Piensa, Prensa y Pega.

19 de febrero de 2014

Reflexiones y Precisiones



Hace una década, aproximadamente, en los tiempos del gobierno de Pablo Salazar Mendiguchía, a los ciudadanos de Chiapas se les intentó hacer creer que con la inauguración y posterior entrada en operaciones de “Puerto Chiapas”, la situación económica y social de los chiapanecos mejoraría sensiblemente. Como lo acostumbran, el gobernador, los colaboradores del Ejecutivo, diputados, senadores y por supuesto, los lambiscones que nunca faltan, al hablar, todos coincidían en afirmar que Puerto Chiapas vendría a detonar el progreso y desarrollo de la entidad. Se organizaron reconocimientos, agradecimientos y promesas de amor eterno al entonces presidente de México, Vicente Fox Quesada. Por todos lados, festejos por adelantado organizaron los gobiernos, como si las futuras embarcaciones que atracarían en “Puerto Chiapas, fueran a llegar, gratuitamente, cargadas con las miles de toneladas de alimentos que han dejado de producirse en las áreas rurales de Chiapas. Como si en las futuras embarcaciones fueran a llegar los conocimientos, la honestidad, el compromiso y la visión responsable que siempre ha hecho falta en los gobernantes de esta entidad. Como si las embarcaciones fueran a llegar con miles y millones de toneladas de democracia líquida y sólida, para repartir al gusto y necesidad de todos. Como si los barcos fueran a llegar cargados de la justicia social que únicamente los chiapanecos, por sí mismos, pueden hacer realidad; con mejor educación, unidad, organización, constancia y responsabilidad social. Como si los barcos fueran a traer y garantizar las libertades y obligaciones que en Chiapas, siempre simulan las autoridades. A una década de la algarabía por “Puerto Chiapas” y las exageradas ponderaciones, las condiciones de pobreza, marginación, desigualdad, injusticias y abandono oficial, no son las mismas, se han agravado.

Hace una década, aproximadamente, también en los tiempos del gobernador Pablo Salazar Mendiguchía, con la inauguración e inicio de operaciones del aeropuerto internacional Ángel Albino Corzo, en el municipio de Chiapa de Corzo, se machacó bastante que con esta nueva vía de comunicación, se lograba y amarraba un futuro promisorio para los habitantes de Chiapas. Como si en los aviones fueran a llegar las capacidades cognoscitivas que permitieran sacar del olvido en que se les tiene a las ciudades y al campo chiapanecos. Como si en los aviones fueran a llegar los instrumentos, las habilidades, los insumos y el cariño necesarios para producir la tierra y alimentar a la población, y así evitar que los campesinos migren a otros países, en busca de los ingresos y la comida que aquí no tienen y no pueden proporcionar a sus familias. Como si los aviones que aterrizarían en el aeropuerto Ángel Albino Corzo, fueran a servir para sacar de Chiapas a toda la clase política corrupta, que solamente ve en los cargos públicos, una oportunidad para enriquecerse y divertirse con recursos del pueblo. Como si los aviones fueran a ser útiles para desterrar de Chiapas a los seudoacadémicos, seudoinvestigadores, seudoperiodistas, religiosos hipócritas, “líderes sociales” y todos aquellos y aquellas que viven a la sombra de los gobiernos; justificando actitudes, escondiendo abusos, disfrazando atropellos, festejando los malos hechos y sobredimensionando los pírricos resultados. Como si los aviones fueran a utilizarse para traer y atraer la sangre nueva que se necesita y sacar de Chiapas todo lo podrido que permanece y se reproduce en los partidos políticos, las asociaciones religiosas, las fundaciones lavadineros, las ONG´s oficiales, los ayuntamientos, y los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial del Estado.

Hace una década, aproximadamente, a San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, llegó el presidente de la república mexicana, Vicente Fox Quesada, para junto con el gobernador Pablo Salazar Mendiguchía, inaugurar una fábrica de ropa. En aquella ocasión se dijo fuerte, que con este hecho ya Chiapas se incorporaba a la era de las fábricas, las industrias y los consecuentes empleos suficientes y bien remunerados, que los chiapanecos necesitaban y merecían. ¡Progreso y Desarrollo!, gritaban los gobernantes. Hoy, a una década, ya no existe la fábrica y ni siquiera el edificio; este último lo “mal negoció” Juan Sabines Guerrero con empresarios de las tiendas “Soriana”. Sirvió para nada que atrajera beneficio común. De igual forma, en la administración de Pablo Salazar se inauguró -con bastante ruido político y publicitario- una fábrica de comida chatarra en el municipio de Comitán de Domínguez, e igualmente, se dijo que ello marcaba el inicio de los nuevos tiempos y rostro para Chiapas; fabricas, industrias, empleos abundantes, otra vez, gritaban como locos, ¡Desarrollo y Progreso! para Chiapas. Visto a 10 años, para lo único que sirvieron estos dos ejemplos – sólo por señalar dos de muchos-, fue para intentar vender falsas ilusiones, para malversar recursos públicos, para distraer, para simularse entre gobernantes y para tejer transacciones políticas futuristas. Sólo para eso, y nada de impacto y trascendencia social para la sufrida vida de la población chiapaneca.

Con Juan Sabines Guerrero llegaron las “Ciudades Rurales” que se ofrecieron como un gran descubrimiento e instrumento decisivo para combatir la dispersión poblacional, la pobreza, marginación y las desatenciones institucionalizadas, y que además traería y atraería, otra vez, ¡Progreso y Desarrollo! Hasta se llegó a decir que frecuentemente llegaban comisiones especiales de otros países, interesados en replicar el programa a nivel mundial. Se fue Juan, llegó “El güero” y las “Ciudades Rurales” sirvieron únicamente para cultivar y reproducir corruptelas, para menos que nada, socialmente importante. Con Juan José Sabines Guerrero también apareció la alucinación a la que llamaron “biocombustibles”, una mafufada más, y el gobierno y sus oficiosos que nunca faltan, se esmeraron en afirmar que eso daría y aseguraba, presencia mundial¸ como nunca, como jamás se hubiera imaginado el pueblo de Chiapas. Hoy, a muy poco tiempo de esos sucesos tan comentados y aplaudidos, cuando todavía huele a alcohol, drogas y abusos de todo tipo, ha quedado comprobado que las decenas de miles de millones de pesos orientados y ejercidos por Juan Sabines, al igual que sucedió con Pablo Salazar, todo sirvió para nada trascendente, que incidiera positiva y directamente en el bienestar social del pueblo de Chiapas. La situación social y económica ha empeorado, y cada día se está más lejos del progreso y desarrollo justo y sustentable que a los chiapanecos urge y a la sociedad y el gobierno debiera ocupar.

Ya con Manuel Velasco Coello, el 12 de febrero, en el municipio de Palenque, se inauguró otro aeropuerto internacional, y al igual que en otros tiempos, por todas partes se gritó que con él llega el ¡progreso y desarrollo! Se le ha calificado como “El gran detonante” para el Progreso y desarrollo, otra vez, al igual que sucedió con Pablo Salazar y Juan Sabines. Por supuesto, ruidos nuevos se habrán de escuchar sobre la ciudad de Palenque, pero no los ruidos que se necesitan para atraer y amacizar el bienestar social digno que merece el pueblo de Chiapas. El ruido que se emite al producir y reproducir conocimientos, capacidades, convicciones, compromiso y confianza, para hacer producir -pero no lástima- la tierra en beneficio de la sociedad, y superar la miseria y hambre de los campesinos y los habitantes de la periferia de las ciudades. Las capacidades, los conocimientos, las convicciones, el compromiso y la confianza, para enfrentar los problemas de las ciudades. Las capacidades, los conocimientos, las convicciones, el compromiso y la confianza, que sirva para desterrar de Chiapas la corrupción, la irresponsabilidad, la impunidad, la sordera y la ceguera de las autoridades. Las capacidades, los conocimientos, las convicciones, el compromiso y la confianza, para identificar correctamente nuestros recursos naturales, materiales y humanos, y con ello, organizadamente, trazar, abrir y consolidar, el camino hacia el progreso y desarrollo verdadero, no la verborrea esa que acostumbran los políticos. Progreso y desarrollo que atienda a la sociedad, toda, no únicamente los intereses de los empresarios y los politiqueros.

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