De qué sirve y
cuánto ayuda que a los niños de México, el 30 de abril, día del niño; los atiborren de dulces, piñatas, pasteles y payasos, si los
restantes 364 días del año se les
incumple con la educación suficiente, gratuita, de excelencia,
científica, crítica y propositiva. De qué sirve y cuánto ayuda celebrar el día del niño, si la atención a su salud es
precaria, si su alimentación es miserable y si le están negados el esparcimiento, la recreación y todo aquello
que ayude, decisivamente, a formar hombres y mujeres sensibles, comprometidos y
solidarios con sus semejantes. ¿De qué sirve tanto alboroto el 30 de abril?
De qué sirve y
cuánto ayuda que al maestro mexicano le rindan honores, le
organicen pachangas, le entreguen diplomas y hasta le lleven llantos a los
panteones el 15 de mayo, día del maestro; si mientras vive y se ocupa en la docencia, no recibe trato de educador,
sino el mismo que recibe un electricista, un albañil, un plomero o
un carpintero, que trabajan con objetos y no con sujetos, a los que se les
pretende formar sólidamente, conscientes y comprometidos
con su realidad social: íntegros, de visión amplia y dignos de ser llamados humanos, y no bestias.
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