Piensa, Prensa y Pega.

7 de abril de 2010

Reflexiones y Precisiones

Si revisamos la presencia de chiapanecos en los primeros niveles de mando real dentro del Poder Ejecutivo Federal, cuando menos en los últimos 50 años, la existencia es casi nula; el desempeño con beneficio tangible y suficiente para Chiapas, jamás se ha visto; el aprovechamiento inteligente de las relaciones que propician esos niveles de poder, no han sido aprovechados para arrancar un trato justo, digno y oportuno hacia los chiapanecos; la visión y habilidad para integrar un equipo pesado, profesional y honrado, que vea y trabaje permanentemente por Chiapas, a corto y largo plazos, ha estado ausente, nadie lo ha logrado y quién sabe si se les ha ocurrido; y los pocos que han estado cerca del Presidente de México, han terminado engentados, ocupados en ellos o sólo al servicio del partido político al que pertenecen, desaprovechando la oportunidad de servir, cumplir con su deber, trascender y ser útil a Chiapas.

Seguramente, no es fácil estar cerca del presidente de un país, independientemente de la ideología que lo alimente y sostenga, ha de implicar muchas cosas y costos, y por ello, con mayor razón no se le debe desaprovechar, empezando porque en el servicio público cotidiano prevalezcan la preocupación por el bien común, la justicia, el esfuerzo con sentido social, el respeto, la honestidad, la tolerancia, la mística de servicio, la humildad, el honor y para aderezar todo, una dosis alta de responsabilidad y sensibilidad social, que nutra, oriente, le imprima ritmo, estimule y le dé sentido a todo el quehacer diario.

Hoy, en todos los niveles de gobierno, si se les busca, abundan los “servidores públicos” o políticos que presumen visión y con su práctica demuestran ceguera; otros, se jactan de poseer un fino tacto y en los hechos resultan mancos; y aparecen como plagas aquellos que divagan y fanfarronean grados académicos con posgrados rimbombantes, coqueteando para poner sus “conocimientos” al servicio del mejor postor, sin ningún compromiso social: hablan bien, escriben bonito, aguantan horas filosofando, pero, regularmente sólo sirven para maquillar, vestir y perfumar realidades injustas, con atropellos, explotaciones irracionales y padecimientos de todo tipo.


En pleno ruido de la feria de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, esta página inicia así, con estas reflexiones, porque la segunda quincena de febrero de este año fue nombrado subsecretario de gobierno de la Secretaría de Gobernación, el Doctor Roberto Gil Zuarth, un chiapaneco con raíces frailescanas a quien es recomendable, con urgencia, hacerle llegar algunas “caricias” al oído, algo para que tenga presente y no olvide; algo que le ayude a no extraviarse mucho y ser útil socialmente, si es su interés; que le facilite la comprensión juiciosa de la verdad y le refresque sus obligaciones para con Chiapas.


Al abogado Roberto Gil hay que hacerle que no olvide el estado de donde proviene; la obligación que tiene para con los chiapanecos y el deber de honrar el nombre y dignidad de sus apellidos. Nadie espera y menos desea que todo lo que hoy son alegrías o esperanzas para algunos, después se conviertan en desconfianzas, decepciones o vergüenzas. Tiene con qué para no perder piso y para encontrar buen rumbo y seguro aquí en Chiapas, no faltará quien esté pendiente de sus hechos y resultados sociales.


El subsecretario de gobierno de la Secretaría de Gobernación, debe saber bien y no olvidar que en 1994, en Chiapas surgió el Ejército Zapatista de Liberación Nacional denunciando pobrezas, desigualdades e injusticias lacerantes y vergonzosas, todo bien documentado en su momento y que a más de 15 años de la irrupción armada y aún con todo el “gasto social” gubernamental ejercido, la situación social ha ido de igual a peor y de mala a insoportable.


El grupo armado no ha depuesto las armas y la declaratoria de guerra hacia el gobierno federal no ha sido retirada. Si la injusta realidad que dio sustento y motivo al EZLN continúa, éste u otro grupo, sin duda, habrá de aparecer en su momento, diariamente hasta parece anunciarse, y no es cuestión de información confidencial, sino de lógica elemental.


A más de 15 años del conflicto armado sin resolver, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en uno de sus documentos más recientes, señala que aún con todos los programas sociales federales, estatales, municipales, el apoyo de organizaciones no gubernamentales del país y el extranjero y los convenios con agencias de la ONU, en Chiapas la pobreza se ha profundizado y las injusticias sociales han aumentado.


Concluye el Coneval que Chiapas sigue siendo el estado con mayor pobreza extrema, y considerando su nueva metodología para medir la pobreza, donde ahora establece tres niveles, Chiapas ocupa el primer lugar en pobreza alimentaria, de capacidades y de patrimonio. Según estas definiciones, en el 2005, a más de 2 millones de chiapanecos sus ingresos no le alcanzaban ni para comer. En los últimos 5 años, la situación no ha mejorado.


Según las cifras obtenidas por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), de los 20 municipios con mayor pobreza alimentaria en el país, de los que no tienen, literalmente, ni para comer, 11 se localizan en Chiapas y sus condiciones de vida, según la ONU, son similares a las del Congo, en África.


El subsecretario de gobernación, Roberto Gil Zuarth, debe también saber que a esta muy pequeña muestra de la realidad deprimente que soportan diariamente millones de chiapanecos, hay que agregarle que llevamos muchas décadas donde los gobernadores, ayuntamientos, diputados locales, senadores, ministros, partidos políticos y diputados federales, entre otros actores de la entidad, no han aprendido a hablar de tú con la federación, se han conformado con lo que sobra en la república, festejan lo que les avientan, no han sabido dialogar de pie, no han entendido la oportunidad social de ser “representante popular” y siempre han estado lejos de procurar el suficiente bienestar colectivo.


También hay que agregar e insistir que Chiapas no es como lo dibujan, pintan y promueven los grandes medios de comunicación nacionales y del estado. Que no es como lo presentan, pregonan y presumen las autoridades; que los “logros” institucionales, aunque caros, son bofos. Que en Chiapas no se recuerda ni existe una verdadera división de poderes que equilibre decisiones, enriquezca las acciones, limite el poder y evite los abusos. Que Chiapas es un estado con enormes riquezas naturales donde conviven diariamente millones de ciudadanos en lastimosa “pobreza alimentaria”; y que los 118 ayuntamientos que debieran ser determinantes en la construcción de bienestar social, no logran siquiera comprender el tamaño y alcances de sus responsabilidades, dedicándose más a obstaculizar que a facilitar, ocupándose casi sólo en buscar y hacer negocios, antes que a definir, defender e impulsar programas y proyectos sociales y ciudadanizados.


Triste y deprimente es la verdadera realidad en Chiapas, manipulada abusivamente por las autoridades: el ambiente está cada día más caliente y descompuesto por todos lados, el inventario de agravios y pendientes sociales ya es enorme e inconcebible, y el tejido social ya no aguanta más, todo ya no está como para pomadas. Urge atender en serio, con honestidad, los abandonos, atropellos, los “Acuerdos de San Andrés”, los olvidos, las injusticias y los desprecios. Urge hacer a un lado a los comerciantes de la política, los farsantes y todos aquellos que llevan años viviendo de los recursos públicos, traficando con todo y de todo e incrementando sus fortunas personales.


Chiapas y sus problemas necesitan, no más corrupciones, simulaciones e impunidades, sino gobiernos socialmente responsables y ciudadanos que sepan o aprendan a levantar la voz, denunciar, proponer, exhibir, exigir y comprometerse. Que no agachen la vista, que no les tiemble la voz y que aprendan de todo, menos a robar, arrodillarse o aceptar limosnas.


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