Piensa, Prensa y Pega.

9 de diciembre de 2009

Reflexiones y Precisiones

Analizando en sentido estricto y a profundidad la palabra analfabeta, auxiliados con la definición que establece el diccionario de la Real Academia de la lengua española, se puede concluir que la tasa de analfabetismo contabilizada por el INEGI en México, se encuentra bastante alejada de la verdad.

A los que literalmente, no saben leer y menos escribir, que hoy configuran el universo de analfabetas en el país, habría que agregarle a los millones de egresados con licenciatura y a todos los postgraduados en México y el extranjero, que leen pero no entienden, que escriben pero no son capaces de reflejar la realidad a que se refieren; leen una oración y la interpretan al revés, describen hechos y circunstancias diferentes a las que observan; todo lo acomodan a sus intereses, conveniencias o principios, todos estos, en cierto sentido, también resultan analfabetas.

Mucho bien haría socialmente, que con empeño nos esforzáramos por aprender a leer y escribir, con una sobredosis de responsabilidad social, que asegure el perfecto entendimiento a lo que leemos, que garantice que lo escrito refleje celosamente lo que se observa, y principalmente, que lo leído, observado, escrito o pensado, se practique y comprometa. Parece fácil, sin embargo en nuestros tiempos, viene resultando demasiado difícil y ocasionando abundantes problemas, donde los ciudadanos, las mayorías, los vienen acostumbrando sólo a escuchar promesas y cosechar problemas.

Es cuestión bastante generalizada, leer como si todo se tratara de revistas de “Lágrimas y Risas”, “Kalimán”, “Vanidades”, o “Memín Pingüin”, con irresponsable ligereza y superficialidad. Es harto común que con estos patrones conductuales también se observe y escriba, con resultados finales donde en lugar de ayudar a la colectividad, terminan enredando las relaciones sociales, confundiendo, dificultando el camino, facilitando el abuso y explotación de una minoría sobre la mayoría y entorpeciendo el desarrollo favorable y pleno de la sociedad en su conjunto.

“Reflexiones y Precisiones”, en esta urgencia y necesidad por aprender a leer y escribir, en sentido amplio, encontró y ofrece material para ejercitarse, algo de lo más reciente escrito por el arzobispo Rogelio Cabrera López y el obispo Felipe Arizmendi Esquivel, que bien pueden servir para un buen entrenamiento, siempre y cuando la lectura se detenga en la línea y entrelínea de los textos, se contextualice, de los pies a la cabeza, se lea al derecho y al revés, mucho se les puede aprender: surgen las evidencias, asoman las incapacidades, brotan las contradicciones, aparecen las lecciones y se evidencian las incongruencias.

Dice Don Rogelio Cabrera en “Eco Interior” del 10 de noviembre: “La integridad es una virtud que va de la mano con la honestidad, con la pureza, con la humildad y con la verdad…”, “quien presume lo que no es, pronto queda al descubierto…”, “lo contrario al hombre íntegro, es el hombre ambiguo, al cual la biblia le define como el hombre de doble ánimo, quien es inconstante en todos sus caminos…”, “integridad significa congruencia entre pensamiento, emociones y voluntad. Describe a alguien sin hipocresía ni doblez…”, “hoy, ante tanta desilusión que vivimos en varios aspectos de la vida y de nuestros roles en la sociedad, reclamamos integridad de nuestros gobernantes, de nuestros ministros de culto, de nuestros catedráticos y de los papás”. Ni modos que no se entienda, no le habla a los muertos, si no a los vivos, “los más vivos”.

El 17 de noviembre, en “Aceptación de nuestro final”, el arzobispo Cabrera López expone: “Ante el fin hay una actitud, que se convierte en virtud: el discernimiento. El saber discernir, nos permite actuar movidos por la conciencia y la reflexión. Es la facultad de escoger, de distinguir, de valorar o evaluar…”, “antes de tomar decisiones se debe discernir, pero para ello es necesario tener claridad del sentido de la vida, estar anímicamente estable y querer pensar…”, “hay también elementos que debilitan nuestro discernimiento, tales como: el excesivo y desordenado apego tanto a las cosas materiales como a la influencia de las personas; esta situación nubla un buen juicio. Los sentimientos, emociones y la falta de estabilidad de ánimo hacen voluble la opción”.

El arzobispo dice: “El poder escoger, saber distinguir y seleccionar es una gran riqueza personal que nos ayuda a mantenernos en pie a pesar de los infortunios y dolores. Una buena decisión nos prepara para un posible fracaso, porque nos dará fuerza para volver a empezar. Dice el apóstol Pablo: por todos lados nos aprietan, pero no nos aplastan; andamos con preocupaciones, pero no desesperados… derribados pero no aniquilados”. (2Cor.4,8-9).

En “Eco Interior” del 3 de diciembre, el arzobispo Cabrera López expresa: “Estar vigilante significa estar alerta o despierto. Una persona que permanece alerta puede superar cualquier problema y responder activamente a lo que el futuro le depare. La vigilancia se convierte en un valor y hasta en una virtud, porque contrarresta, específicamente, a la indiferencia”… “el estar despreocupado o ser indiferente nos pone en peligro de fracasar o equivocarnos…”; “todos debemos vigilarnos en nuestro propio comportamiento porque estamos expuestos a gravísimos errores…”, “vale la pena desarrollar en cada uno de nosotros esta actitud de estar “preocupados” por el otro, no se trata de una preocupación enfermiza, sino aquella que compromete a vigilar y estar atento”.

Expresa Don Rogelio: “cada uno en su ambiente puede hacerlo. Pienso en las autoridades que deben cuidar que las leyes y el orden social ayuden en el desarrollo de los pueblos, no sólo materialmente sino de modo integral…”; “para fortalecer esta virtud de la vigilancia, se requiere siempre de la conciencia y reflexión, de una constante mirada y escucha de los signos que se van presentando. Pero también es necesario hacer caso del consejo y de las advertencias de muchos que realmente miran por el bien y el desarrollo integral”.

El 3 de diciembre en “Parroquias más misioneras” el obispo Felipe Arizmendi asienta: “se procura responder a las necesidades del pueblo en sus demandas sociales de justicia y el cuidado de la ecología…”; “una pastoral profética que haga realidad una evangelización integral, que toque a la persona y a las necesidades sociales, con una búsqueda creativa de estructuras, métodos y dinámicas…”; “ tener un compromiso con el reino de Dios en la promoción humana integral: justicia social, caridad cristiana, dignidad humana, opción preferencial por los pobres y excluidos, atención a los rostros sufrientes, globalización de la solidaridad”. Más claro, ni el día.

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