Piensa, Prensa y Pega.

11 de julio de 2012

Reflexiones y Precisiones


Algo de lo que ya se ve o de lo que podría venir con Francisco Martínez Pedrero. Se debe recordar que Martínez Pedrero inició su aparición pública/política apoyado por y como presidente de la Asociación de Hoteles y Moteles del municipio de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, como ya también ahora la empezó Carlos Zepeda Trujillo, hijo del empresario panista Francisco Zepeda Bermúdez. Antes, en el ámbito político, se sabía nada de Francisco Martínez Pedrero. Por personas que han pasado algunos años como empleados de él, se puede conocer que su carácter y actitudes, autoritarias y arrogantes, son muy semejantes a los de un hacendadito de mediados del siglo XX; que su comportamiento hacia los demás siempre huele y sabe al de un viejo finquero o al de un avaro empresario, preocupado solamente por su bienestar y el de su familia, ocupándose de los otros sólo para que le produzcan ganancias e incrementen su fortuna personal y la de los suyos. Así lo expresan y ejemplifican empleados y dependientes que han estado o están muy cercanos a él. Aunque uno que otro de sus compañeros de empresa, dice que es bueno para la gestión, que es un dulce y que ha sabido cuidar el patrimonio heredado. Ya veremos quién tiene la razón y muy pronto.

Mucho antes del proceso electoral, ya se decía con frecuencia, que Francisco Martínez Pedrero tenía la bendición del gobernador Juan Sabines Guerrero para ser presidente municipal, casi al final de la contienda se confirmó, cuando entró en aprietos definitorios y se notó claramente, la mano apresurada y abusiva del gobierno del estado, atajando feamente a Hugo Pérez Moreno e imponiendo secamente a Martínez Pedrero. No hubo democracia, sino imposición, y no lo puso “El Güero”, sino Juan Sabines. Además, solo Martínez Pedrero no hubiera podido con sus adversarios -Mariano Díaz Ochoa y Pérez Moreno-, por ello necesitó y encontró apoyo en un par de ex presidentes municipales, en un político venido a menos con sobrenombre de ave de carroña, en un sujeto bueno para la alquimia electoral y en uno más muy conocido por su gran capacidad para la insidia, la simulación y las marrullerías de todo tipo y aroma, acostumbrado a comportarse déspota con los de abajo y muy dócil con los de arriba.

Quien haya pensado en los nombres para dar forma al próximo Ayuntamiento priista, los escogió bien, para lo que los necesitan; en su mayoría ambiciosos, inexpertos, débiles –política y profesionalmente- y potencialmente manejables. Mucho de lo que está por venir como gobierno y administración pública municipal, para el municipio de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, es fácilmente imaginable con sólo observar y revisar, en quiénes ha recaído el apoyo y la cercanía de Francisco Martínez Pedrero, personajes a la vista y ocultos. Hasta ahora, ¿cuáles son los nombres más visibles e importantes en primera línea, oficiales no tropa?: Sergio Lobato García, Juan Carlos Bonifaz Trujillo (comiteco), Rolando Villafuerte Aguilar, Rosendo Santiago Ramírez y César Lazos Álvarez; dos ex presidentes municipales, dos ex regidores y un político venido a menos. Lazos Álvarez, regidor en más de una ocasión y con bastante qué decirse sobre su trayectoria en la municipalidad y como empleado estatal con varios gobernadores.

Como sea, en el municipio de San Cristóbal, después de tantos años, los empresarios retoman el poder político, acuerpados por los politiqueros. Ahora sí, ellos estarán un poco más tranquilos respecto a sus intereses e intenciones. En principio, se puede afirmar que nada novedoso y trascendente, socialmente, hay que esperar del Ayuntamiento que está por estrenarse el próximo primero de octubre, aunque el futuro presidente se esmere por vender lo contrario. A excepción de Roberto Morales Ortega, de antecedentes bastante malolientes y nada halagadores, en cargos federales y municipales, el resto del Ayuntamiento priista son analfabetas en cuestiones de gobierno y administración municipal –empírica y profesional- y las personas que ocuparán los puestos de dirección, subdirección, jefes de departamento y de oficina, entre otros espacios de la futura administración, serán familiares, ex empleados, conocidos o recomendados directos de Sergio Lobato, Juan Carlos Bonifaz, Rolando Villafuerte, Rosendo Santiago y César Lazos, principalmente. Serán ellos, los jefes, quienes manipularán y aprovecharán a su antojo la nueva administración coleta, y con ello, al gobierno y sus jugosos dividendos económicos que se pueden obtener desde el gobierno y la administración pública. Dirigiendo y controlando las direcciones de Obras Públicas y Desarrollo Urbano, la de Policía, la de Servicios Públicos, la Tesorería, la Oficialía Mayor, la Contraloría y el SAPAM, fundamentalmente, y no descuidando las “atenciones oportunas y suficientes” al “señor presidente”, oficio en el que varios de ellos son expertos, el negocio de tres años está asegurado y las respuestas negligentes e insuficientes hacia los barrios, colonias y comunidades de San Cristóbal, como siempre, están garantizadas.

Para ilustrar lo que se ha visto y lo que es altamente probable que venga como nuevo gobierno y administración local, vale la pena traer a cuenta algunos detalles que a Francisco Martínez Pedrero se le han observado en su comportamiento público. Durante el “debate” municipal, por su tono de voz, genuflexiones y movimientos en general, mucho se pareció a la conducta de un finquerito de los de “tienda de raya” frente a sus “peones acasillados”, y guardó bastante similitud a la de un mal patrón dedicado a la hotelería, tratando con camaristas, maleteros y cocineras; no transmitió capacidad, experiencia y predisposición, verdaderas, para ocuparse de asuntos públicos, por más que finja, no convence. En su participación, que siempre fue leída, aderezada con algunas palabras mal pronunciadas en tzotzil, leyó con prisas y atropellos, fue notorio que él no elaboró el texto y dejó claro que estaba lejos de comprender lo que leía. Se le nota demasiado que la sencillez no es lo suyo, que le gana lo autoritario, que lo auténtico no va con él, que lo generoso no es su fuerte, que su mecha es muy corta, que no está acostumbrado a dialogar, sino a imponer, que no sabe escuchar y que le cuesta mucho ver hacia abajo, aunque se esfuerce en simular.

Igualmente y durante la entrevista que Hugo I. Robles Guillén le hiciera por la radio XEWM, posterior a las elecciones, Francisco Martínez Pedrero dejó ver con claridad que no dimensiona correctamente la realidad que le tocará enfrentar en el municipio de San Cristóbal de Las Casas; aborda la cuestión con excesiva ligereza, como lo haría alguien que equivocadamente piensa que contará con todo o como lo expresaría un ignorante; despierta demasiadas expectativas, seguro inalcanzables, que ya luego verá le resultarán contraproducentes; se ve que no entiende de medir, comparar, razonar y concluir, antes de hablar; nunca se le ha escuchado maduro y mesurado, se comporta como si fuera a ser el gobernador y que podría disponer de todo el dinero para San Cristóbal; olvida o desconoce que son 122 municipios con grandes rezagos y enormes urgencias de recursos económicos, igual o más necesitados que San Cristóbal de Las Casas, en una entidad quebrada económicamente en sus finanzas públicas, entre muchos otros aspectos que él no alcanza a ver o los evade irresponsablemente.

Francisco Martínez Pedrero, para empezar, debe corregir urgentemente su incontinencia y ligereza verbal, que amenazan con meterlo en problemas muy pronto. También es necesario que modere su acento, ese que le hace parecer que busca proyectarse como omnipotente, omnipresente e inmortal, a sabiendas de que no lo es. Francisco Martínez Pedrero no lo tendrá todo y además, las demandas y malestares sociales se le incrementarán, las presiones políticas y de “negocios”, local y estatal, aparecerán, lo distraerán y lo desgastarán, y al final con el apoyo de Sergio Lobato, Juan Carlos Bonifaz, Rolando Villafuerte, Rosendo Santiago y César Lazos, más los que prefieren pasar inadvertidos, como “Don Paquito”, corre el grave riesgo de terminar igual o en peores condiciones que los ayuntamientos coletos de los últimos 19 años.

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