Piensa, Prensa y Pega.

12 de octubre de 2011

Reflexiones y Precisiones

Las evidencias diarias, desde hace mucho, dan testimonio de que en el país todo empeora y que a ningún gobierno le preocupa lo que sucede con el bienestar social de los mexicanos; y la mayoría de los ciudadanos, con su apatía e inamovilidad, parecen aceptarlo y acostumbrarse. Ayuntamientos, gobiernos de los estados y ejecutivo federal, avanzan vergonzosos centímetros, pero anuncian que logran kilómetros; con dificultad se mueven, pero pregonan que van a velocidades mortales; rápidamente se desplazan hacia atrás, pero presumen que van hacia adelante; sus movimientos huelen a corrupción, pero, ellos se jactan de honestos; esconden las verdades y se enorgullecen de transparencias; están conduciendo a la sociedad mexicana a mayores desgracias y sufrimientos, y ellos, con cinismo enfermizo, fanfarronean con que se vive mejor que nunca.



Los gobiernos de todos los niveles, constantemente, dan muestras excesivas de que sólo les importa su bienestar, la de sus familiares o la del grupo político al que pertenecen. De la función social, que están obligados a desempeñar, sólo se ocupan de manera caricaturizada, a destiempo, con cinismos insultantes y siempre fingiendo, como si para ellos fuera un deporte oficial y obligatorio. En todo el territorio mexicano, las autoridades se conducen simulando (esta es su bandera); de forma corrupta (su himno) y con total impunidad, (su escudo nacional).



Los gobernantes, desde los ayuntamientos hasta el ejecutivo federal, siempre engañando, permanentemente ocupados del saqueo de los recursos públicos; y de manera abusiva y descarada, traficando con el ejercicio del poder, a todo lo que da, como desquiciados e incurables; aparentando y mintiendo deliberadamente, con naturalidad, sin vergüenza y con niveles de ruindad que sólo alcanza a una persona, cuando se sitúa en la peor escala del ser humano, cuando ya no se distingue si es bestia o humano.



¿Cómo entender que el presidente de la república, Felipe Calderón Hinojosa, se ufane públicamente, en horario estelar, y por todos los medios de comunicación electrónicos e impresos, de que la sociedad mexicana hoy vive mejor que hace 11 años? Está fácil desnudarlo y exhibirlo. Para el mexicano común, el de las ciudades y el campo, hoy le es más difícil sobrevivir: los alimentos básicos han incrementado notoriamente su precio; los bienes y servicios en general se han encarecido; la atención pública a la salud no corresponde a los niveles de la demanda; la educación pública, obligación del Estado mexicano, se ha desatendido visiblemente, facilitando la expansión y consolidación del buen negocio que hoy representa la educación privada desde la preescolar hasta la universitaria; el déficit en viviendas es de escándalo y las posibilidades de obtener una cada día, se dificulta más, o se vuelve inalcanzable; las oportunidades para lograr un empleo digno escasean como nunca y los salarios han perdido, dramáticamente, su poder adquisitivo.



Particularmente, relativo al encarecimiento irracional en las tortillas, frijoles, carne, huevos, azúcar, aceite, jabón, gas, electricidad, transporte y vestido, entre otros, no es necesario colocarle cifras, todo mundo puede experimentarlo, medirlo y padecerlo. Está al alcance de todos. Sobre la seguridad pública de hace 11 años y la inseguridad con los niveles de violencia y criminalidad que hoy se han desarrollado, no se necesita abundar, calcular o explicar, salta a la vista la enorme diferencia que hoy sacude y flagela la tranquilidad y paz de la sociedad mexicana. En este lastimoso escenario, ¿cómo entender que el presidente de México, notoriamente engreído, concluye que hoy se vive mejor que hace 11 años?.



¿Cómo entender las expresiones triunfalistas del gobernador de Chiapas, cuando anuncia que su gobierno avanza significativamente en el combate a la pobreza y marginación, concibiendo y estableciendo “Ciudades Rurales”, como el gran instrumento para detener y revertir las injusticias sociales? Sólo ellos no ven que ese instrumento es demasiado insuficiente, sin filo, sin punta, sin mango y de material blando. Son decenas de miles las comunidades chiapanecas padeciendo miserias, abandonos, soberbias y humillaciones, mientras ellos, entretenidos durante cinco años con sus “Ciudades Rurales”, no han logrado siquiera agrupar bien ni a 100 poblados, con los exiguos y ridículos resultados que solamente los gobiernos no ven, no alcanzan a comprender y mucho menos estarían dispuestos a aceptar y corregir.



¿Cómo entender cuando la profesora Cecilia Flores Pérez, presidenta municipal de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, aparenta “Ciudadanía y Gobierno, responsabilidad compartida”, al mismo tiempo que el “Comité de Consulta y Participación Ciudadana” que ella constituyó, y que representa a más de 40 barrios y colonias, le reclama formal y públicamente que en 8 meses no han tenido una sola reunión de trabajo con ella y que a cuatro meses de solicitarle por oficio una audiencia, ni les ha contestado? ¿Cómo entender que comunidades del sur de la ciudad le exijan que les regrese el voto que le dieron para ser presidenta? ¿Cómo entender que 400 trabajadores sindicalizados se declararan en paro laboral, y ella se comporta como si todo caminara bien? ¿Cómo entender cuando de los 16 miembros del Ayuntamiento, 9 se le rebelan y ella actúa como si se tratara de un éxito?.



¿Cómo entender que la alcaldesa coleta ofreció “el cambio”, bienestar, atención, y hoy ante los notorios fracasos, ya son públicas las expresiones de decepción, reclamaciones a traiciones y muchos ejemplos abiertos de que ya hasta sus más cercanos amigos y admiradores, la han abandonado en público y privado? ¿Cómo entenderque cuando la inauguración del mercado de la zona norte, ante su desatención, la echaron a pedradas y tuvo que salir con casco y dentro de una patrulla de la policía? ¿Cómo entender que ella se expresa y conduce como si todo lo hiciera y fuera bien, cuando ya se han dado señales claras de que hasta los empresarios ya no le creen, le desconfían y apenas, si se deciden, esporádicamente aprovecharla? ¿Cómo entender que en cuestión de días logró acabar con la buena relación que presumía tener con el gobernador Sabines y aun así, continúa con sus terquedades, arrebatos, insensibilidades y sorderas? ¿Cómo entender.



¿Cómo entender el desastre nacional, la incertidumbre y los sufrimientos generalizados en el pueblo mexicano, frente a los comportamientos imprudentes, provocativos, trasnochados, con aroma a resacas o a estimulantes externos, del presidente de México, el gobernador Sabines y de la alcaldesa Cecilia Flores Pérez? ¿Cómo entenderlo y superarlo, entre todos, donde nadie esté encima del otro, donde todos obedezcan, donde cada uno se ocupe de lo suyo, celosamente y con responsabilidad social?, ¿cómo entender, qué hacer y cuánto más podrán aguantar los mexicanos?.

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