Piensa, Prensa y Pega.

21 de septiembre de 2011

Reflexiones y Precisiones

Las miserias del nuevo Comité Municipal del PRI en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. En lo que parecerán esfuerzos del PRI Municipal coleto por ir calentando el cuerpo y reposicionándose con la mira puesta en el proceso electoral municipal del 2012, de hoy en adelante, visualizarán y escogerán las fechas propicias que les asomen para mostrarse y trabajarlas en beneficio de la politiquería que acostumbran a favor de ellos y ellas, esa política que, en otros tiempos, también practicaron sus abuelos, tíos, papás, esposos o los patrones de varios que hoy los hacen aparecer colocados como los potenciales herederos del cargo y poderes, que ahora usufructúa el PRD con su muy chiquis al frente.



El PRI coleto ya inició mal, lo hizo “aprovechando” las fiestas patrias que utilizó para convocar a celebrar e intentar mostrarse renovado, con mayor fortaleza, capacidad de convocatoria, representativo socialmente, maduro y en unidad. Es evidente que ninguna propuesta importante se logró concretar . Observado más allá de lo inmediato y aparente, sin apasionamientos enceguecedores, con profesionalismo, analizado en frío, con objetividad y ponderando a conciencia la trayectoria y perfil de los que aparecieron como miembros nuevos del Comité Municipal del PRI; resultó un acto pobre y de los antiguos por donde se le vea, y hasta podría decirse que les es contraproducente.



Con suficiente tiempo y por los medios de comunicación acostumbrados, el PRI Municipal convocó a su grito, a festejar las fiestas patrias el 15 de septiembre, en el atrio del templo de María Auxiliadora, del mismo barrio, a las cuatro de la tarde. A las cuatro sólo estaban los músicos, dos horas después fueron apareciendo, poco a poco y de manera desorganizada, los miembros del Comité Municipal –su presidente, como escondiéndose de sus acreedores- y fue hasta después de las seis, cuando la tardeada fue agarrando color; sabor a día del niño, olor a festival del día de las madres, algarabía propia de clausura de cursos de jardín de niños o una común celebración del día de reyes: con regalos y diversiones para niños, niñas y amas de casa. Todo bien amenizado con el bailongo que presentó El Maradona, muy bueno por cierto.



Según los detalles del material gráfico obtenido, el atrio ni en sus mejores momentos rebasó el 70% de su capacidad y de los asistentes, no más del 25% en edad de votar; el resto eran niños, niñas, bebés y adolescentes en busca de diversión, un juguete o por la mera obligación de acompañar a la mamá que acudía esperanzada en obtener algo en las rifas. Se vio que no los atraía otro interés, no se les observó motivados por convicciones o compromisos políticos, y menos en reconocimiento, cariño o agradecimiento a los que presidían las festividades. Bien se puede afirmar que los asistentes a la tardeada del 15 de septiembre en María Auxiliadora, sólo lo hicieron porque les ofrecieron juguetes, aparatos electrodomésticos, porque iba a haber música, porque se prestaba al entretenimiento, para desaburrirse y, bueno, porque no tenían otra actividad mejor que realizar. Sólo eso, nada más, y si pretendieron demostrar organización, capacidad de convocatoria, novedades y fortalezas, las evidencias gráficas y el contenido de los discursos, en poder de MIRADA SUR, demuestran todo lo contrario.



Ahondando y sintetizando en todos los ángulos, debe decirse que nada deslumbrante dejaron ver: las mismas prácticas de atracción, distracción, entretenimiento y enganche de personas que el PRI ejercita desde hace más de 30 años en San Cristóbal, cuando menos; son los mismos apellidos que nunca han faltado en los ayuntamientos o administración pública y no estuvieron ausentes los perfiles humanos pobres, esos que únicamente sirven y son utilizados para mandaderos, choferes, empleados domésticos, guardaespaldas o dóciles sujetos que primero obedecen y después lo piensan, que caminan y nunca abren los ojos, que dicen sí a todo, sin importarles el dolor, los olores o la vergüenza.



En la tardeada del 15, en el nuevo PRI Municipal coleto, estuvieron representados: Jorge M. Lescieur Talavera, a través de su hija; el Diputado Federal Sergio Lobato García -sobre representado- por su esposa, su fiel puma y varios de sus eternos ayudantes, incluido un chofer; y la familia Sarmiento, con el cachorro e hiperactivo Gabriel Isaac. No estuvieron, Víctor Ramos y las bases de Rolando Villafuerte Aguilar. Alejandra Pineda y Manuel Morales sólo llegaron a tomarse la foto. El grupo de poder político notoriamente ausente, fue el de Mariano Díaz Ochoa, quien con seguridad ha de estar muy pendiente, midiendo tiempos y calibrando movimientos, para, oportunamente, aparecer, escoger, invertir y luego cobrar.



En la tardeada del 15, llamó mucho la atención la riesgosa e imprudente decisión que tomaron, al decidir presentar en público a un hermoso ejemplar en deshonestidades y cinismo, al ex director de la EST 1, a quien en más de una asamblea general de padres y madres de familia, públicamente y ante más de mil personas, con pruebas bien documentadas que aún se conservan –hechas públicas en medios de comunicación locales y estatales-, se le denunció y exhibió como corrupto y muy mal ejemplo para la sociedad. En una de las muchas evidencias, sorprendió hasta al mismo Sergio Lobato. Se le dio la oportunidad de jubilarse.



De lo presentado como Comité Municipal del PRI en la tardeada del 15, a excepción de Marisol Sandoval de Lobato, Leticia Lescieur López y Gabriel Isaac Sarmiento Robles, que tienen grupo, relaciones y capacidades económicas propias, el resto es pura decoración barata, sin cuerpo ni peso, sólo para inflar, de utilería, para cubrir apariencias y manipular realidades. Si a esto se le agrega que ya decidieron tener cerca a Pedro Pablo, empeora su fisonomía, no es de frescos, sino de podridos.



En la tardeada del 15 en el barrio de María Auxiliadora, según el material gráfico y audios en poder de MIRADA SUR, no se presentó ninguna novedad positiva, sí debilidades, notorias divisiones, protagonismos infantiles y mucho con qué perder. Por donde se le observe, resulta ser lo mismo: mañas parecidas, idénticas poses sobreactuadas, iguales apellidos, personas recicladas, rellenos parecidos, discursos muy sobados, cuentas muy alegres, cuentos muy trillados e inspiraciones demenciales -como delirios-, expresiones huecas, triunfalistas, sin bases ni sentido, reales. Un PRI echado para adelante, pero acomodado en una silla de ruedas.

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