Piensa, Prensa y Pega.

15 de octubre de 2014

Reflexiones y Precisiones



MAYOR ORGANIZACIÓN, DISCIPLINA Y DESARROLLO; más mujeres y hombres jóvenes, muestra cada vez que aparece el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Varios miles de los que marcharon en silencio el 8 de octubre en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México, en apoyo a los familiares de los desaparecidos y asesinados  por las autoridades en Iguala, Guerrero, eran niños o aún no nacían, cuando el EZLN apareció públicamente en Chiapas, en el año de 1994. Todos los miles de jóvenes del EZLN, a los que ahora se les vio en la manifestación el 8 de octubre, indudablemente, tienen un enorme significado, esperanzas, para el movimiento social zapatista; son quienes garantizan mayor claridad, determinación, bríos, fuerza y pureza en la sangre y accionar del movimiento insurgente. Ya no son aquellas y aquellos a quienes se les convenció de las bondades y buen futuro del trabajo zapatista; no, ellas y ellos ya nacieron zapatistas, rebeldes y en el trabajo diario de la resistencia y rebeldía. Nacieron siendo insurgentes y eso, en principio, ya promete bastante al movimiento social que día a día convoca y convence de que, ya no existe otra manera para superar las condiciones sociales de injusticia y explotación en todo el territorio mexicano, más que sacudiendo y echando para siempre lo podrido e injusto, eso que por décadas o siglos le ha negado condiciones de bienestar social, verdaderamente humanas, a la mayoría de la sociedad mexicana. Todas esas condiciones objetivas y subjetivas que solamente traen y atraen desigualdades, pobrezas, enfermedades, violencia, sufrimientos, llantos y miserias en todos los órdenes de la vida, en una sociedad enferma y en etapa terminal.



NADIE SE LO ESPERABA. Ni los malos gobiernos, ni las organizaciones en lucha contra las autoridades, se imaginaron siquiera que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional reaccionaría tan rápido y en la dimensión con que respondió. Ese sólo hecho ya dice mucho sobre su madurez, organización y capacidad de reacción. No fue poco y se dio en el momento oportuno. Constituyó una respuesta llena de mensajes claros, resuelta, contundente, precisa, enérgica, elegante y, por momentos, hasta preciosa. El orden, la organización, la disciplina, el paso firme, la mirada en alerta, las manos puestas, el cuerpo dispuesto, el silencio que impone, el andar cuidadoso y hasta el colorido en mucho de su indumentaria, no son comportamientos fáciles, ni lo logra cualquiera; nacen del maltrato de siempre, de la convicción, la enseñanza, el buen aprendizaje, la humildad y el llegar puesto para todo, inclusive a perder la vida, lo único suyo en los zapatistas. Lo más probable era que muchos hubieren pensado que el EZLN permanecería callado, sin reaccionar, inmóvil, como un cómplice más, como se comportan los ciegos o los cobardes. Sorpresa y susto se llevaron muchos y muchas. Esto sí es “MOVER A CHIAPAS Y A MÉXICO”, no las payasadas esas que organizan y encabezan las autoridades vestidas en color morado.



LA REACCIÓN OFICIAL. Como ha sido una costumbre en las autoridades, éstas respondieron instruyendo a los medios de comunicación a su servicio, para que no mencionaran sobre la llegada de miles de zapatistas. Esa noche, fue bien claro el comportamiento de los principales medios de comunicación electrónicos de este país, nadie mencionó algo sobre la marcha del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, en apoyo a los estudiantes desaparecidos y asesinados de AYOTZINAPA. Ningún medio de comunicación dijo que el otro Ejército, el que le declaró la guerra al gobierno federal y a sus instituciones desde hace 20 años, había llegado desarmado y en silencio, para hacer suyos la indignación, el dolor y la rabia de los familiares, amigos y compañeros de los desaparecidos y asesinados por un mal gobierno. La respuesta oficial fue la de siempre, la del irresponsable social: intentar achicar, ignorar, minimizar la presencia insurgente en la ciudad, como si de esa manera se pretendiera y pudiera desaparecer, por decreto, a las miles de mujeres y hombres zapatistas. Aquellas y aquellos a quienes entre más se les ignora, más se multiplican; aquellas y aquellos a quienes entre más se intenta arrinconar, más presentes están en la realidad nacional y mayor solidaridad reciben de la comunidad internacional. 



EL CRIMEN DE LESA HUMANIDAD cometido contra los 43 estudiantes de AYOTZINAPA, en el estado de Guerrero, en México, vino a demostrar que es ya muy poco lo que se necesita para que en este país se unan, en las condiciones que urgen, todas las pobrezas, todas las inconformidades, todos los rencores, todas las decepciones, todos los hastíos, todos los rechazos y todos los reclamos a tanta injusticia social. Una unión que debe surgir bien coordinada y conducida, sana, para que pueda llevar pronto y correctamente, a dar buena forma a un nuevo país. Tal vez no lleve días, ni meses, ni pocos años, pero ya iniciará como se debe, es una urgencia nacional desde hace mucho tiempo. Un nuevo país donde el bienestar social justo y que iguale, sea una realidad para todos aquellos y aquellas que desde hace décadas o un siglo, en México nacen y mueren pobres. Un nuevo país donde la educación, la ciencia, los recursos naturales, las capacidades humanas, la investigación y todos los recursos al alcance de la sociedad y el gobierno, sean útiles para construir felicidad, armonía, para dar buenas satisfacciones, para desterrar del suelo mexicano todo aquello que hoy solamente produce miserias y sufrimientos humanos.



Quién sabe si a las autoridades les sirva para algo bueno las recientes manifestaciones sociales en su contra; quién sabe si las haga entender que fue su comportamiento irresponsable y criminal, de asesinos, el que ha llevado a que la sociedad se convulsione y exprese, fuerte y organizadamente, como nunca o muy pocas veces, por todo el territorio nacional; quién sabe si las haga razonar desde una óptica social o puramente militar, quién sabe. Pero lo que sí ya es una realidad mexicana, es que la sangre y el sufrimiento que produjeron EL CRIMEN DE LESA HUMANIDAD contra los 43 estudiantes de AYOTZINAPA, en el estado de Guerrero, no será en vano y ya se observan sus primeros frutos : ya acercó, hizo identificar y unió comprometidamente, a los inconformes de las áreas rurales y urbanas; a los atropellados del campo y las ciudades; a los olvidados de los grandes centros de población, con los despreciados de los poblados más pequeños; a académicos e investigadores destacados, con hombres y mujeres que no saben leer ni escribir; a los que siempre han luchado por una sociedad  y gobierno, responsable y justo, con los que jamás se habían decidido por hacerse ver y escuchar; A GRUPOS DE CIUDADANOS ABSOLUTAMENTE INCONFORMES, CON GRUPOS SOCIALES DECLARADAMENTE INSURGENTES, DESDE HACE DÉCADAS. Por el bien de todos, ojalá se comprenda y dimensione correctamente, y cada quien cumpla con su deber. 

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