Piensa, Prensa y Pega.

21 de mayo de 2014

Reflexiones y Precisiones






Los días 30 de abril, 10 y 15 de mayo. Estas son las fechas más recientes que los gobiernos han venido manipulando para mostrar que existen y que se preocupan por la sociedad. Los días del niño, de la madre y del maestro, han sido utilizados por Enrique Peña Nieto, presidente de México; Manuel Velasco Coello, gobernador de Chiapas; y Francisco José Martínez Pedrero, presidente municipal de San Cristóbal de las Casas, para aparentar, cada uno de ellos, que su preocupación son los ciudadanos mexicanos. Los tres niveles de gobierno de este país han dispuesto y disfrutado de dulces, piñatas, payasos, pasteles, reconocimientos, ruidosos festejos, declaraciones a todo volumen, estímulos económicos y mucha saliva en alegres discursos hacia los niños, las madres y los maestros, mexicanos. Demasiados gastos y movimientos oficiales para fingir que tienen consciencia plena del valor social de un niño, de una madre y de los maestros mexicanos. Nada de todo este accionar institucional resulta cierto y descubrimos que se tratan de actitudes hipócritas, si revisamos el trabajo diario de las autoridades y los resultados que de todo ello se cosecha. Según estadísticas oficiales, en los últimos 37 años, el bienestar social de los niños, las madres y los maestros de México, ha empeorado notoria y sensiblemente. No hay espacio para la duda, ni lugar para esconderlo: la vida del niño, la madre y el maestro, se ha vuelto más difícil y sufrida, y los gobiernos lo festejan.

Los días 30 de abril, 10 y 15 de mayo. Si a las autoridades de este país les afligieran, verdaderamente, los niños de México, trabajarían con responsabilidad para que tuvieran garantizada la educación suficiente, de excelencia, crítica y científica. Si sus expresiones hacia los niños fueren sinceras, el subsistema de salud que ahora atiende a los niños y niñas de México, sería notoriamente distinto y no estarían padeciendo y muriendo por enfermedades curables, en las zonas rurales y urbanas de este país. Si los gobiernos comprendieran la magnitud de sus obligaciones hacia los niños y niñas, a sus padres no les faltarían los empleos e ingresos para crecerlos como se debe; y la falta de alimentos y desnutrición generalizada, no serían tan visibles. Si la niñez mexicana fuera prioritaria para quienes gobiernan esta nación, le preverían los espacios públicos necesarios para su recreación y esparcimiento, a fin de propiciarles una vida sana, alegre, saludable y feliz. Si los niños y niñas de México fueran una verdadera preocupación para el gobierno de la República, éste no permitiría muchos de los contenidos que hoy difunden, en cualquier horario, la radio y televisión, mexicanas. Si los niños y niñas fueran una genuina prioridad para las autoridades, iniciarían, mínimamente, ocupándose con urgencia de todos estos aspectos, que sí atienden de manera sustantiva las necesidades básicas de los más pequeños e indefensos de este país. Pero no, solamente les reparten dulces, dádivas y deseos dulzones.

Los días 30 de abril, 10 y 15 de mayo. El día 10 de mayo, día de las madres, tremenda gritería disponen y encabezan los presidentes municipales, gobernadores y el titular del ejecutivo federal, en México. Todo porque desean dejar bien claro que saben reconocer y premiar a las madres mexicanas; que cumplen sus obligaciones hacia las madres de este país. Les organizan festivales con música, botanas, bailables, vinos, poemas, regalos, reconocimientos a las madres de mayor y menor edad, y también abundante saliva oficial falsa y barata; para intentar convencerlas de que ellas son la preocupación diaria de las autoridades. Si todo este ambiente festivo del que disponen, fuera sincero, ¿cómo es que antes no se les ha ocurrido que una madre, para ser feliz, solamente necesita ver sana, saludable y satisfecha a su familia?: sin preocupaciones, sin hambre y sin limitaciones de ningún tipo. Si las expresiones oficiales hacia las madres mexicanas, cada 10 de mayo, fueren sinceras, ¿cómo es que no se les ha ocurrido que las madres tienen derecho a vivir y a morir con dignidad?; desde su embarazo, hasta cuando por necesidad, tienen que ocuparse de sus nietos y bisnietos, porque el estado no cumple con preverles nada creativo y de disfrute pleno, para cuando ellas lleguen a la etapa final de su existencia. ¿Por qué, si al estado mexicano le preocupan las madres, no ha diseñado políticas públicas realistas, con las que las madres se sientan útiles, productivas y satisfechas consigo mismas, en vez de que el estado mexicano busque por todos los medios, cómo exprimirla y utilizarla, hasta el último minuto de su vida para hacerla producir ganancias y mayores riquezas para los adinerados?

Los días 30 de abril, 10 y 15 de mayo. En el día del maestro, sucede algo muy parecido que con las fechas del niño y la madre; bulla oficial por todos los lugares, para que ningún mortal dude de que el gobierno mexicano sabe y valora, correctamente, la importancia y trascendencia del oficio diario de un maestro. Otra vez, discursos, poemas, promesas, comidas, vinos, regalos y pergaminos a docentes vivos y muertos, para que no quepa la menor duda de que los gobiernos saben reconocer y premiar, el esfuerzo cotidiano de un maestro. Aunque la realidad diaria del maestro esté llena de limitaciones, desprecios, incertidumbres, menosprecio institucional y ninguna garantía de que podrá vivir la última etapa de su vida, sin sobresaltos, de manera digna y decorosa. Si todas las expresiones de las autoridades hacia los maestros de México fueren honestas, ¿cómo es que no se le ha ocurrido al gobierno diseñar e instrumentar una política pública que aproveche, hasta el último momento, la enorme experiencia que logra acumular un maestro?; que lo haga sentirse valorado, no explotado; útil, no agobiado; productivo, no frustrado. Que le inyecte energías para que desee vivir más, no preocupaciones que le apresuren su muerte.

Los días 30 de abril, 10 y 15 de mayo. El día del niño, de la madre y del maestro, antes que días elegidos oficialmente para hacer ruido, organizar discursos, ofrecer comidas, entregar diplomas y recibir regalos, deberían convertirse en fechas para que la sociedad y los gobiernos, revisaran y reflexionaran, de manera profunda y sería, sobre todo lo relacionado con éstos días de celebraciones huecas y llenas de hipocresía. Analizar y llegar a conclusiones que permitan la formación de niños sanos, satisfechos, con carácter y felices; revisar y disponer qué hacer con urgencia para que las madres de este país vivan a plenitud y sin contratiempos de ninguna índole, de jóvenes y de adultas; y detenerse a valorar qué acciones resultan impostergables, desde casi siempre, para acercar y garantizarles a los maestros de México; un desempeño satisfactorio tanto para el educador como para el educando, y ninguna incertidumbre en las diferentes etapas de su vida. Por aquí podrían empezar reflexionando y definiendo, gobierno y sociedad, si verdaderamente se desea construir una realidad diferente y dichosa para los niños, las madres y los maestros de la república mexicana. Claro, a los comerciantes ya no les iría tan bien. A los restaurantes, las cantinas y las cafeterías, no se les vería tan concurridos. La bulla y borrachos serían menos, pero se calaría hondo.

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