Como
siempre ha sucedido en el estado de Chiapas, el gobernador en turno
es el gran elector. Ahora es el tiempo de Juan José Sabines
Guerrero, y según lo que dejan ver, ya tienen todo escogido y
dispuesto para el próximo proceso electoral federal, estatal y
municipal. Nada se ha movido en la entidad que no conozca o disponga
el Ejecutivo Estatal. Se confirma otra vez: en Chiapas la democracia
no existe y la tendencia cada vez mayor es que, el gobernador en
funciones, se comporte más antidemocrático, más avasallador, más
sinvergüenza y que, cada vez más, le importa menos cuidar las
formas, guardar las distancias, humillar menos, disimular sus
prepotencias y su creencia enfermiza de que logrará ser inmortal.
Más
de lo que ellos y nosotros nos imaginamos, ayudan nada y perjudican
demasiado las prácticas antidemocráticas de los gobernantes, al
obstaculizar y no permitir que sean los ciudadanos quienes elijan a
sus representantes populares, los que deberían obligarse a construir
las condiciones materiales y humanas para que la sociedad chiapaneca,
por fin, vea desterrados los enormes flagelos sociales que tienen
como origen la pobreza, la ignorancia, la marginación, el
aprovechamiento irracional de los recursos naturales, los saqueos de
los recursos públicos y las irresponsabilidades oficiales
institucionalizadas, entre otros elementos sociales y comportamientos
gubernamentales.
Al
día de hoy, según lo que se puede observar, ya el gobernador
Sabines, sólo él, ha resuelto lo que es un derecho y obligación
del pueblo de Chiapas: ha colocado a su candidato para “competir”
y “ganar” el cargo de gobernador; ha armado el tinglado humano de
lo que será el grupo de los próximos diputados locales que habrán
de dar forma al “nuevo” Congreso del Estado, y ya ha dispuesto
todos los hilos y amarres para que los próximos senadores y
diputados federales sean los suyos, mayor y únicamente obedezcan a
él –por ahora-, con independencia del partido político al que
pertenezcan.
De
igual manera, la configuración de los próximos 122 ayuntamientos de
Chiapas, en sus definiciones de mayor importancia, a estas alturas
del proceso electoral, indudablemente, ya pasaron por las manos del
gobernador Sabines o de sus más íntimos que hablan y se conducen en
nombre del “Señor Gobernador”. Así las cosas en Chiapas. Se
puede afirmar categóricamente que desde antes de las elecciones ya
se pueden adelantar los rasgos más importantes que tendrán las
votaciones del próximo 1 de julio. ¿Quiénes participarán para
“ganar”, y los que van para perder? Otra vez, igual que como
sucedió con el ex gobernador Pablo Salazar Mendiguchía,
ahora “triunfarán” los candidatos del gobernador Juan José
Sabines Guerrero, como siempre, ganará el gobernador en
funciones y volverán a perder los chiapanecos.
Ya
con todo previsto, dispuesto y organizado por parte del gobernador
Sabines, seguramente ha de sentir que ya no tiene nada de qué
preocuparse en lo futuro y que debido a todas las decisiones e
inversiones que ha emitido u ordenado, están garantizadas las
suficientes condiciones, de todo tipo, para que él pueda continuar
disponiendo y cosechando en lo político y lo económico, igual o
mejor que como en su momento lo concibió y operó Pablo Salazar,
pero que más allá de lo inmediato, al final, el resultado le fue
adverso. Todos terminaron traicionándolo, incluido su sucesor que
hoy lo tiene en la cárcel.
En
Chiapas, las condiciones en que ejerce el poder un gobernador siempre
terminan extraviándolo y ocasionando daños sociales, porque su
ejercicio se da sin limitaciones y con abusos de toda índole; porque
no existen, verdaderamente, los otros poderes que deberían de
hacerle contrapeso institucional: para detener sus excesos, para
frenar sus ambiciones insanas, para regular los “mareos”
frecuentes en un gobernador chiapaneco, para “hacerle tierra”
y obligarlo a que no despegue los pies del suelo, y para someterlo a
que únicamente se ocupe de sus obligaciones constitucionales,
prioritariamente, la construcción del bienestar social de los
ciudadanos; con acompañamiento de ellos, escuchándolos, no
atropellándolos; estimulando la propuesta y el compromiso social,
valorando y resolviendo las denuncias, no criminalizándolas.
Parece
ser que Sabines Guerrero no da cabida o ha olvidado eso de que “la
confianza mata al hombre…y a las mujeres”. Por las burdas
evidencias, se nota demasiado que le está apostando todo a “El
Güero” Velasco, como si a Velasco Coello lo considerara alguien
maduro y confiable, como si “El Güero” Velasco realmente tuviera
los atributos necesarios para poder gobernar y decidir los próximos
6 años. Sabines Guerrero pareciera no darse cuenta y sus “asesores”
no le hacen ver que, debido a la frágil formación académica,
inexperiencia administrativa e inmadurez política de “El Güero”,
Sabines estaría más que nunca en grave riesgo.
Si
Velasco Coello fuera el gobernador, tiene todas las características
para que el verdadero poder lo ejerzan sus parientes y amigos,
cómodos e incómodos; como siempre, fuereños serían los que
manejarían la administración pública, y extraños a Chiapas los
que conducirían la política estatal. Como quiera que sea, por
ambición, ignorancia, torpeza política o sentimientos reprimidos,
“El Güero”, tarde o temprano, terminaría traicionando
a Juan José Sabines Guerrero. Hace 6 años, cuando Pablo
Salazar, como loco, gritaba “¡Que venga el futuro!”, el
que escribe esta “Reflexiones y Precisiones” anotó: “a quien
el gobernador Pablo Salazar imponga como su sucesor, temprano o
tarde, lo traicionará y se volverá su peor enemigo”. Ahora, el
que esto escribe, afirma lo mismo y le agrega: le irá mal a Juan
José Sabines Guerrero y nuevamente a los chiapanecos.
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