Piensa, Prensa y Pega.

18 de agosto de 2010

Reflexiones y Precisiones,

CARTA ABIERTA

A la opinión pública.
A los medios de comunicación.
A los hombres y mujeres que denuncian, exhiben y exigen de pie, dando su nombre, viendo de frente y exponiendo su libertad y hasta la vida.
A la sociedad que exige ser desengañada.
Al periodista Hugo Isaac Robles Guillén.

Otra vez en Chiapas, donde el Ejército Zapatista de Liberación Nacional apareció hace casi 17 años para denunciar toda clase de injusticias y atropellos, que los gobiernos todavía no corrigen y sí han empeorado; otra vez, el delincuente cobarde hizo su aparición para intentar intimidar y acallar la voz de quien ha dado cauce y volumen a la inconformidad social, a la denuncia seria, a la propuesta oportuna y a la observación precisa.

El pasado 15 de agosto, por la madrugada, en un claro acto de delincuencia organizada, ingresaron a lo más íntimo del domicilio del periodista Hugo Isaac Robles Guillén, para dejarle un claro y muy simbólico mensaje intimidatorio, con el que pretenden recordarle que es mortal, que ellos son poderosos y que pueden disponer hasta del tiempo de su vida.

El culpable, cobarde, no está entre aquellos maltratados, vejados u oprimidos, con quienes el periodista Hugo Isaac Robles Guillén ha sido solidario incondicional, oportuno y decisivo: no está entre los profesores, médicos, periodistas, taxistas, enfermeras, campesinos, contadores, ingenieros, académicos, arquitectos, amas de casa, fundaciones de aquí y el mundo, deportistas, obreros, investigadores, obispos, pastores, sacerdotes, arzobispos, estudiantes, ONG’s, Organizaciones de Derechos Humanos, promotores culturales, políticos honestos; no está entre todos aquellos que han recibido acompañamiento sin limitaciones del periodista Hugo Isaac Robles Guillén. Entre ellos no está el cobarde.

El culpable, cobarde, está entre los poderosos o quienes viven de ellos; está entre quienes son denunciados y desnudados cotidianamente por el periodista; está entre quienes le coquetean con dineros, comidas, fiestas, empleos prometedores, favores y toda clase de tentaciones terrenales.

El culpable, cobarde, está entre quienes han atentado contra él en varias ocasiones sin que la autoridad “competente” haya hecho nada; está entre quienes siempre lo han querido comprar o “moderar”; el culpable, cobarde, ahí está y seguramente, de alguna manera, ya se comunicó con él.

Pero si al periodista Hugo Isaac Robles Guillén le sucede algo todavía más lamentable, los culpables y cobardes lo seremos todos quienes de él hemos recibido acompañamiento, por no haber aprendido a dar la cara, a levantar la voz, a caminar erguidos, codo con codo; comportarnos como hombres o mujeres íntegros, cabales, agradecidos, leales y congruentes. Seremos todos culpables si aquellos cobardes se deciden por algo más grave en contra del periodista Hugo Isaac Robles Guillén.

El culpable, cobarde, fue certero en que la afrenta se consumara en un sitio y en su momento, pero se equivoca al pensar que sólo tuvo un destinatario. No, no tuvo uno, tuvo miles de destinatarios: todos los que empatamos con la crítica y el sentido común de Hugo Isaac Robles Guillén, todos los que usamos la razón para reflexionar, para voltear la moneda y verle la otra cara, y hasta para convertirnos en vorágine si así se requiriera. Todos ellos, todos nosotros, recibimos la misma visita la madrugada del 15 de agosto.

No son momentos para “mensajitos” tiernos o llamadas discretas, sino tiempos que exigen la solidaridad organizada, abierta, amplia, fuerte y contundente, a favor de quien ha sabido acompañar a todo el que acude a él: quien arriesga lo suyo esperando nada y hace todo por la satisfacción de servir, cumplir con un deber, ser útil, ser hombre.

Don Hugo Isaac Robles Guillén, continúe en su esfuerzo, usted sabe bien que no está solo, que miles son los inconformes y que de esa magnitud son las mujeres y hombres dignos y rebeldes de aquí, dispuestos a afilar colmillos y garras para aniquilar la intimidación disfrazada de gallinas nocturnas. Como es su costumbre: adelante, alerta, de pie, de frente, sin titubeos y sin temores. Siéntase acompañado…acalórese, enmuínese y no le afloje.

Un abrazo solidario.

Francisco Ruiz Zuart.

No hay comentarios: