Totalmente desesperados se les observa a los “doctores" encargados de la imagen institucional y las relaciones públicas, internas e internacionales, del presidente de México. Ante la masacre de Iguala, intentan hacer que la sociedad
olvide o cuando menos, se distraiga: casi han dicho que ya el ébola llegó a México; a las
tormentas las convierten en ciclones; al mal tiempo le llaman huracán; a diario vienen anunciando que encarcelan a “grandes capos" del narcotráfico; metieron
al reclusorio al que la hace de dueño de la empresa OCEANOGRAFÍA; y casi serían capaces de volver a liberar al Chapo
Guzmán, si estuvieran seguros que ello haría que la
comunidad nacional e internacional dejara de insistir sobre el crimen de
lesa humanidad cometido por el estado, con los 43 jóvenes estudiantes normalistas de AYOTZINAPA, en el estado de
Guerrero.
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