A
quienes se engañan aparentando cuidar de su alma, y que a escondidas
ensucian su cuerpo.
Ahora,
con motivo de la “Semana Mayor”, que la mayoría de
personas, con sus actos, la convierten en “Semana Menor”,
es saludable tratar de sacar algo fresco y filoso para ofrecerlo a
los demás, como lo hace “Reflexiones y Precisiones”. Algo que
con seguridad, como siempre, no resultará alegre, dulce y
prometedor, sino triste, amargo y lleno de incertidumbre. Donde otra
vez, todo asomará como ya es costumbre, “a la mexicana”: los
ricos diariamente, buscando cómo volverse más poderosos; y para los
pobres, cada día, confirmándose la condena y las amenazas de que
los pueden volver, todavía, más miserables, lamentablemente. En
estos días de la “Semana Santa”, cuyas costumbres y
prácticas humanas la han vuelto “Semana Mundana”, donde
casi todos la utilizan para relajarse y oxigenarse evadiendo
su deber y realidad, con más razón se vuelve imperioso intentar
decir o mostrar lo que otros ocultan, lo que muchos se niegan a ver o
lo que otros, por ignorancia o conveniencia, han decidido nunca
aceptar.
Aunque
se quiera hablar de algo promisorio y placentero para la sociedad
mexicana, hasta hoy no hay de otra y es cuestión obligada iniciar
refiriéndose a ese enorme y costoso espectáculo –sufragado con
recursos públicos- de politiquería montado en el país, que sólo
servirá para obtener los nuevos nombres y apellidos de todos
aquellos que se ocuparán de continuar mandando sin obedecer,
aprovechándose de los que siempre han sido marginados y atropellados
en sus derechos elementales, universales y humanos, como lo es el
pueblo mexicano, con la complacencia abierta o encubierta de los
poderosos de México y el mundo; donde sobresalen los políticos, no
pocos religiosos, empresarios, académicos, investigadores, ONGs,
medios de comunicación y muchos disfrazados de “luchadores
sociales”.
Como
el gobierno y sus socios políticos y empresarios lo tenían
previsto, ya iniciaron formalmente las actividades proselitistas de
los candidatos a ocupar el cargo de Presidente de la República
Mexicana. Desafortunada y tristemente, demuestran que no han
aprendido de la historia y exhiben todo tipo de pobrezas,
insensibilidad, falta de visión y creatividad, haciendo gala de
imprudencia e irresponsabilidad social. Volvieron a aparecer los
mismos rostros y rollos, se escucharon los ofrecimientos ya
“rayados” y asomó la publicidad-promoción de siempre, la
que les sirve para ocultar flaquezas, para aturdir, deformar,
confundir y manipular. ¡Nada novedoso!, no aparecieron nuevas caras
y mucho menos, las propuestas frescas y formales que pudieran
transmitir un conocimiento científico de la realidad, enseñanzas,
aprendizajes, convicciones, confianzas, esperanzas y la certidumbre
que le urge a este país lleno de sufrimientos, hastiado de promesas,
cansado de manoseos oficiales, atorado y estancado por tantas
ambiciones irracionales, corrupción, impunidad, desmanes
institucionales y ausencia casi absoluta de participación social
consciente, comprometida y confiable.
Josefina,
Andrés y Enrique, hasta hoy, en sus discursos, coinciden en que
lo urgente es el combate a la pobreza, pero ninguno de ellos explica
y propone sobre las raíces profundas, lo esencial. No precisan, no
se alejan de las ambigüedades de siempre, se esmeran en lucimientos
intrascendentes y nada nuevo exponen para superarla. Es el mismo
rollo de todas las campañas políticas, donde la única
novedad, ahora, es la música de fondo que cada uno utiliza. Es en
serio, no hay más y es impensable que aparezca. Los tres detalles
más notorios e “impactantes” al iniciar la campaña de Enrique
Peña, fueron: cambiaron su camisa de rojo intenso por una de
color blanco; para amenizar los actos, traen canciones y fondos
musicales que atraen y atrapan a personas de todas las edades; y
llamó la atención la expresión esa de que “México va a
cambiar”, que por cierto, hay que escucharla y analizarla con
cuidado, porque podría resultar que trae mensaje subliminal
implícito, una amenaza, antes que una esperanza de bienestar social
que produzca satisfacciones superiores a las elementales: armonía,
paz y desarrollo humano donde todos convivan de pie, satisfechos,
dignos y nadie sentado encima de las mayorías necesitadas.
La
candidata Josefina Vázquez, para animarse, entusiasmar e
intentar ganar adeptos durante sus actividades de proselitismo, echó
mano a su creatividad y mandó hacer su canción que ya estrenó,
titulada “Diferente”, pero si a ella la observamos y analizamos,
en el fondo y esencia, no es “Diferente” a los otros actores
políticos, lo cierto y obvio es que es “Diferente” sólo en su
forma, en la cuestión del género. A Josefina no se le ven los
tamaños para que pudiera ser –en lo sustantivo- “Diferente” a
Vicente Fox y Felipe Calderón, y siempre estará latente el riesgo
de que pudiera aparecer una Josefina resultado de una mescolanza de
las personalidades, Fox-Caderón, y ahí sí, ya cualquiera puede
imaginarse las futuras acciones y los “logros” de Josefina
Vázquez hacia el pueblo mexicano.
En
la campaña que inició, en Andrés M. López sobresalen dos
expresiones: “El cambio verdadero está en tus manos” y la
oferta de “Serenar al país”. Si nos remitimos a las
experiencias vividas y los resultados obtenidos en más de una
década, con seguidores o ex seguidores de Andrés M. López,
encontramos que también “El cambio verdadero” siempre lo
han ofrecido ellos para ser Gobernadores, Senadores, Diputados, Jefes
Delegacionales, Presidentes Municipales y miembros de Ayuntamientos,
sin embargo, las acciones y resultados conocidos con oportunidad y
“de cuerpo entero” –hasta por televisión y en horario
estelar-, han dado testimonio contundente de que ellos también son
malos gobiernos, pésimos para la administración pública e
igualmente, y en ocasiones hasta más deshonestos en el manejo de los
recursos públicos. Todos estos antecedentes de administración y
gobierno de las “izquierdas”, en esta campaña de proselitismo
político, ayudan nada para la credibilidad de los ofrecimientos de
Andrés M. López, son contraproducentes y prevalece la
desconfianza de que él pudiera ser igual o peor. Sobre eso de que
ofrece “Serenar al país”, cómo confiar y tener
esperanzas, cuando cotidianamente dan muestras de que ni ellos mismos
son capaces de comportarse pacientes y prudentes. Cómo serenar a
otros, cuando no pueden tranquilizarse ni ellos mismos.
Conscientes
de cómo está y de qué manera se viene dibujando el muy probable
futuro social de los mexicanos, chiapanecos, difícilmente existen
condiciones razonables para unirse a la celebración con mariscos en
la playa, o con vinos, quesos y embutidos en la montaña, donde a la
“Semana Mayor” se le vuelve “Semana Menor” o a
la “Semana Santa”, se le convierte en “Semana
Mundana”.
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