Piensa, Prensa y Pega.

14 de diciembre de 2011

Reflexiones y Precisiones

A muy pocos días de que se celebren las festividades de “navidad y año nuevo”, esos momentos en los que abundan las frases fáciles y cargadas de hipocresía, buscando muchas veces sólo cumplir con las “costumbres y tradiciones”, que cada vez se vuelven más huecas y fingidas; a pocas horas de que el “feliz navidad y próspero año nuevo” inunde todo, y muchos lo expresen “en automático”, solamente como cortesía, algo más para librar las festividades decembrinas; a escasos días de que todo esto suceda y millones de mexicanos se muevan como enajenados o desquiciados, adquiriendo lo que no necesitan y muchas veces gastando lo que no tienen, comiendo, bebiendo y dándole rienda suelta a sus sentimientos reprimidos o instintos frenados, donde al final o desde el principio, millones de ellos terminan olvidando los verdaderos orígenes y objetivo de las celebraciones anuales; lo que sí es necesario y urge que todos procuremos con detenimiento y honestidad, es revisar nuestras actitudes y superarlas, comprometernos en lo común –donde estemos y como se pueda–, cuidar de la congruencia entre nuestro discurso y práctica, jamás ponerle precio a nuestra dignidad, nunca olvidar el valor y los alcances posibles de la palabra empeñada. Caminar siempre erguidos, no agachados; exigir, no suplicar; avanzar de pie, no arrodillados; denunciar, no encubrir; construir acuerdos, no pactar negocios ilícitos; hablar de frente y de día, no detrás de la casa y en la oscuridad, como acostumbran los delincuentes o los cobardes. Con exhortar a la búsqueda de estos ejercicios y conductas, basta y sobra como deseo y objetivo para “navidad y año nuevo”.



En estos días, es bastante común que muchos (as) le pongan tarifa a su dignidad y se vuelven ricos; otros, les enseñan y aprenden a olvidar su palabra y se transforman en poderosos; otros más, desarrollan una enorme capacidad para simular que cumplen sus responsabilidades sociales, y se vuelven ricos y poderosos. Proliferan los que han decidido vivir para siempre arrastrándose, boca abajo o implorando limosnas a quienes tienen la obligación de cuidar de la riqueza social; identificando, estimulando, guiando, transformando y convirtiendo en fuente de felicidad las potencialidades naturales y humanas, volviéndolas paz y desarrollo con justicia, donde el hambre, las enfermedades curables y las insatisfacciones de todo tipo, no existan y mucho menos se cultiven.



El que vende, oferta a plazos o renta su dignidad, el que “olvida” el valor de la palabra, el que simula cumplir a la sociedad, el que se decide por suplicar y no exigir y aquellos que se desentienden o permiten que otros se ocupen de las obligaciones comunes, todos, son culpables de las condiciones de insatisfacción, injusticias, violencia, corrupciones y de las desgracias cotidianas en que hoy se encuentra la sociedad mexicana. No son castigos divinos y, menos, sufrimientos que deban pedirse nos los resuelvan desde el más allá, son resultados de los malos pensamientos y extraviadas acciones de hombres y mujeres, a los que aquí hay que buscarle y encontrarle solución, entre todos, con lo que se tenga, donde se esté, y prepararse para el disfrute terrenal, antes que el celestial.



Si en esta temporada de frivolidades y felicidad temporal y aparente, nos damos tiempo para analizar nuestro quehacer diario y el entorno de nuestras actividades, encontraremos que no es poco lo que podríamos aportar a la sociedad y más si aprendemos a comprometernos con honestidad, si cuidamos de nuestra palabra y si desarrollamos nuestras capacidades para acompañar a alguien y recibir compañía en la tarea de enfrentar, resolver y construir todo aquello socialmente preocupante, responsabilidades de la sociedad y gobiernos.



Desde un medio de comunicación se puede hacer mucho, a favor o en contra de los ciudadanos, cuando a las autoridades se les hace saber las opiniones y propuestas de la comunidad, o cuando sin razón, a sus resultados se les magnifica y festeja, cuando con cualquier motivo se les alaba y cuando a la mínima insinuación, se les llena de “piropos y fragancias”, con el costo implícito y sus facilidades de pago.



Fácil, muy productivo y sin riesgos, es el desempeño de un medio de comunicación y cualquier comunicador, si olvida o extravía su función social, si pierde el rumbo, si alquila su palabra, si renta su pluma, si oferta su tinta, si se decide a deformar la realidad, por ocultar hechos, por sobredimensionar resultados, en pocas palabras, si termina cobrando por hablar y recibiendo por callar.



Son inmensos los daños que se pueden ayudar a infringir a la sociedad desde un medio de comunicación, y resultan incalculables los beneficios que se pueden identificar, estimular y orientar hacia la comunidad, cuando en un medio domina la preocupación por lo común, el celo por la verdad, los cuidados por lo íntegro, las plumas certeras, las expresiones directas y las palabras valientes, aunque peligre la libertad o se arriesgue la vida, vale la pena y en estos tiempos, puede costar hasta la vida. No son exageraciones y siempre puede estar más cerca de lo que nos imaginamos.

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