Aunque los chiapanecos estemos,
físicamente, bastante lejos de donde
se toman las decisiones económicas y políticas más importantes para los
mexicanos, podemos diferenciar, de acuerdo a experiencias lejanas y recientes,
qué puede resultar benéfico para los ciudadanos y qué puede servir únicamente
para hacer más ricos a los empresarios voraces de México y los países más
desarrollados del mundo. Si quienes gobiernan México, verdaderamente les
preocupara el bienestar de los mexicanos, la corrupción que contamina y corroe
todo, la impunidad que abona y fermenta males mayores, y la simulación que hace
perder toda esperanza de vida justa y civilizada, dispondrían de acciones
claras y concretas que corrigieran las violaciones a las leyes que
constantemente cometen los mismos gobiernos, iniciarían metiendo a la cárcel y
haciendo que los políticos - en su mayoría corruptos- devolvieran a las arcas
públicas los recursos económicos que han sustraído; se ocuparían en correr a
todos aquellos y aquellas que se presentan como aptos para la función pública,
pero que resultan más que ineptos, y ya estuvieran
echando de la política y la administración pública a todos aquellos nombres y
apellidos culpables de que los mexicanos hoy estén sumergidos en una de las
peores desgracias económicas, sociales y políticas.
Aunque los chiapanecos estemos,
físicamente, bastante lejos de donde
se toman las decisiones que hasta hoy han venido ahondando más las injusticias
en todas sus formas, bien nos damos cuenta que nuevamente han llegado a la
política y a la administración de los
recursos del pueblo -por donde se le vea- hombres y mujeres más insensibles,
personas que no saben o no entienden la aleccionadora historia de México,
individuos en su mayoría carentes de compromiso social. Toda una clase política
acompañada de políticos viejos y perversos que llevan décadas ayudando a que
este país se vuelva más injusto, pobre, desigual, enfermo e inseguro, en todos
los sentidos. Cada vez más, lamentablemente, están arribando a la política o
función pública, en los municipios, entidades federativas y federación, muchos
jóvenes pero ya contaminados por lo peor de los viejos que pudrieron a éste
país; los responsables de las miserias que actualmente se padecen, los
culpables de incubar al crimen organizado que hoy nadie quiere o nadie sabe
cómo contener y revertir, los que jamás han sabido cómo utilizar
responsablemente los recursos naturales de los mexicanos, para construirles
felicidad, antes que para esclavizarlos
al capital financiero internacional y nacional.
Aunque los chiapanecos estemos,
físicamente, bastante lejos de la capital del país, bien nos damos cuenta que el gobierno que llegó con
el presidente Enrique Peña Nieto, al
igual que otros, tampoco trabajará para
aliviar la existencia precaria a más de 50 millones de mexicanos condenados a vivir
en la miseria y explotación; ellos y sus descendientes, sino aprenden a hacer
valer sus derechos y a cumplir con su deber. Aunque lejos, bien claro ya se
está viendo que este gobierno llegó del todo dispuesto a vender al exterior,
todo lo que pueda o que aún queda de recursos naturales propiedad del pueblo de
México. Aunque lejos, bien entendemos hacía dónde van las reformas que ya se
han dado y las que vienen; las que tienen que ver con el petróleo, la
electricidad, la política, la hacienda pública, entre otras, que bien podrían
ser determinantes para la consecución de felicidad de los mexicanos, pero que
hasta ahora, como van, sólo le garantizan explotación, más pobrezas, mayor
inseguridad, más insatisfacciones y más sufrimientos que tarde o temprano
habrán de conducir a estallidos sociales que nadie desea, y a nadie
beneficiará, pero igualmente, casi todos los actores se niegan a ver y
dimensionar correctamente.
Aunque el Estado de Chiapas esté lejos
de la capital del país, su poder
Ejecutivo y Legislativo saben muy bien guardar silencio complaciente hacia sus jefes. Aunque lejos físicamente de la oligarquía política y
financiera de la república y el extranjero, ellos saben que su silencio ayuda a que sus patrones del centro saqueen,
irracional e injustamente, las riquezas de los mexicanos. Los gobernantes de
Chiapas bien saben que su mudez facilita el trabajo irresponsable que el
gobierno central desarrolla, para acomodar las leyes como los inversionistas
extranjeros y nacionales las necesitan y las exigen; inversiones con el menor
riesgo, garantizar ganancias exorbitantes, y asegurarse contra amenazas
imprevistas. Vergonzoso el papel que desempeñan el Ejecutivo y Legislativo,
chiapanecos, ante las reformas que hoy
se maquinan; más dóciles, difícilmente podrían comportarse; más indignos, a lo
mejor pueden lograr serlo; y más traiciones hacia sus representados sí pueden
cometer, sólo hay que esperarlas.
Aunque los ciudadanos del municipio de
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas,
estén físicamente lejos de la capital del país y del centro del Estado de Chiapas, bien entienden el silencio
cobarde de los 41 diputados y diputadas del Congreso de Chiapas, que han dicho
nada sobre todo lo que se viene condimentando y cocinando en las últimas
semanas por el Ejecutivo Federal y el Congreso de la Unión. De traidores al pueblo de Chiapas habría
que acusar a los actuales diputados y diputadas chiapanecas, que por
ignorancia o conveniencia no comprenden o bien entienden, pero les hace falta tamaños y eso para participar
responsablemente y buscar incidir en beneficio de sus representados, en el
contenido de la reforma energética que
sazonan el Ejecutivo y Legislativo
Federal. Al ser Chiapas un productor nada despreciable de energía
hidroeléctrica e hidrocarburos y que siempre ha recibido miserias por estos
conceptos, debería estar jugando un papel bien activo y muy diferente al que
hoy adoptan, triste e irresponsablemente, los poderes Ejecutivo y Legislativo
locales. El gobernador de Chiapas, Manuel
Velasco Coello, y los 41 Diputados y Diputadas chiapanecas permanecen
sordos y mudos en todo el proceso que ya lleva la Reforma Energética, para nada se observa que tengan interés en
defender los intereses del pueblo. Ya hablarán cuando se los ordene su patrón Enrique Peña Nieto o su pupilo Miguel Ángel Osorio Chong.
Aunque los ciudadanos del municipio de
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, no
vean o no se enteren, de todas las complicidades que se tejen entre el
Ejecutivo Federal y los Ejecutivos de los Estados; entre el Legislativo Federal
y las legislaturas locales, tienen experiencia sobrada para comprender y
afirmar que nuevamente llegaron otros para empobrecer más al país; para
volverse más ricos; para dañar más el tejido social; para tensar más las
relaciones sociales; para amarrar mejor la explotación irracional de los
recursos naturales, en beneficio de otros y no de los dueños que son los
mexicanos; y para colocar a los trabajadores en condiciones peores que a las
vividas en los tiempos de esclavitud. Aunque
limitadamente, en tiempos de la esclavitud, EL AMO garantizaba trabajo, comida,
techo y salud al esclavo, hoy, ni esas condiciones mínimas se le aseguran al
trabajador. Hoy, el desempleo es más dramático; hoy, el hambre se generaliza;
hoy, la vivienda escasea cada día más; hoy, los reclamos por la mísera atención
a la salud, se escuchan por todas partes. Tiempos mucho más difíciles para los mexicanos
están concibiendo y construyendo los gobiernos.
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