Algo
sobre el Partido Verde “Ecologista” en Chiapas y en el municipio
de San Cristóbal de Las Casas.
Se
trata de una franquicia política verde, muy verde, llena de
farsas, fintas, apariencias, manipulaciones y con nada de acciones
sustantivas como para llamarse y llamarle ecologista. Una
organización política oportunista, dedicada al comercio en la
política, muy diferente, cuando no totalmente opuesta, al trabajo de
aquellas asociaciones políticas ecologistas, que en el mundo se
denominan de la misma manera. En México, Chiapas y San Cristóbal de
Las Casas, el Partido Verde “Ecologista” primero anda a la caza
de posibles negocios en la politiquería y nunca en el diseño e
instrumentación de programas, proyectos y acciones de, cuando menos,
mediano impacto social. Su trabajo ni siquiera da para calificarlos
como ecologistas románticos o desvelados.
Si
nos remitimos a los orígenes del Partido Verde “Ecologista” en
México, encontramos que surgió en la década de los 90’s, durante
el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Se identifica como uno de
sus promotores y parteros, tal vez el principal, a Manuel
Camacho Solís, el Gurú político de Salinas en aquellos tiempos. Y
desde su nacimiento, el Partido Verde “Ecologista”, en su
quehacer, se le encuentra más en los movimientos y ruidos de la
politiquería mexicana, antes que en las preocupaciones, definición
y atenciones, a los graves y grandes problemas relacionados con la
cuestión ecológica. Desde luego, esto no quiere decir que no hagan
“ecología” de saliva, que no se les escuche hablar, discernir y
proponer sobre el tema, no, pero siempre en función de alguna
ganancia política, sólo como material discursivo y soporte para
estar y permanecer en la escena de la política nacional, en los
estados y en los municipios. No para atender, seriamente, el
concepto tan descuidado y olvidado, ecología y sociedad. La
irracionalidad de la destrucción del planeta tierra por quienes la
habitamos, la ruina de ellos mismos.
Hace
poco más de una década, el Partido Verde “Ecologista” inició
sus trastabilleos y charlatanerías en Chiapas, y a quien “el
centro” le entregó la licencia para usufructuarla,
casualmente, fue a Manuel Velasco Coello, el sobrino de Manuel
Camacho Solís. Hasta hoy, en Chiapas, al Partido Verde “Ecologista”
y particularmente a Velasco Coello, no se le conoce ningún trabajo y
conclusiones importantes relacionadas con el ahora y el mañana de
la ecología chiapaneca. En una década, solamente, mucho se ha
sabido de la incontinencia verbal que a Velasco Coello lo
caracteriza, además de la docilidad que tiene para acomodarse a
cualquier actor importante de la política nacional y local, del
color que se trate. Con oportunidad y mansedumbre, lo mismo se
entrega y obtiene ganancias en el ámbito nacional que sabe someterse
y hacer negocios políticos, en Chiapas, con el gobernador en turno.
La historia chiapaneca reciente demuestra que supo manejarle el ego a
Pablo Salazar –basta con revisar la prensa escrita de esos
tiempos-, y de igual forma lo ha hecho con Juan Sabines, tanto que
hasta podría cosecharle la gubernatura.
El
Partido Verde “Ecologista” en Chiapas, al igual que en el país,
por sus hechos y frutos, se puede afirmar que es un negocio familiar
más, del cual Manuel Velasco Coello, parientes y amigos, sólo
ellos, han sido por más de una década, los únicos beneficiarios,
en lo material, político y económico. Si se buscan y revisan
posibles programas, proyectos y acciones, de mediano y alto impactos,
en proceso o concluidos, en cada una de las regiones económicas de
Chiapas y sus municipios, encontramos que no existe un solo ejemplo
atribuible a alguna iniciativa o acompañamiento del Partido Verde
“Ecologista”. Eso sí, en casi todos los municipios chiapanecos,
nos topamos con anuncios en cualquier superficie o en
“espectaculares”, con el rostro y alguna frase abaratada por
Velasco Coello, que él mismo ordena colocar y que son sufragados con
recursos públicos desde hace no menos de 5 años y de manera
constante. Que aunque contravenga, burda y abusivamente, leyes
electorales, normas municipales, leyes ambientales y enunciados de
protección civil, por compromisos o para agradarle, ninguna
autoridad se atreve a reconvenirlo y mucho menos a someterlo.
A
principios de la administración del gobernador Juan José Sabines
Guerrero, al partido propiedad del “Güero” Velasco, el Verde
“Ecologista”, se le identificaba y se movía, solamente, como uno
más de los “Institutos Políticos Menudencia”, de los que
cualquiera puede comprar y hacer con él lo que se le antoje, cuando
quiera y con las fantasías que se le ocurran. Fue en los últimos 5
años cuando el Partido Verde “Ecologista”, con el apoyo y
compromiso político del ejecutivo estatal, artificialmente y con
prisas, decidieron encuerdarlo e inflarlo, le imprimieron algo
de color y cuidaron un poco su sabor, figurativamente hablando,
aunque sólo temporalmente, para que esté en relativas buenas
condiciones de “estructura, presencia y representatividad”, para
ser utilizado, en la medida que se le necesite, durante la refriega
electoral que protagonizarán el grupo político que, con todo,
quiere llegar y Sabines Guerrero, que como todos los ex gobernadores,
no resiste la tentación por eternizarse.
Aún
con todo lo bonito y prometedor que hacen aparecer al Partido
Verde “Ecologista”-que ha cautivado a muchos, por ignorancia,
torpeza o conveniencia-, si se analiza su verdadera capacidad,
presencia, trabajo y experiencia, y los alcances de sus acciones,
evidentemente, en Chiapas nació contaminado, ha crecido espumoso, no
tiene atributos para una carrera de velocidad y mucho menos de
resistencia y se mueve mortalmente dependiente. En estas condiciones,
el Partido Verde “Ecologista” chiapaneco no posee fuerza propia,
de vez en cuando se les antojará utilizarlo, siempre será
sumamente vulnerable y de ninguna manera representa los auténticos
intereses y preocupaciones de los ciudadanos, cuida los de los
gobiernos; lo parieron para ser subordinado, moverlo en “silla de
ruedas”, y así como alguna vez el gobernador Sabines decidió
inflarlo, para utilizarlo al igual que al resto de los partidos
políticos, tarde que temprano, no faltará otro gobernante que
piense diferente y ordene desinflarlo. Sólo es cuestión de tiempo,
circunstancias, decisiones y transacciones en la politiquería local
y nacional.
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