Es urgente en
extremo,
que los mexicanos, cada uno, donde estemos, encontremos qué más hacer para que
los gobiernos de este país escuchen y reaccionen positivamente y con urgencia,
ante las exigencias, demandas o denuncias de los habitantes. Al presidente Enrique
Peña Nieto, desde todos los medios al alcance de los ciudadanos, le
advierten que sus reformas, en los términos en las que las hizo, no traerán
ningún beneficio al pueblo mexicano. A Enrique Peña Nieto, los mexicanos
del campo le han expuesto y reclamado el abandono y las injusticias que padecen
los campesinos, y en los 18 meses de su administración, no se ha visto nada
nuevo y ningún resultado favorable. A Enrique Peña Nieto, desde todos los
espacios le expresan que “la democracia" que se vive en México es una
farsa y no ha hecho ningún esfuerzo por corregirlo, al contrario, con sus
disposiciones alienta su práctica. A Enrique Peña Nieto le proporcionan
todos los elementos de conocimiento para que cobre conciencia de las
injusticias sociales que flagelan y lastiman a los mexicanos, y pareciera que
no las entiende, y mucho menos las comprende; hace y dispone, en sentido
contrario a las urgencias del pueblo de México.
Es urgente en
extremo.
Ya está bien visto que el ejecutivo federal no tiene la disposición para
escuchar y resolver con sentido de responsabilidad social las necesidades
inaplazables de los mexicanos. Queda claro que él llegó para atender,
prioritariamente, a quienes lo impusieron: a los millonarios de México y a los
dueños de las instituciones financieras internacionales. A diario se leen o
escuchan las inconformidades de los ciudadanos mexicanos. Entre otras demandas,
le exigen una suficiente educación pública, gratuita, científica, crítica y
propositiva, en todos sus niveles, y ha hecho nada verdaderamente sustantivo en
ese sentido; sus reformas en la materia, al final, terminarán sólo beneficiando
a los dueños de la educación privada, y ellos, el Estado mexicano, desentendiendo
sus obligaciones constitucionales. Los reclamos por las insuficientes y
deficientes condiciones en el Sistema de Salud Mexicano, son el pan nuestro
de cada día, y aun cuando la situación se agrava permanentemente, al
presidente Enrique Peña Nieto parece no preocuparle, al contrario,
publica que atiende en la dirección correcta, como si eso fuera cierto. No hay
día en que no se conozca de las criminales cifras del desempleo en México y de
los empleados tratados como si fueran esclavos, y el presidente mexicano
presume esta situación como un logro, como producto del gran esfuerzo de su
administración. Y así se podría continuar ejemplificando las condiciones
miserables en que sobrevive el pueblo de México y la insensibilidad del
presidente Enrique Peña Nieto: el bienestar social del pueblo mexicano,
por los suelos; y el ejecutivo federal,
empecinado en la misma dirección, y, además, presumiéndolo como un gran
avance tras el cual vendrán otros.
Es urgente en
extremo
encontrar cómo hacerle para que el gobernador de Chiapas se dé cuenta que está
durmiendo y hasta roncando sobre un polvorín; que se dé cuenta que está
desperdiciando la comida donde hay hambre; que se dé cuenta que está haciendo
fiesta donde están llorando; que se dé cuenta que está jugando donde necesitan
de esfuerzos serios, urgentes y maduros, para detener y revertir un muy
probable estallido social, que bien puede dar para desestabilizar a este país y
para sumir a todos en mayores padecimientos y preocupaciones. Parece ser que el
puro idioma español y las frecuentes manifestaciones sociales, por los
problemas en las áreas rurales y urbanas de la entidad, resultan insuficientes
para despertar, sensibilizar y reaccionar, responsablemente, al gobernador del
estado Manuel Velasco Coello. En casi 18 meses que lleva la
administración de Manuel Velasco Coello, ha dado muestras sobradas de
que a él no le preocupa la esencia de los problemas; y eso explica que
atienda solamente sus expresiones, su
apariencia, y no el origen de aquéllos. Manuel Velasco Coello da la
impresión de que llegó a Chiapas, verdaderamente, decidido a suicidarse: no
ve que hay quienes no han dejado de trabajar para que a él pronto lo saquen de
Chiapas; no se da cuenta que a las mafias que desgobiernan este país, les urge
hacerse de “la plaza Chiapas”, que tan buenos dividendos económicos,
seguramente, les genera.
Es urgente en
extremo. El gobernador de Chiapas no ve que sus amigos,
familiares, recomendados más cercanos y todos aquellos que sólo llegaron con la
intención de enriquecerse a la sombra de él, lo tienen secuestrado. Le
permiten ver y conocer únicamente lo que
deciden, porque así les conviene, para manejarlo y aprovecharle a placer, y de
pasada, ocultar o disfrazar sus ineptitudes. Si Manuel Velasco Coello no
despierta y, con urgencia, se quita la venda de los ojos y las gruesas cobijas
que le han colocado, en cualquier momento podríamos estar conociendo los
detalles de un suicidio asistido, donde a los chiapanecos,
indudablemente y como siempre, les irá peor. Porque en este país, a los
gobernantes de todos los niveles no los nombra el pueblo, sino los grupos de poder político y económico
para que atiendan sus intereses y no el bienestar social de los más
necesitados. El gobernador de Chiapas está obligado a entender que las mayorías
de la entidad ya no aguantan más promesas; que las mayorías ya no están
dispuestas a aceptar más manoseos institucionales; que las mayorías ya están
hartas de ocurrencias, improvisaciones y
frivolidades, convertidas en casi un deporte oficial chiapaneco; que las
mayorías ya están desesperadas y bien puestas y dispuestas a luchar,
pacíficamente, por todo aquello que es su derecho y siempre se les ha negado o
regateado. Todo es cuestión de tiempo, y no mucho.
Es urgente en
extremo. Al ayuntamiento del municipio de San Cristóbal de
Las Casas, Chiapas, hay que quitarlo de donde está y desconocerlo; no ha estado
desempeñándose en beneficio de la mayoría de los habitantes de la ciudad y las
comunidades, y es fácil comprobárselo: los servicios, obras y esfuerzos más
importantes y cuantiosos, económicamente, los ha orientado, con prioridad, a la
ciudad y, particularmente, al centro o donde él, sus familiares, colaboradores
o amigos, tienen intereses. Francisco José Martínez Pedrero y el
Ayuntamiento que preside, por sus decisiones y resultados, bien se les puede
calificar de analfabetas para la administración pública y de ciegos para la
política. El Órgano de Fiscalización Superior del Congreso del Estado, oficial
y formalmente, los exhibió como ineficientes, omisos y hasta ignorantes del
marco jurídico municipal y estatal, por un lado; y por el otro, las frecuentes
expresiones de inconformidad social por parte de barrios, colonias,
fraccionamientos y comunidades, deja bien claro que la operación política dispuesta
y practicada por ellos, es un fracaso muy bien logrado. Si el actual
Ayuntamiento del denominado “Pueblo más mágico entre los pueblos mágicos",
resultó inútil para la administración y para el diseño y operación de una
política que promueva bienestar, armonía y expresiones de tranquilidad, hay que
quitarlo e iniciarle una investigación exhaustiva que permita identificar
culpables, deslindar responsabilidades y aplicar castigo por toda la corrupción
y abusos cometidos.
Es urgente en
extremo que
el gobernador del estado, Manuel Velasco Coello, se deslinde en los
hechos, del gobierno y administración que presiden Francisco José Martínez
Pedrero y su síndico, Roberto Arturo Morales Ortega. El Ayuntamiento coleto
no aguanta una auditoría física-financiera sobre los recursos económicos y
materiales; federales, estatales y municipales, que ha ejercido o manipulado
por “Usos y costumbres", antes que con respeto estricto a la
correspondiente normatividad establecida. Es urgente en extremo que se
investiguen las violaciones a las leyes de fiscalización, la de obra pública; y
la Ley de Adquisiciones, Contrataciones y Arrendamientos. Igualmente, la Ley de
Responsabilidades de los Servidores Públicos y los recurrentes atropellos a la
Ley Orgánica Municipal y su reglamento interior. Y, por supuesto, que se
investiguen las conocidas falsificaciones a las actas de sesiones del Cabildo,
para empezar. Con esto sería suficiente para destituir a muchos y llevar a la
cárcel a no pocos, iniciando con el presidente municipal y su síndico.
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