Una infantil burla oficial de buen tamaño
es la cometida por el director del ICATECH en el estado de Chiapas, al
intentar sorprender a la opinión pública, a la
clase política y principalmente al gobernador, con eso de que le han otorgado un
reconocimiento nacional por su buen desempeño como “servidor
público". En primer lugar, habría que precisar
una cuestión determinante: quienes le otorgan el “reconocimiento"
a Enoc Hernández Cruz, no son instituciones reconocidas, de prestigio y
serias, dedicadas a la administración pública, a la
academia o la investigación científica, no, son
asociaciones civiles vividoras, como existen muchas, dedicadas a ofrecer y
vender distinciones para la promoción
personal y relaciones públicas a quienes puedan pagarlas; asociaciones civiles que
comercian “distinciones" sin buscar algún sustento que
lo explique o justifique más que: “yo te puedo
dar algo si tu cubres su costo". Algo parecido a adquirir chicharrones, chicharrines,
camisas o calzones; del tamaño del precio son las características del artículo que se entrega. Estas asociaciones
civiles, vividoras de las debilidades humanas, saben muy bien aprovecharse de
la muy baja autoestima de algunas personas, de los traumas adquiridos en
su niñez y de la necesidad patológica, del hambre insaciable de los
politiqueros actuales, por el protagonismo ridículo como única forma de llamar la atención de sus amos y señores, para ser considerados en futuras
promociones políticas o administrativas, en la esfera
local o nacional. Así se explica el “TLATOANI" adquirido por Enoc
Hernández Cruz, para auto reconocerse por su buen desempeño como “servidor
público", ni más ni menos.
EL “TLATOANI" de plástico. De plástico o de
zacate ha de ser el “reconocimiento" adquirido y
anunciado por el director del ICATECH, Enoc Hernández Cruz, porque no se le conocen resultados o méritos, lo suficientemente valiosos, como para justificar una “distinción nacional". Más bien, sí podría ser uno de los principales funcionarios en Chiapas, que tiene méritos sobrados para abrirle, urgentemente, un par de
investigaciones del fuero común y federal, por ejercicio indebido de
recursos públicos, eso sí.
Lo único que se le conoce al director del ICATECH es que diariamente
manda a escribir y publicar con sus empleados: que acompañó al gobernador, vestidos en color verde, a repartir promesas y
abrazos; que asistió con la mamá del gobernador,
vestidos en color morado, a distribuir mojarras tilapia, 2000
kilos para 4000 jefas de familia, 200 gramos por persona, como apoyo anual en
carnes blancas; que visitó el municipio de Oxchuc y que
disfrazado de oxchuquero, les ofreció de todo,
acarició a quien se colocó a su alcance y les dejó bien claro que hablar con él, es como escuchar al gobernador o más aún, a la mamá de él, a quien todos
y todas escuchan y obedecen sin chistar.
Nada lo suficientemente
convincente, que dé certidumbre y confianza en su desempeño institucional, se le conoce o reconoce al director del ICATECH.
Está más que claro -en niveles empalagosos y chocantes-, lo que él se esmera en publicitar en todos los medios de comunicación al servicio del estado y manipulados por él, que ya
tiene en la bolsa al gobernador Manuel Velasco Coello y a su mamá, Leticia Coello Garrido; que su capital político podría darle
para ser gobernador; que él es como el hermano moreno que el Güero no tuvo; que ya casi es Velasco, Coello o Garrido;
y que todos deben cuidar, servir y estar bien con Enoc Hernández Cruz, porque en cualquier momento el gobernador
Manuel Velasco Coello le otorgará el
nombramiento más importante de su vida, la antesala para
lograr la gloria eterna, el paraíso
terrenal. ESO ES TODO y es la única bujía y brújula que
mueve diariamente al director del ICATECH. Nada serio.
UNA CUESTIÓN ENFERMIZA. Antes de que el director del ICATECH comprara
su TLATOANI o TLACOACHE, instruyó -no se puede entender de otra manera- para que se le empezara a llamar
“líder moral" del partido político MOVER A
CHIAPAS; y “líder
moral" de la “fundación" Manuel Velasco Suarez, como
si el científico y humanista universal hubiera sido un vividor de la política, una persona con trastornos severos de personalidad y sin
principios éticos y morales.
Alguien como el actual
director del ICATECH que dócilmente ha estado al servicio y
usufructo, casi doméstico, de los ex gobernadores Pablo
Salazar Mendiguchía y Juan José Sabines Guerrero, y que luego mañosamente se
desmarca y niega, está imposibilitado para ser llamado “Líder Moral". El director del ICATECH fue
hechura de Pablo Salazar Mendiguchía a partir del cargo de presidente
municipal de San Cristóbal de las Casas, por el Partido Alianza
Social (PAS), y luego fue diputado local con Juan José Sabines Guerrero por el Partido del Trabajo (PT). Hoy se viste
de color VERDE O MORADO, y con seguridad, estaría dispuesto a colocarse del color que se necesite, si ello le promete buenos dividendos políticos o económicos.
Hablando con
rigor técnico. Para que al director del ICATECH, Enoc Hernández Cruz, se le pudiera considerar candidato para algún reconocimiento nacional, tendría que empezar
por documentar oficial y públicamente, todas las actividades académicas que ha desarrollado
durante los casi dos años que lleva al frente de la institución que representa, desglosando: universo de trabajo, recursos humanos y
materiales, distribución geográfica, costos,
tiempos y resultados -sujetos a auditoría-, en cada uno
de los centros educativos, por municipios, regiones y a nivel estatal. Luego
tendría que hacerse lo mismo con sus pares de las otras entidades de la República Mexicana, para, posteriormente, después de una
rigurosa investigación de gabinete y campo, de una confrontación de información física y
financiera, y el respectivo análisis de especialistas académicos en el tema, concluir que Enoc Hernández Cruz es el merecedor de un reconocimiento nacional. Solamente,
mediante este mínimo procedimiento elemental, se podría estar en condiciones honestas de afirmar que el director del ICATECH
es quien, por “Mérito a su
alto desempeño", se le otorga un TLATOANI, TLACOACHE o como se
le denomine a la distinción. Caso contrario, como el que nos ocupa,
bien se puede decir que sólo nos encontramos frente a una actitud
tramposa de politiquería, ruin y de risa, que desnuda la
miseria humana de quien la promueve, al intentar vender resultados chatarra,
como si se trataran de logros profesionales, científicos y
universales.
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