiquería desatada a todo lo que dé. El Papa Benedicto XVI, indudablemente, fue visto y escuchado por millones de mexicanos, pero que esto logre en lo inmediato cambios en la mentalidad y en las acciones de los que “gobiernan” y que se aprovechan de los recursos de este país, resultará imposible. Ellos entienden otro idioma, el del dinero, que les sirve para adquirir lo que se les antoje y para someter a quienes necesitan; tristemente, todo seguirá igual o peor, mientras la mayoría de los mexicanos lo permitan con su nula o escasa conciencia social, apatía y desorganización.



Cómo confiar en que con la visita del Papa Benedicto XVI, el presidente Felipe Calderón Hinojosa decidirá cambiar radicalmente su pensamiento y actitudes, revertir sus abusos, corregir sus errores y que en los 8 meses que le quedan como presidente de México, haga lo que prometió y no pudo cumplir en 64 meses. Cómo pensar que los miembros de la Suprema Corte de “Justicia” de la Nación aprenderán a agarrar juicio y responsabilidad, no sólo dinero, con la visita del Papa. Cómo creer que el Congreso de la Unión, los Senadores y Diputados, modificarán sus torcidos principios y convicciones, soberbias y sus acostumbrados tráficos desde el poder. Cómo pensar que con la sola llegada del Papa, los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial mexicanos, decidirán bajarse de su “macho” o “mula” y ocuparse urgentemente de los problemas que amenazan lo profundo y diverso del tejido social mexicano. Cómo confiar en que la visita del Papa llenará todo lo que falta, para que gobierno y sociedad mexicana, cada uno se ocupe de su deber y entre todos del bien común, lo que ha permanecido en el olvido y que mientras no se le atienda estaremos condenados, todos, a un verdadero infierno en la tierra.



Es incorrecto soñar demasiado, pensar que basta la visita del Papa Benedicto XVI para que los gobernadores del país se vuelvan honrados, y se transformen en personas ocupadas, socialmente y de tiempo completo, en la solución de la problemática interna de sus respectivos estados. Un sueño resultará creer que decidirán, por fin, cumplir cuando menos, con las leyes de este país, con lo que protestaron “cumplir y hacer cumplir”, con el estado de derecho que, aunque mínimo, ya algo asegura socialmente. Dicho con todo respeto, si el Papa hubiera llegado a ubicar a cada mexicano donde le corresponde, en ese lenguaje de “El Cielo” o “El Infierno”, su trabajo hubiera sido muy arduo. Millones de mexicanos viviendo en “El Infierno”, tendría que reubicarlos urgentemente en “El Cielo”, y se toparía con millonarios –en dólares- que le darían mucha lata, pues se le resistirían con todo para no dejar “El Cielo” del que éstos se han apropiado –comprándolo o por asalto-, desde donde, parados encima de los demás, hacen y deshacen a su antojo, con la complacencia de las autoridades y a pesar de los visibles sufrimientos extremos de millones de mexicanos del campo y las ciudades.



Por muy creyente que uno sea, conociendo la insensibilidad y sordera institucional, de todos los niveles de gobierno, difícilmente se puede confiar en que la visita del Papa Benedicto XVI será algo útil para remover pronto y positivamente, los pensamientos, corazones y actitudes, del impredecible gobernador chiapaneco, de los miembros de los 122 ayuntamientos de la entidad, de los integrantes del Congreso del Estado, de los “huéspedes” del Tribunal Superior de “Justicia” y de toda esa especie de mamíferos del “trapecio político” que hoy habitan y se reproducen como plaga en Chiapas. Después de la llegada del Papa, los gobiernos continuarán con lo mismo, y la sociedad, si no se organiza y participa, seguirá padeciendo abusos y sufrimientos cada vez mayores. Millones son los que deben prepararse para vivir y soportar “El Infierno” en la Tierra, y en estas condiciones, “El Cielo” tal vez nunca.



Aquí en el Municipio de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, quién va a creer y esperar que la llegada del Papa sirva para aclararles la mente, la vista y la conciencia a las autoridades del Ayuntamiento coleto. Quién va a pensar que las palabras del Papa Benedicto XVI volverán responsables y honrados –en sentido amplio- a cada uno de ellos y ellas. Aunque la fe y esperanza de los habitantes del municipio de San Cristóbal sea grande y firme, no es ciega y tampoco da para tanto. Todos, de alguna manera, saben que seguirán los saqueos a los recursos del pueblo, las improvisaciones, las mentiras, los cinismos, las ocurrencias y ese conjunto de actitudes que a ellos y a ellas les hace parecer como si estuvieran desarrollando una función teatral y circense, para niños.

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