Piensa, Prensa y Pega.

2 de octubre de 2013

Reflexiones y Precisiones



“Manuel” e “Ingrid”. Hablando con terminología actual, entre los huracanes “Manuel” e “Ingrid” y la “Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE)”, lograron “encapsular” a más de una docena de gobernadores aztecas, al gabinete legal y ampliado del gobierno federal, y al mismo presidente de la república mexicana, Enrique Peña Nieto. Los huracanes y la coordinadora de trabajadores de la educación, sólo ellos, han logrado exhibir a gobiernos sin el temple debido; de lento reaccionar, de comportamiento socialmente insensible, de acciones frívolas, novatos para desempeñarse bajo presión, nada previsores, malos para la planeación, pésimos en la ejecución y excelentes para la burla, la provocación y el menosprecio a los más necesitados. Dos huracanes y una coordinadora de maestros mexicanos, hasta hoy, han puesto en muy malas condiciones físicas, económicas y anímicas, a un gobierno federal que todavía no cumple un año de haber iniciado, y a más de una docena de gobernadorcitos expertos en deshonestidades y contratación de medios de comunicación, que les convierten su imagen de papel en una fisonomía de líder, casi estadista.

“Encapsulados” y con arrebatos. De esta manera, se ha venido observando el desempeño del gobierno federal y de más de 15 gobernadores. Los huracanes y la coordinadora de maestros de México, en poco tiempo desgastaron, apesadumbraron y llevaron a la desesperación a presuntuosos políticos y a posgraduados profesionistas formados en universidades del país y el extranjero. Como siempre ha sucedido cuando se han presentado eventos de la naturaleza de los huracanes, hoy, la población damnificada está superando la situación de emergencia con sus propios medios, con su propia iniciativa, organizándose por sí mismos y con sus muy limitados recursos, antes que con la ayuda oficial, que ya se verá al final, los gobernantes sabrán utilizarla para sacarle provecho político y beneficio económico. En México, los desastres naturales frecuentemente son manipulados para fortalecer a los partidos políticos en el poder, igualmente, para que los grandes empresarios se deshagan de sus saldos por caducar y también para evadir al fisco, sin contar con la falsa humildad con que sus fundaciones se “entregan” para reparar la desgracia ajena. De la misma manera, para que las autoridades se den baños de pueblo y para volver más ricos a todos ellos.

Maniatados, desnudos y ya sin saber cómo salir no muy lastimados. Los gobiernos de la república y de las entidades federativas más afectadas por los huracanes, presionados por los maestros que también resultaron unos verdaderos huracanes, han dejado claro a la sociedad mexicana, que las autoridades actuales –de los diferentes niveles- no estaban preparados para hacer frente a fenómenos naturales de esta magnitud, como es su obligación, y que tampoco se imaginaron una reacción tan bien organizada y decidida, de la envergadura que han sabido tejer, orientar y sostener, los docentes mexicanos. Aun con todas las capacidades ostentadas en el reciente desfile del 16 de septiembre, la respuesta oficial ha resultado insuficiente, imprecisa y tardía, ante el impacto de los fenómenos meteorológicos, por un lado, y por el otro, resulta evidente que las autoridades educativas y de la Secretaría de Gobernación no calibraron bien la creatividad, fortalezas y capacidad de convocatoria de los maestros. Si todo le sale bien al presidente Enrique Peña Nieto, no le bastará su sexenio administrativo para reponerse de las “abolladuras” que le acomodarán los huracanes “Manuel” e “Ingrid”. Y las fuerzas políticas que ha desatado con su “Reforma Educativa”, la desestabilización que no previó, si todo le sale bien, sólo marcarán feamente al actual gobierno federal y a casi todos los gobernadorcitos implicados.

Centro de operaciones”. Sobraba que el gobierno federal instalara un “Centro de operaciones” en el muy atractivo destino turístico de Acapulco, Guerrero; para eso están sus oficinas en la ciudad de México, las oficinas de los gobiernos en los estados y las oficinas e instalaciones diversas de los ayuntamientos implicados. No era necesario incrementar los costos del desastre, los gastos de la reconstrucción, sufragando el alto costo diario que seguramente tienen los lujosos hoteles, restaurantes y oficinas instaladas en el puerto de Acapulco. Ellos, las autoridades, en una suite, en un penthouse, en una discoteca de moda, saboreando un buen corte, un vino importado, un excelente postre con café y coñac. Mientras tanto, allá en lo más recóndito de la sierra guerrerense, los habitantes durmiendo en el monte, tragando lodo, llorando a sus muertos o desaparecidos, sufriendo más hambre y viendo que se les avecinan mayores miserias y padecimientos.  

Un huracán llamado CNTE. El gobierno de Enrique Peña Nieto se ha de haber imaginado que con el “Pacto por México” y encarcelando a Elba Esther Gordillo Morales, tenía garantizada la aprobación tersa de la “Reforma Educativa”. El gobierno peñista calculó políticamente muy mal, no quiere recular y ya empieza a pagar las consecuencias sociales. Sin siquiera simular que consultaban –como lo acostumbran- a los docentes de México, elaboró su iniciativa de ley, la cabildeó con los “líderes” magisteriales a su servicio, se la empaquetó a los diputados y senadores, amarró su aprobación, dispuso su publicación y ya urge a los gobernadores y autoridades educativas en general, su pronta y estricta aplicación, que augura mayores manifestaciones de inconformidad de no poca peligrosidad para el gremio magisterial y las organizaciones sociales que han visto en los docentes y en esta coyuntura, una buena oportunidad para hacerse ver, sentir y escuchar. Los riesgos para la sociedad y el gobierno no son pocos, están peligrosamente latentes y no faltan aquellos que han de frotarse las manos para desatar la represión oficial. Están las condiciones muy bien logradas para que cualquiera de dentro o fuera del país, pueda cometer una travesura que todos habríamos de lamentar.

Negarse a ver y a escuchar la respuesta organizada de los maestros, en el Distrito Federal y en los diversos estados del país, ha sensibilizado más a las otras organizaciones sociales con problemas añejos y sin resolver, y todo esto, ha venido a crear una situación mucho muy delicada que nadie parece darse cuenta. Ya se han unido exigiendo ser escuchados y atendidos como debe ser: trabajadores de la educación de todo el país (aunque los medios de comunicación lo omitan o minimicen), estudiantes y trabajadores universitarios, padres y madres de familia, obreros de áreas urbanas y rurales, campesinos, empleados de gobierno y muchos otros que desde hace mucho vienen padeciendo las acostumbradas acciones y omisiones oficiales. Ojalá que no, pero todo pinta hacia un desenlace nada festejable, donde bien pueden suscitarse “bajas definitivas” en los dos grupos, la sociedad y el gobierno.

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