Piensa, Prensa y Pega.

26 de enero de 2011

Reflexiones y Precisiones

Algunos preguntarán por qué se le está dedicando tanto tiempo, espacio y tinta, a la administración de la Profesora Cecilia Flores Pérez, y por supuesto tiene fundamento y respuesta: porque es la autoridad más inmediata a los ciudadanos del municipio de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas; porque, si no somos capaces de lograr incidir en él, difícilmente con nuestro esfuerzo, podremos alcanzar reacciones positivas en las administraciones de Juan Sabines y Felipe Calderón.

También, porque constitucionalmente, es la autoridad más cercana obligada a atender el presente y futuro de la población municipal; aprovechando con honestidad e inteligencia sus capacidades materiales, económicas y los recursos naturales de su circunscripción. Igualmente, porque en tanto el primer nivel de gobierno, es de su absoluta incumbencia, conocer bien la problemática municipal –origen, evolución y tendencias-, está obligada a promover y encontrarle solución a todo, con sus propios medios, con los del gobierno estatal o haciendo participar a la federación. Consciente del corto, mediano y largo plazos, desempeñándose con profesionalismo, y alejada de concepciones viciadas, chatas o atadas a partidos políticos.

Adicionalmente, ahora, las administraciones municipales chiapanecas, tendrán un período de gobierno demasiado corto, por ello, con más razón, todos deberíamos comprometernos e intentar, con “marcaje personal”, críticas y propuestas, llevarlos de la mano para hacerlos efectivos, oportunos y productivos, lo más posible, y esto no se dará, alejado de ellos, aromatizándoles su ambiente o enmudeciendo ante sus hechos y resultados. Es necesario insistir y perseverar, aunque agote a unos y moleste a otros.

Por todo lo expuesto, si no sucede algo más importante, se habrá de continuar como hasta hoy: reflexionando junto a ellos, machucándolos y pellizcándolos, pero, para despertarlos, empujarlos y hacerles ver y entender siempre, que están ahí para atender con seriedad y resolver lo común, no lo familiar. Inducir a que entiendan, que tienen la oportunidad, tal vez única, de servir a la comunidad, y que no conciban su cargo, como el momento ideal para incurrir en corrupciones que les resuelvan sus situaciones económicas actuales y futuras.

El 19 de enero, la administración municipal de San Cristóbal presumió su falta de creatividad, inició algo nada nuevo que le dio por llamar “miércoles ciudadanos”, actividad que aquí y en otros municipios del estado y el país, ya se han experimentado en otras ocasiones por el PRI y el PAN, para hacer sentir a los habitantes que son escuchados, que las puertas están abiertas y que por ello son diferentes. Los resultados de esta práctica siempre han sido ridículos e intrascendentes, y los costos, siempre cargados en desgastes y desilusiones. Interesante sería cuestionar a los ciudadanos qué credibilidad le confiere a este tipo de acercamientos.

Según los registros y experiencias presentadas, cuando menos en los últimos 30 años, donde los gobiernos municipales se deciden por atender a sus gobernados en los corredores, patios o banquetas de las instalaciones, logros sustantivos no se han cosechado, y los pequeños frutos, palidecen ante tantas demandas ciudadanas. En el muy corto plazo, casi todo se convierte en cansancio y decepciones para la autoridad y el ciudadano; y al final, termina en manipulación de los hechos, para vestir y adornar al partido político y a la persona en el poder, no les da para más y siempre concluye igual.

La “atención” a las personas, con la magnitud de los soportes financieros que poseen, y de la manera que se ofertan bajo esta estrategia de “acercamiento ciudadanos”, según las experiencias registradas, en ningún momento alcanzan a atacar y resolver las cuestiones de fondo, apenas le llegan de manera muy limitada a la forma; cuando mucho, los lleva a medio entretenerse con los servicios públicos municipales. Ni un centímetro más.

Al final, el lunes, martes, o “miércoles ciudadanos” les da sólo para medio ocuparse del alumbrado público, colocar focos, limpiar rastros, levantar basura, atender vialidades, organizar mercados, distribuir agua entubada, destapar drenajes, levantar borrachos, medio mejorar jardines, promover ferias para “Polito Morales”, provocar condecoraciones y reconocimientos, organizar concursos, impulsar festivales, musicalizar su estancia y repartir despensas. Todo a medias, tarde y con titubeos. En general, sólo se distraen en la frágil fachada y aparente “alegría” de la casa común, el municipio, cuando mucho.

De la función social toral de un Ayuntamiento, la promoción de bienestar social asociado a la producción, el empleo, la salud, educación, vivienda, alimentación, seguridad, justicia y participación social responsable que amarre una vida democrática y participativa en todos sus órdenes, en la ciudad y el campo, no se ocupan ni de manera caricaturizada.

¿Qué sentido tendrán los “miércoles ciudadanos” si la capacidad de respuesta ante las necesidades, es risible?, ¿para qué servirá castigar los glúteos durante tantas horas, si los servidores y ciudadanos terminarán como siempre?: unos desgastados, otros aburridos, muchos desilusionados y no pocos manoseados.

Si lo que se quiere es demostrarle al pueblo que este gobierno es distinto y está con ellos, los “miércoles ciudadanos” no son el camino, pudiera ser, entregar ya, resultados tangibles y prontos –aunque sean pequeños y sin acompañamiento ruidoso-; también, orientando y ejerciendo, con visión y honradez, los recursos disponibles; podrían ser distintos, si con finura tejieran relaciones responsables, respetuosas y de compromisos cuantificables con el gobierno estatal y federal; y marcarían diferencia, si dejaran de magnificar actitudes y hechos que ya desde hace mucho han probado su ineficacia e intrascendencia.

Si el gobierno que se autodenomina de “el cambio” desea ser distinto, positivamente, tiene que empezar por dejar de jugar con el cargo, asumir con seriedad sus obligaciones constitucionales, respetar las leyes y reglamentos municipales, dejarse de frivolidades, pensar en grande, orientarse bien y esforzarse al máximo, no hay de otra y pareciera, por sus hechos, que tienen demasiado en contra.

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