Piensa, Prensa y Pega.

3 de octubre de 2012

Reflexiones y Precisiones

Si los delincuentes y los perros tienen nombre y se les llama con el que les corresponde, también los culpables de los líos en que terminaron los ayuntamientos del periodo 2011-2012, tienen los suyos, y por sus nombres y apellidos hay que llamarlos. Los responsables del caos en que concluyeron los recientes gobiernos municipales son: el Poder Legislativo chiapaneco con su Comisión de Hacienda y el Órgano Superior de Fiscalización bajo su mando; el Poder Ejecutivo al que le fallaron sus instancias de política interior, planeación y las de seguimiento, evaluación y control que se coordinan y trabajan de “común acuerdo” con las administraciones municipales; Los Ayuntamientos, que resultaron unos completos analfabetas en cuestiones de gobierno y administración pública, o corruptos en el manejo de los recursos del pueblo. Muchos son los ejemplos municipales donde terminaron siendo analfabetas funcionales, deshonestos, extremadamente abusivos y cínicos, como fue el caso del Ayuntamiento de San Cristóbal de Las casas, Chiapas. También son culpables los ciudadanos que todavía no aprenden a denunciar, exigir, proponer y acompañar de manera corresponsable. Todos los anteriormente enunciados, son los culpables del desastre que propiciaron los ayuntamientos que se fueron hace cinco días.

De la forma desastrosa en que concluyeron los cuerpos edilicios chiapanecos 2011-2012, son responsables los legisladores, porque su respectiva Comisión de Hacienda del Congreso, por ineptitud o complicidad, permitió que su órgano fiscalizador incumpliera con la Ley de Fiscalización para el Estado de Chiapas. Si el Órgano Superior de Fiscalización hubiera cumplido en tiempo y forma con toda la normatividad prevista para el buen desempeño institucional de los gobiernos locales, si no todo, mucho del caos que se vivió en los municipios y otras linduras que todavía aparecerán, se hubiera evitado. Es evidente, los diputados no cumplieron, traicionaron a la sociedad, no previeron, no orientaron y no cabe duda de que se coludieron. Dejaron hacer y deshacer a su antojo a presidentes municipales, síndicos y regidores, y lo más seguro es que no fue a cambio de saliva, sino de dinero. El titular del Órgano Superior de Fiscalización, el señor Blanco Pedrero, debiera ser cesado de sus funciones y puesto a disposición de la autoridad competente, para que sea investigado y se le aplique el castigo que merece. Por omisión o comisión, sin duda, resultaría culpable.

Del bochornoso desastre en los municipios, que cimbró la frágil estabilidad social del estado, es igualmente culpable el Poder Ejecutivo. Es increíble que la Secretaría de Gobierno de Chiapas no haya estado al pendiente e ignorara lo que en más de un año se venía incubando en las municipalidades. Claro que no, la institución responsable del manejo de la política interior en Chiapas, siempre tiene conocimiento oportuno de todos los desmanes que cometen los ayuntamientos, pero es común que los dejen hacer y es del conocimiento público de que no es gratuito, es a cambio de que a ellos también, los presidentes municipales, les permitan entrometerse y aprovecharse de aspectos relacionados con la política, la economía, la administración de los recursos o los negocios que pueden disponerse y cosecharse en y desde los municipios.

Siempre que finalizan los gobiernos municipales, les asoman sus errores y abusos, pero en las dimensiones y con la claridad con que ahora se presentaron, que se recuerde, no existen antecedentes. Bien puede afirmarse que es el resultado de una mezcla, bien lograda, de ignorancia, corrupción, abuso y perversidad, cultivadas con perseverancia, donde también debe denunciarse la presencia de profesionistas “sólidamente” formados, al servicio de la corrupción; visualizando y orquestando negocios, amarrando cifras, cuadrando expedientes técnicos, cabildeando ante legisladores, tendiendo puentes al interior del Órgano Superior de Fiscalización, proyectando ganancias. En este sentido sí, nada improvisado, todo bien calculado y las ganancias equitativamente bien distribuidas, para garantizar inmunidad e impunidad.

Del caos vivido, agudizado en el último mes que permanecieron las autoridades locales, por supuesto, son directamente responsables los presidentes municipales, síndicos y regidores, quienes dispusieron y movieron todo, según sus malas costumbres y sin obedecer la normatividad que debiera observarse para el buen funcionamiento de una administración pública municipal. Los anteriores ediles, antes que su función social, les movió la ambición por el dinero y el hambre insaciable por enriquecerse con los recursos del pueblo. Lo lograron: a unos ya se les ve más ricos y no son pocos a los que ya no se les ve pobres. En el municipio de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, muy pocos o nadie se imaginó que el fracaso les resultaría tan completo. Los partidos PRD, PAN, PRI, PT, Convergencia y PANAL, les fallaron a los habitantes del municipio coleto, y particularmente el PRD, que además se hundió políticamente. De la ruina económica, de las acciones mal hechas o inconclusas, del desprestigio institucional, del estancamiento o de los retrocesos por revertir urgentemente, en el municipio coleto, son culpables las personas que fueron nombradas autoridades, las que cobraron y no cumplieron, pero más allá de ellos y ellas, son igualmente responsables el PRD, PAN, PRI, PT, Convergencia y PANAL que fueron los que los postularon y no cuidaron su desempeño eficiente y honorable.

De que los gobiernos municipales vayan de mal en peor, cada vez más prostituidos, extraviados y sin vergüenza, debe reconocerse, también son culpables los ciudadanos que hacen nada por buscar cómo participar responsablemente en la solución de las necesidades y padecimientos comunes. Son culpables los ciudadanos, que por migajas, ayudan a que la autoridad simule y se ensoberbezca. Son culpables los ciudadanos que con música, teatro, ferias de pueblo, oratoria, tamales, trenecitos o insinuaciones calenturientas, se dejan convencer para que luego los manoseen y monten. Son culpables los oportunistas que únicamente aparecen durante las coyunturas políticas. Son culpables los ciudadanos que con su lápiz o lengua -a cambio de dádivas- endiosan a las autoridades. Son culpables los expertos que mucho pudieran decir y hacer, pero que prefieren callar, por conveniencia, comodidad o pusilanimidad. Son culpables las Fundaciones que sólo asoman para lavar dinero, imagen o culpas. Son culpables todos los hombres y mujeres que se pasan horas hablando, tallereando, pero que no dedican ni un minuto para actuar con congruencia, comprometidamente.

Como bien se puede ver y entender, el desastre mayor propiciado por los ayuntamientos salientes, fue bastante completo y no lo hicieron solos, fueron ayudados por el Poder Ejecutivo, el Legislativo y los ciudadanos irresponsables. Pero aún hay más, hay que prepararse para observar, escuchar y asimilar todavía lo peor después del 8 de diciembre, cuando el gobernador Juan José Sabines Guerrero entregue el poder a Manuel Velasco Coello, y se conozca, poco a poco o de golpe, lo que uno le heredará al otro. Entonces, el caos conocido como resultado de las ineptitudes o abusos de las autoridades municipales que recién concluyeron, resultará una pequeñez, cualquier cosa, comparado con la magnitud de la quiebra económica, la descomposición política, las tensiones sociales al límite, el desorden administrativo y los problemas mal atendidos o sin atender en el campo y las ciudades, que le asomarán a Juan José Sabines Guerrero cuando se vaya, y que le dejará como herencia a Manuel Velasco Coello.

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