¿De qué sirve
que presidentes de la república, secretarios de estado, políticos
“cabezones" y hasta religiosos de élite, vengan a Chiapas a
decirnos que es un estado inmensamente rico? ¿De qué ha servido que en
cada sexenio gubernamental, llegue a la entidad el presidente de México en
turno, a iniciar o anunciar “grandes" programas o proyectos de gobierno?
¿Para qué ha servido que el
ejecutivo federal y sus funcionarios de mayor calibre, anuncien millones
y miles de millones de pesos por invertir, para activar o reactivar el campo
chiapaneco? ¿Para qué han servido las costosas campañas turísticas
nacionales e internacionales? ¿Para qué sirve que, en Chiapas, se
efectúen encuentros donde se razona y delibera sobre la marginación y la
miseria; sobre el campo y los campesinos; sobre cultivos y vocación del suelo;
sobre migración y maltratos? ¿De qué ha servido que cada seis años, el
gobierno federal declare que le entrará de frente a combatir el analfabetismo?
¿Para qué ha servido que los gobiernos de la república y de Chiapas,
prometan a los chiapanecos el ejercicio de los derechos constitucionales a la
salud, educación, alimentación, trabajo, justicia, vivienda y vida digna en
general? ¿Para qué ha servido todo esto, si la realidad social de Chiapas,
en lugar de mejorar ha empeorado?
En nada
contribuyó que el ex gobernador Roberto Albores Guillén ofreciera
a los chiapanecos que daría un “Nuevo Rostro" a Chiapas. Nada ayudó,
socialmente, que Roberto Albores simulara que milicianos del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional entregaban las armas a cambio de machetes,
morrales y migajas para sobrevivir unos días. En nada ayudó a la consolidación
de armonía y paz social en las áreas rurales de Chiapas, el que Roberto
Albores se haya dedicado a intentar destruir o debilitar Municipios
Autónomos Rebeldes Zapatistas. Según estadísticas oficiales, de nada
sirvieron los miles de millones de pesos que la federación envió a la entidad
en los tiempos de Roberto Albores Guillén, para ser ejercidos en el
combate a la pobreza. Según los cuentos y cuentas de los gobiernos, la
situación social en Chiapas, lejos de mejorar, ha empeorado sensiblemente. Es
innegable que Roberto Albores Guillén realizó obras que están a la vista
de todos, pero de ninguna manera corresponden a la magnitud de las que debieron
realizarse, con los miles de millones de pesos ejercidos oficialmente. Por
ejemplo, en la región Frailesca se ofreció y anunció como concluida, algo
parecido a una autopista, pero hasta hoy eso no existe. Y así se podría
continuar con los ejemplos, por todos los municipios de Chiapas.
De nada sirvió,
socialmente, que al llegar como gobernador a Chiapas Pablo
Abner Salazar Mendiguchía, metiera a la cárcel a casi todo el gabinete
legal de Roberto Albores Guillén; eso no aminoró la corrupción, la
irresponsabilidad institucional o los hechos impunes. De nada sirvió para
el desarrollo justo de la sociedad, que se presumieran las frecuentes visitas
del ex presidente Vicente Fox Quezada y la señora Martha, como
acostumbraba llamarla. De nada sirvió que en los tiempos de Pablo
Salazar, en San Cristóbal de Las Casas, se anunciara el inicio de la
industrialización de Chiapas y sus consecuentes beneficios, con imágenes
difundidas a nivel nacional, donde Vicente Fox y Pablo Salazar subían a
un tráiler el primer paquete de prendas de vestir producidas en la fábrica de
la que hoy no existe ni el edificio. En nada ayudaron las arengas que en
tono religioso acostumbraba Salazar Mendiguchía, para mitigar las
necesidades del campo chiapaneco. De nada sirvió que el ex
gobernador fingiera respeto y entendimiento a las causas que dieron origen y
desarrollo acelerado al Ejército Zapatista de Liberación Nacional, al
contrario, las injusticias sociales continuaron agudizándose. En nada, hasta
hoy, se ha visto reflejado, significativamente, en el estómago y bolsillo
de los ciudadanos, el Puerto Chiapas y nuevo aeropuerto; esto no quiere decir
que son obras inútiles, sino que se les sobredimensionaron al valorarlas y
ofrecerlas. En nada ayudó a mejorar la realidad y vida de los
chiapanecos, que Pablo escogiera e impusiera a Juan José Sabines
Guerrero. Lo verdaderamente notorio al concluir el gobierno Pablista, fue
el número de multimillonarios que surgieron con recursos públicos y el
incremento de templos afines a la religión de Pablo Salazar.
“SON HECHOS, NO
PALABRAS", acostumbraban gritar como locos, Juan
José Sabines Guerrero y todos sus colaboradores, sin embargo, hoy a esa
administración se le califica de fracaso absoluto, corrupción profunda,
impunidad insultante y simulación descarada. De nada sirvió a la mayoría
de los chiapanecos, que Sabines, constantemente, fuera felicitado por el
representante de la ONU en México, Magdy Martínez Solimán. Su programa
de vestir las “Ciudades Rurales", quedó en sólo fraude y fracaso; su
proyecto “Biocombustibles" resultó cuento para niños y adultos; y el
Chiapas, sano financieramente, lo dejó criminalmente endeudado. Para nada
sirvieron los diputados de Chiapas, dejaron que Sabines hiciera y
deshiciera, a su antojo, con el patrimonio de los chiapanecos. De nada
sirvieron los pesos y contrapesos que las leyes prevén hacia el Poder
Ejecutivo Local: Juan José Sabines Guerrero prostituyó todo y casi a
todos; al poder legislativo, poder judicial, institutos políticos, asociaciones
religiosas, organizaciones campesinas, ONGs, etc. Fue enorme la perversidad
y capacidad demostradas por Juan
Sabines, para corromper, podrir y prostituir la vida y el futuro del pueblo
de Chiapas.
De nada ha
servido a los chiapanecos contar con una Constitución General de
la República y una Constitución del Estado, que obliga a las autoridades a ser responsables
socialmente. De nada han servido los frenos legales previstos hacia el
gobernador del estado. Para nada verdaderamente útil a la sociedad, han
resultado casi todos los diferentes actores políticos, económicos, sociales y
religiosos; la mayoría, en su momento, ha estado a las órdenes del gobernador
en turno: acompañándole, legitimándole, aplaudiéndole, aprovechándole y
celebrándole hasta los absurdos más arbitrarios y asquerosos. Para nada
bueno, de forma sustantiva, sirven las visitas de los presidentes de la
república; las declaraciones de inversiones multimillonarias; los aplausos de
personeros de la ONU; los galardones que los gobernadores obtienen o adquieren
en otros países; las bendiciones y guiños dispensados por algunos curas y
pastores; y todas las horas o planas que los medios de comunicación dedican
para “reconocer" los logros de los gobernadores -convertidos casi en
dioses-, todo esto en nada ayuda a superar las miserias, el abandono
institucional, la burla oficial y el conjunto de injusticias sociales que el
pueblo chiapaneco padece, casi como maldición, desde hace décadas o siglos.
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