En el estado de
Chiapas, un presidente municipal, síndico o regidor, puede sustraer recursos públicos
y luego ser diputado local, “legislador” federal y hasta soñar con una
senaduría (te hablan, Sergio).
En Chiapas, un
diputado local puede endeudar criminalmente al estado y luego ser diputado
federal, senador o colaborador cercano del gobernador (te hablan, Ana Elisa).
Para Chiapas, sus
senadores pueden aprobar leyes; hacendaria, educativa, laboral y energética,
contrarias a los intereses de los chiapanecos, y cualquiera de ellos aspira,
moral y políticamente, a ser gobernador.
En Chiapas, un gobernador
pisotea leyes, roba, atropella derechos humanos, actúa como jefe de la
delincuencia organizada, pone y quita titulares de los poderes Legislativo y
Judicial. Promueve y desconoce “líderes” de partidos políticos, “aleja o atrae” mujeres u hombres, se
convierte en dios o diablo, y no son
castigados sino promovidos. En Chiapas, “La
Ley del Monte”.
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