Piensa, Prensa y Pega.

7 de diciembre de 2011

Reflexiones y Precisiones

Hace seis años, durante el proceso electoral que se desarrollaba, los candidatos a la presidencia de la república ofrecían a los mexicanos todo lo bueno que se les ocurría, con tal de ganarse el voto de ellos, obtener la mayoría de los sufragios y hacerse del cargo de presidente de la república mexicana. Después, quien “triunfó”, ya como ejecutivo federal, se ha dedicado a cuestiones bastante distintas a las prometidas, olvidando ofrecimientos o en definitiva, “trabajando” en total sentido contrario a los intereses y necesidades nacionales. Por los hechos y resultados, hoy algunos ya intentan fundarle y promoverle delitos ante tribunales internacionales, y seguramente después lo acusarán de enriquecimiento ilícito y hasta de traición a la patria en la medida que se ha ocupado más en pensar y servir a los poderosos de los países extranjeros, antes que a los millones de mexicanos en miseria extrema, inseguridad espantosa e incertidumbre absoluta, anidada, desarrollada y fortalecida, cuando menos, muy bien en los últimos 23 años.



Cada que tienen oportunidad y con argumentos bien buscados y presentados, los priistas exhiben a los panistas como cínicos santurrones, incongruentes, corruptos e irresponsables. Cuantas veces pueden, los panistas muestran que los priistas son deshonestos, perversos, simuladores y dados a prostituirse en el ejercicio del poder. Luego, aparecen los perredistas mostrando y explicando que ellos son diferentes a los otros, que son de fiar y que el único interés que los mueve es el servicio al pueblo, su bienestar presente y futuro, aunque su desempeño, frutos y aromas, prueben cotidianamente que son bastante iguales a los panistas y priistas. Lo único diferente entre ellos es la imagen y el color en su logotipo, sólo eso.



Particularmente en Chiapas, se han tenido gobiernos estatales y municipales, priistas, panistas, perredistas y mezclas absurdas de donde nada bueno –socialmente trascendente- ha obtenido la mayoría de chiapanecos en pobreza y empobrecimiento constante. Las prácticas de gobierno, de todos ellos, son idénticas, y aunque traten de disimularlo con costosas inversiones en los medios de comunicación y otras marrullerías, hasta hoy, independientemente de los colores partidistas, en mayor o menor medida, todos “administran y gobiernan” de espalda a los ciudadanos; todos, incurren en hechos de corrupción; todos, cuidan bien las enraizadas impunidades; todos, disponen de los recursos públicos como si fueran bienes privados; y todos, con gran facilidad, mejoran o aprenden a desarrollar, como enfermedad, la simulación, el olvido y la traición, abierta o discreta, para los que confiaron en ellos los intereses colectivos, el bienestar social y el bien común que jamás debieran descuidar.



Aunque oficialmente se diga e insista en lo contrario, los chiapanecos tienen bien claro que los partidos políticos en su ejercicio administrativo y de gobierno, en su esencia y apariencia, son idénticos, inician y concluyen en los mismos términos: primero, enfrentándose con todo por obtener el poder; segundo, confrontándose a muerte para conservarlo, más allá del tiempo para el que fueron electos, pero, en beneficio de ellos, no de los millones de habitantes que los escuchan y ven llegar con infinidad de promesas, y al final, los observan irse fracasados, hinchados de dinero y deformados por tanta soberbia.



En el país, hace seis años, el presidente panista Felipe Calderón ofertó a los mexicanos una vida digna, con niveles de bienestar social humanamente aceptables, pero en cinco años de gobierno azul celeste, es evidente, todo ha empeorado y no se necesitan encuestas para confirmarlo: más desempleados, mayor inseguridad y violencia, niveles de pobreza y desamparo pocas veces visto; en síntesis, un país a la deriva, sin rumbo en lo económico, social y político, garantizando peores escenarios de bienestar, mayores sufrimientos a la población y la amenaza constante de muy posibles estallidos sociales en cualquier momento, del que nadie escapará y donde perderá más el que más tenga. Entiéndanlo.



En Chiapas, hace seis años, el gobernador perredista ofreció construir una entidad justa y de menos desigualdades: productiva, próspera, tranquila y satisfecha en sus necesidades, mínimamente, las más elementales. A cinco años de gobierno amarillo, no se han cumplido los ofrecimientos sustantivos, no se ha visto ni se ha sabido de esfuerzos verdaderamente serios por resolver las dificultades chiapanecas, de fondo no de forma, en la realidad, no en los medios de comunicación. Los “grandes esfuerzos oficiales” se han orientado a la adquisición y aplicación de cosméticos corrientes, que sólo el tiempo los deteriora o destruye y que harán crisis al concluir el sexenio, cuando llegue el próximo gobernador y busque vestirse con los errores del anterior, perfumarse con los fracasos del pasado y consolidarse, encarcelando y humillando a quien pueda o a quien se la deba.



En el municipio de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, hace un año, la presidenta perredista, Cecilia Flores Pérez prometió “El Cambio”: responsabilidad, transparencia, honradez y democracia. A 11 meses del “nuevo” Ayuntamiento, no ha podido ni con los agujeros de las calles, y por las quejas y denuncias ciudadanas, diarias, se puede afirmar que ha trabajado en total sentido contrario a sus promesas, igual que los otros gobiernos, y en muchas ocasiones, peor que sus antecesores. No existe transparencia verdadera y plena en las acciones de administración y gobierno; la participación ciudadana ofrecida, jamás ha rebasado los límites del discurso sobado y tramposo; y las sospechas fundadas de corrupción descarada y desatada, públicamente, los mismos miembros del Ayuntamiento se han encargado de aportar los elementos y señalar sus alcances.



Fracasos, anarquía, ineptitudes, irresponsabilidades, cinismos, terquedades y decepciones, serán la herencia, el sello y la firma que dejará para la posteridad el gobierno local amarillo que supo, medianamente, maniobrar una campaña política, pero que hasta hoy, no ha sabido ser gobierno.



Si se desea conocer y ejemplificar a una tricolor administración y gobierno priista, destacado prototipo de corrupción, nepotismo e impunidades, abusivas y arraigadas, basta y sobra con anotar al reciente ex gobernador del estado de Coahuila, ex presidente nacional del PRI, Humberto Moreira Valdez, que no solamente –como gobernador- endeudó y robó a su antojo, sino que además, impuso a su hermano como su sucesor.

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