Piensa, Prensa y Pega.

14 de noviembre de 2012

Reflexiones y Precisiones



Después de varias décadas y de tantas calamidades sufridas por la población de este país, se vuelve una cuestión muy natural el hecho de que los ciudadanos aún conserven la esperanza en el gobierno federal que viene y que los aspectos socioeconómicos y políticos cambiarán para bien de todos. Después de tantas banalidades y saqueos a los recursos económicos, naturales y materiales del estado de Chiapas, se vale que cada vez que está por llegar un nuevo gobierno del estado, los habitantes esperen que éste exprese y se asuma como responsable hacia las mayorías en la miseria y el olvido, en las áreas rurales y urbanas de la entidad.  Después de tantas pillerías, descaros y desfiguros en los ayuntamientos de Chiapas, se comprende que los ciudadanos esperen con ansiedad, que las nuevas autoridades municipales resulten honradas, sensibles y entregadas totalmente a la solución de las necesidades urgentes y la construcción de un futuro verdaderamente, promisorio y prometedor para aquellas y aquellos que siempre han sido tratados con indiferencia o desprecio.

Después de cuando menos 30 años, en donde los habitantes de este país más han conocido del encarecimiento de la canasta básica; en donde las  condiciones son cada vez más difíciles para conseguir empleo; en donde  cada día se  encuentran con menores posibilidades reales y suficientes para atender y mejorar  su salud personal y familiar; después de toparse periódicamente con mayores dificultades para poder acceder a una educación científica, crítica, gratuita y al servicio de la sociedad; después de no encontrar la manera posible de resolver sus necesidades de vivienda, cuando menos, medianamente digna; después de nunca conocer sobre esparcimientos y diversiones que los distraigan, estimulen y formen positivamente; después de tantas y tantas injusticias sociales, en cuando menos 30 años, con formas humillantes, colores oscuros y sabores amargos; después de así, acostumbrarse a ver que algunos se empecinan en vivir montados y fueteando a millones de mexicanos, es comprensible que imaginen y añoren que las autoridades siguientes -federal, estatal y municipales-, deberían de preocuparse y asumirse como buenos gobiernos.

Después de 30 años, con todos los infortunios y sufrimientos padecidos por las mayorías empobrecidas, no por los pudientes que se han enriquecido trepados sobre ellas, y frente a los deseos de millones de mexicanos porque la situación mejore, lamentablemente otra vez hoy, por lo que ya se deja ver y entrever en los gobiernos federal y estatal por venir, y en los locales,  que para el caso del Ayuntamiento de San Cristóbal de Las Casas, ya llegaron, las personas y comportamientos  que se asoman y  experimentan,  no anuncian nada bueno como para alegrarse y organizar celebraciones con marimba, tambores y pitos. Tristemente, todo se observa no igual, sino peor y urge prepararse para enfrentarlo, detenerlo y destruirlo. Difícilmente veremos mejorar, sustancialmente, en el corto o mediano plazos, las condiciones reales de empleo, vivienda, salud, educación pública, alimentación, seguridad y todos aquellos factores que inciden favorable y directamente en el bienestar social de los habitantes de este país.  No es pesimismo o sintomatología depresiva, es voltear la vista hacia la historia reciente, es objetividad y crudeza que no busca agradar sino contribuir a sensibilizar. Por el bien de todos.

No se necesita echar mano de variables macro o microeconómicas para convencer sobre lo que aquí se afirma. No es necesario recurrir a sesudos argumentos econométricos,  a cuidadosos ejercicios de extrapolación, a estadísticas acuciosas  o a la historia profunda y detallada, para convencer de que vienen tiempos aún de mayores dificultades para los mexicanos. Basta sólo con decir que, de lejos y de cerca,  a las autoridades que llegarán o que ya están en funciones, para nada se les ve que tengan los pies sobre la tierra y  que entiendan sobre  su función social: de amplio horizonte, no de miopía crónica; de sensibilidad social, no de torpezas enraizadas; de justicia social, no de atención a desamparados con programas para repartir limosnas. No se dan cuenta  de la cimentación  de barro sobre la que pretenden seguir construyendo y de que la estructura que pretenden montar, está visiblemente podrida, y ambas, cimientos y estructura, resultarán incapaces de aguantar el peso, la magnitud y las sacudidas  de las necesidades y urgencias que ya existen y se presentarán más en  la sociedad mexicana.

Cómo pensar y confiar que a La Figurita de Enrique Pena Nieto le asomarán los principios, las convicciones, las capacidades, los tamaños (más allá de su estatura física), la sensibilidad, la humildad y el amor a la patria (la de todos no la de él), imprescindibles, que ahora más que nunca se necesitan para superar  las insatisfacciones e infelicidad  que, por décadas, han acompañado a millones de mexicanos. Cómo pensar y confiar en que vienen tiempos mejores para los más necesitados, cuando vemos que quienes rodean a Enrique Pena; sus nombres, apellidos y trayectorias, únicamente  traen recuerdos sobre agravios, abusos, arrogancias  y enriquecimientos sospechosos. Cómo pensar y confiar en que con Enrique Pena, todo cambiará para bien, si somos testigos de cómo los mismos sinvergüenzas y delincuentes de siempre -ellos, sus hijos o nietos-  desde los municipios y estados del país, ya lo rodean y con ellos y ellas gobernará y administrará a México.

Cómo pensar y confiar en que al gobernador electo para Chiapas, Manuel Velasco Coello, le aparecerán las medidas corporales e intelectuales para trazar el rumbo correcto y conducir hacia el destino socialmente aceptable para los chiapanecos; cuando todos vemos que todavía no aprende, siquiera, a hablarle de tú al gobernador Sabines Guerrero que está a sólo tres semanas de irse. Cómo pensar y confiar en que al “Güero” Velasco no se le nublará la vista, ni se le aflojarán las piernas,  cuando le empiecen a asomar los problemas sociales, los atorones económicos  y las presiones políticas -como consecuencia de los compromisos que adquirió para poder hacerse de la gubernatura-, si ni equipo humano propio le han permitido armar. Cómo pensar y confiar en Manuel Velasco Coello, si cuando inicie el 8 de diciembre, su grupo de trabajo, su primer círculo, bien revisado y analizado, será ajeno a él, impuesto, prestado, otorgado en comodato, rentado o de enemigos infiltrados.

Cómo pensar y confiar en el Ayuntamiento de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, si en 45 días de ejercicio político y administrativo, ya demostró que se moviliza tapado de los ojos,  en silla para discapacitados,  con los oídos taponados y con las manos sueltas y las uñas largas. Cómo pensar y confiar positivamente, en Francisco José Martínez Pedrero, Roberto Morales Ortega, Ana M. del S. Sarmiento Ochoa, Marco A. Santiago Sánchez, Adriana Guillén Hernández, Hernán Cantoral Ruiz, Patricia A. Luna Burguete, Fidencio Pérez Jiménez, Fernando Pérez Jonapá, Enrique Lara Coello, Juan S. Camacho Velasco, Gabriela Velázquez Gamboa (que se esfuerza, pero no impacta), David Pérez Sánchez, Marco A. Sánchez Guerrero, Luis de J. Penagos López y Daniela Ruiz Pedrero, si en 45 días ya fueron capaces de violar la Ley Orgánica Municipal; el Reglamento Interior del Ayuntamiento; la Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos; y la Ley de Adquisiciones, Contrataciones y Arrendamientos, entre otras normas que protestaron cumplir y hacer cumplir. Cómo pensar y confiar en lo que viene para México, Chiapas y el municipio de San Cristóbal, si ya todo huele y sabe a lo peor de los últimos 30 años. Ante todo este panorama que se avecina o que ya llegó, ¿cómo pensar y confiar en que no estamos ya en la antesala de una muy probable gran revuelta social con acciones extremadamente violentas, donde a nadie le irá bien y perderá más el que más tenga, y no se dan cuenta?

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