“Manuel” e “Ingrid”. Hablando con terminología actual, entre los huracanes “Manuel” e “Ingrid” y la “Coordinadora
Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE)”, lograron “encapsular” a más de una docena de gobernadores aztecas, al
gabinete legal y ampliado del gobierno federal, y al mismo presidente de la
república mexicana, Enrique Peña Nieto.
Los huracanes y la coordinadora de trabajadores de la educación, sólo ellos,
han logrado exhibir a gobiernos sin el temple debido; de lento reaccionar, de
comportamiento socialmente insensible, de acciones frívolas, novatos para
desempeñarse bajo presión, nada previsores, malos para la planeación, pésimos
en la ejecución y excelentes para la burla, la provocación y el menosprecio a
los más necesitados. Dos huracanes y una coordinadora de maestros mexicanos,
hasta hoy, han puesto en muy malas condiciones físicas, económicas y anímicas,
a un gobierno federal que todavía no cumple un año de haber iniciado, y a más
de una docena de gobernadorcitos expertos en deshonestidades y contratación de
medios de comunicación, que les convierten su imagen de papel en una fisonomía
de líder, casi estadista.
“Encapsulados” y con
arrebatos. De esta manera, se ha venido observando el desempeño del
gobierno federal y de más de 15 gobernadores. Los huracanes y la coordinadora
de maestros de México, en poco tiempo desgastaron, apesadumbraron y llevaron a
la desesperación a presuntuosos políticos y a posgraduados profesionistas formados
en universidades del país y el extranjero. Como siempre ha sucedido cuando se
han presentado eventos de la naturaleza de los huracanes, hoy, la población
damnificada está superando la situación de emergencia con sus propios medios,
con su propia iniciativa, organizándose por sí mismos y con sus muy limitados
recursos, antes que con la ayuda oficial, que ya se verá al final, los
gobernantes sabrán utilizarla para sacarle provecho político y beneficio
económico. En México, los desastres naturales frecuentemente son manipulados
para fortalecer a los partidos políticos en el poder, igualmente, para que los
grandes empresarios se deshagan de sus saldos
por caducar y también para evadir al fisco, sin contar con la falsa humildad
con que sus fundaciones se “entregan” para reparar la desgracia ajena. De la
misma manera, para que las autoridades se den baños de pueblo y para volver más
ricos a todos ellos.
Maniatados, desnudos y ya sin saber cómo
salir no muy lastimados. Los
gobiernos de la república y de las entidades federativas más afectadas por los
huracanes, presionados por los maestros que también resultaron unos verdaderos
huracanes, han dejado claro a la sociedad mexicana, que las autoridades
actuales –de los diferentes niveles- no estaban preparados para hacer frente a
fenómenos naturales de esta magnitud, como es su obligación, y que tampoco se
imaginaron una reacción tan bien organizada y decidida, de la envergadura que
han sabido tejer, orientar y sostener, los docentes mexicanos. Aun con todas las
capacidades ostentadas en el reciente desfile del 16 de septiembre, la
respuesta oficial ha resultado insuficiente, imprecisa y tardía, ante el
impacto de los fenómenos meteorológicos, por un lado, y por el otro, resulta
evidente que las autoridades educativas y de la Secretaría de Gobernación no
calibraron bien la creatividad, fortalezas y capacidad de convocatoria de los
maestros. Si todo le sale bien al presidente Enrique Peña Nieto, no le bastará su sexenio administrativo para
reponerse de las “abolladuras” que le
acomodarán los huracanes “Manuel” e
“Ingrid”. Y las fuerzas políticas que ha desatado con su “Reforma Educativa”, la desestabilización
que no previó, si todo le sale bien, sólo marcarán feamente al actual gobierno
federal y a casi todos los gobernadorcitos implicados.
“Centro de operaciones”. Sobraba que el
gobierno federal instalara un “Centro de
operaciones” en el muy atractivo destino turístico de Acapulco, Guerrero;
para eso están sus oficinas en la ciudad de México, las oficinas de los gobiernos
en los estados y las oficinas e instalaciones diversas de los ayuntamientos
implicados. No era necesario incrementar los costos del desastre, los gastos de
la reconstrucción, sufragando el alto costo diario que seguramente tienen los
lujosos hoteles, restaurantes y oficinas instaladas en el puerto de Acapulco.
Ellos, las autoridades, en una suite, en un penthouse, en una discoteca de
moda, saboreando un buen corte, un
vino importado, un excelente postre con café y coñac. Mientras tanto, allá en
lo más recóndito de la sierra guerrerense, los habitantes durmiendo en el
monte, tragando lodo, llorando a sus muertos o desaparecidos, sufriendo más
hambre y viendo que se les avecinan mayores miserias y padecimientos.
Un huracán llamado CNTE. El gobierno de Enrique Peña Nieto se ha de haber imaginado que con el “Pacto por México” y encarcelando a Elba Esther Gordillo Morales, tenía
garantizada la aprobación tersa de la “Reforma
Educativa”. El gobierno peñista calculó políticamente muy mal, no quiere
recular y ya empieza a pagar las consecuencias sociales. Sin siquiera simular que consultaban –como lo
acostumbran- a los docentes de México, elaboró su iniciativa de ley, la
cabildeó con los “líderes” magisteriales a su servicio, se la empaquetó a los diputados y senadores,
amarró su aprobación, dispuso su publicación y ya urge a los gobernadores y
autoridades educativas en general, su pronta y estricta aplicación, que augura
mayores manifestaciones de inconformidad de no poca peligrosidad para el gremio
magisterial y las organizaciones sociales que han visto en los docentes y en
esta coyuntura, una buena oportunidad para hacerse ver, sentir y escuchar. Los
riesgos para la sociedad y el gobierno no son pocos, están peligrosamente
latentes y no faltan aquellos que han de frotarse las manos para desatar la
represión oficial. Están las condiciones
muy bien logradas para que cualquiera de dentro o fuera del país, pueda cometer
una travesura que todos habríamos de lamentar.
Negarse a ver y a escuchar la respuesta organizada
de los maestros, en el
Distrito Federal y en los diversos estados del país, ha sensibilizado más a las
otras organizaciones sociales con problemas añejos y sin resolver, y todo esto,
ha venido a crear una situación mucho muy delicada que nadie parece darse
cuenta. Ya se han unido exigiendo ser escuchados y atendidos como debe ser:
trabajadores de la educación de todo el país (aunque los medios de comunicación
lo omitan o minimicen), estudiantes y trabajadores universitarios, padres y
madres de familia, obreros de áreas urbanas y rurales, campesinos, empleados de
gobierno y muchos otros que desde hace mucho vienen padeciendo las
acostumbradas acciones y omisiones oficiales. Ojalá que no, pero todo pinta
hacia un desenlace nada festejable, donde bien pueden suscitarse “bajas definitivas” en los dos grupos, la
sociedad y el gobierno.
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