Piensa, Prensa y Pega.

2 de noviembre de 2011

Reflexiones y Precisiones

Hay muertos que en el mundo viven, y personas que viven en el mundo, muertas. A unas horas de concluida la tradicional celebración del “Día de Muertos”, bien puede aprovecharse el ambiente y los sentimientos que genera esta fecha para algunas Reflexiones y Precisiones que ayuden a relajar el cuerpo, que lo alejen saludablemente de los recuerdos y nostalgias que de manera natural propicia la rememoración, el festejo anual del Día de Muertos. Todos tenemos a algún muerto a quien recordar con cariño, que nos inspira y guía diariamente, quien nos estimula y compromete al recordar sus ejemplos, a quienes reconocemos su estancia esforzada y productiva en esta tierra.



En este espacio, se utilizará el Día de Muertos para intentar arrancarle inspiración a las tristezas, fuerza a los recuerdos y darle forma a algunas ironías que nos lleven, como siempre, al razonamiento, a la denuncia, a la crítica y a la propuesta constructiva, consciente de los alcances y limitaciones de este tipo de ejercicios, convencido de que aun con todo, no se debe flaquear y resuelto siempre a insistir y perseverar. No hay de otra, por ahora.



El Día de Muertos también podría servir para identificar, señalar, exhibir y reclamar a todas aquellas y aquellos que se mantienen inertes y fríos, como muertos, alrededor del presidente de México Felipe Calderón y que no lo convencen de que debe abrir los ojos y darse cuenta de que tiene al país metido en un completo desastre, donde la situación de pobreza está peor que nunca y con un futuro incierto, donde la soberanía del país –en todos sus aspectos- es endeble, se encuentra amenazada, en grave riesgo y las manifestaciones sociales de inconformidad, más radicalizadas, podrían estar muy cerca y alcanzar proporciones inimaginables.



El Día de Muertos también podría servir para identificar, señalar, exhibir y reclamar a todas aquellas y aquellos que se mantienen inertes y fríos, como muertos, alrededor del gobernador Juan Sabines y que no le dicen que ya desaprovechó la oportunidad que tuvo de ser gobernador; que la magnitud de sus acciones y el tamaño de sus frutos, para nada le garantizan pasar, favorablemente, a la historia; que, más o menos, está en riesgo de vivir las mismas experiencias del ex gobernador Pablo Salazar Mendiguchía; y que la mayoría, si no todos, de los que ha favorecido, terminarán traicionándolo. Que para todo esto falta muy poco.



El Día de Muertos también podría servir para identificar, señalar, exhibir y reclamar a todas aquellas y aquellos que se mantienen inertes y fríos, como muertos, cercanos al Ayuntamiento de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, (colaboradores, familiares y amigos), que no le ayudan a ver y a comprender, que a 10 meses, no han podido cumplir sus ofrecimientos, con los cuales pretendían ser un gobierno diferente a los anteriores. Que les hagan entender que ya están a la mitad de su gestión administrativa, y que ni siquiera han sido capaces de poder trabajar en equipo, hacerles ver que es notorio su prematuro cansancio, desintegración, enfrentamientos y fracasos, y que todo lo que criticaron a sus adversarios políticos, hoy, a ellos les está asomando como propio, natural y decepcionante.



El Día de Muertos también podría servir para identificar, señalar, exhibir y reclamar a todas aquellas y aquellos que se mantienen inertes y fríos, como muertos, alrededor de las cúpulas religiosas y que no son capaces de hacer ver a ellos, que deben imprimirle mayor congruencia a la relación entre su discurso y práctica, decirles que el acompañamiento debe ser con hechos y no de pura saliva, y que la felicidad hay que ayudar a construirla aquí, comprometidamente, y no sólo ofrecerla en el cielo, pero cobrándola en la tierra.



El Día de Muertos también podría servir para identificar, señalar, exhibir y reclamar a todas aquellas y aquellos que se mantienen inertes y fríos, como muertos, sólo dedicados a la academia e investigación, divorciados socialmente, sin asumir ningún compromiso con la transformación de la realidad deplorable que hoy padecen millones de mexicanos pobres de las áreas urbanas y rurales de México. Los autollamados intelectuales de este país, a excepción de unos cuantos, están desesperados por ganarse becas para ir a estudiar al extranjero, por lograr grados académicos, presumirlos, colgárselos en el cuello y encerrarse en su burbuja de “conocimientos”, casi exigiendo que les den trato de sabios o sagrados, y sin importar regresarle al pueblo lo que les dio, olvidándose de su responsabilidad social, porque su desarrollo humano bien podría ser determinante para la construcción de conciencia social, transformarse en bujía para desarrollar capacidades, habilidades, organización y la suficiente participación ciudadana consciente, que promueva y provoque los cambios favorables que necesita, con urgencia, la sociedad mexicana.



El Día de Muertos también podría servir para identificar, señalar, exhibir y reclamar a todas aquellas y aquellos que se mantienen inertes y fríos, como muertos, en los medios de comunicación, que olvidan su función social; su trabajo sólo lo entienden como un negocio, se venden o rentan para ocultar, distorsionar o embellecer, falsamente, la realidad existente. Son los que pronuncian o publican reconocimientos y adulaciones, con la factura adjunta. Los que pudiendo ser valientes en denunciar e informar, se vuelven cómplices de corrupciones, abusos e impunidades; indiferentes al abandono, olvido y tristezas.



A las personas que permanecen inertes y fríos, como muertos, pudiendo hacer mucho, también debe recordárseles “El Día de Muertos”.







De 16 miembros del Ayuntamiento Coleto, el 24 de octubre sólo acudieron dos al homenaje cívico: Irma Pérez Luna y Sebastián Patishtán.

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