SOBRE
CAMBIOS Y OTRAS
Resulta una necesidad de extrema
urgencia que la sociedad y gobierno mexicanos, reaccionen ya,
enérgicamente y con verdadera responsabilidad, ante las graves y preocupantes condiciones
que se vienen presentando desde hace mucho y cada vez con mayores costos
humanos para este país.
La economía empeora
sensiblemente y esta situación azota a diario a las familias mexicanas. El
salario, para los que tienen la suerte de tener un empleo, pierde poder
adquisitivo a una velocidad de escándalo y los bienes y servicios se
alejan de la posibilidad de compra de las mayorías que siempre pagan los
fracasos de sus gobernantes. La política se extravía y prostituye con
más descaro; la han convertido en sólo negocio y muy poco o ya nada, se le
comprende y practica como el oficio que puede ser de enorme utilidad para traer
y atraer bienestar, paz y felicidad a los mexicanos.
Urge que gobierno y sociedad
comprendan los alcances de su responsabilidad, pero sobre todo, que los
ciudadanos entiendan que los gobernantes han llegado a esos niveles de
descomposición y cinismo, en mucho, por culpa de la misma sociedad, debido a la
apatía y falta de participación comprometida de los hombres y mujeres que, cuando
bien va sólo exigen, olvidando exigir proponiendo y exigir acompañando.
Hoy, la realidad
mexicana se encuentra en condiciones de una verdadera EMERGENCIA NACIONAL. El
comportamiento insensible y corrupto del gobierno, aún da para más y el
sufrimiento que padecen decenas de millones de mexicanos ya no aguanta, y
da sobradas muestras de que en cualquier momento pudiera transitar de marchas
de protesta a abiertas manifestaciones armadas en las principales ciudades y
áreas rurales de este país. El surgimiento de las autodefensas en
varios estados de la República, bien puede ser un aviso muy pequeño y pálido,
de lo que en cualquier momento pudiera sobrevenir de manera generalizada. El
silencio forzado o el ruido calculado, dan la sensación de que el gobierno
pudiera estar preparando las condiciones necesarias para desatar la represión
que necesita, por un lado; y por el otro, todo indica que son miles los que ya
se mueven, organizadamente, para hacer valer sus derechos y no permitir más
vejaciones de parte del gobierno. Como sea, es obvio, las relaciones entre gobierno
y sociedad pudieran estar en la antesala de lo peor: el rompimiento de toda
comunicación y el inicio, con todo, del esfuerzo social por derrocar al
gobierno actual.
De lo poco que pueden hacer,
urgentemente, los gobernantes en sus tres niveles son cambios en sus
hombres, rotación en sus recursos humanos, decisiones que cuando menos le
garantice un poco más de vida al ahora sistema injusto y criminal. Ese
sistema político y económico que a la democracia la ha conducido a lo
más asqueroso de las prácticas antidemocráticas; ese modo de producción
que vive y se reproduce, anteponiendo la ganancia privada, a la urgencia de bien
común; ese sistema político que no entiende de justicia social, hambre,
democracia real, enfermedades, trabajo digno y bienestar en todos los órdenes
de la vida cotidiana. Aunque suene catastrófico o alarmista, es preferible
a guardar silencio complaciente, cómplice; la realidad mexicana,
desgraciadamente, huele a pólvora y sangre,
a flores y velas.
Si el gobierno del presidente Enrique
Peña Nieto aún no ha decidido entrarle con todo sus recursos a la represión
abierta y encubierta, están por asomar nuevos nombres en áreas que le manejan
la “procuración de justicia”, la economía, la política interior, el
“desarrollo social”, la imagen institucional, caso contrario, habría que
prepararse para una realidad aún más difícil, triste y riesgosa.
En el estado de
Chiapas,
la situación social no está nada fácil. Frente a una realidad de miseria social
y política, de pobrezas y saqueos descarados, que cada día se acentúan más, el
gobernador Manuel Velasco Coello se conduce en la absoluta
irresponsabilidad social. Se empeña en niveles enfermizos por construir falsas
realidades: falsa tranquilidad en el campo y las ciudades, falsa aceptación
al gobierno VERDE, falsa economía pujante, falso desarrollo social, falsa
democracia, falsa justicia pronta y expedita, falsa división de poderes, falso
entendimiento entre gobierno y ciudadanos; falsa responsabilidad, carisma y
sencillez. LO ÚNICO CIERTO ES QUE ES UN GOBERNADOR SOLTERO Y QUE SU MAMÁ LO
ACOMPAÑA Y DA ÓRDENES EN TODAS LAS ÁREAS DEL GOBIERNO.
En Chiapas,
se carece de la práctica de un Plan Estatal de Desarrollo que le imprima
profesionalismo, rumbo, seriedad y certidumbre a todas las acciones
gubernamentales. El quehacer institucional en Chiapas está lleno de
improvisaciones, empirismos, frivolidades, negocios a la sombra del poder y
exagerada publicidad personal a cualquier ocurrencia y mísero resultado
institucional. Al gobierno de Manuel Velasco Coello sólo lo mueven dos
cuestiones: la preocupación por volverse eterno en la entidad y quedarse con
Chiapas y sus riquezas. El resto que se observa es pura escenografía, acomodo
de actores, organización del reparto y festejo
pagado con recursos públicos, incluido los aplausos.
Urge que alguien le amarre las
manos y apriete la cabeza al gobernador y, principalmente, a su mamá; a Chiapas
ya no se le puede seguir conduciendo como si fuera una hacienda de
principios del siglo XX y los chiapanecos no merecen trato de peones
acasillados. Chiapas es la entidad de una República y los chiapanecos son
ciudadanos poseedores de inmensas riquezas naturales y materiales que deben ser
aprovechadas, racionalmente, en su beneficio. Chiapas debe dejar de ser un
estado donde la mayoría de sus más de cuatro millones de habitantes, sobreviven
en la miseria, rodeados de inmensas riquezas naturales.
En el municipio
de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, el Ayuntamiento
se parece más a una banda de delincuentes, antes que a un cuerpo
colegiado de hombres y mujeres encargados de promover y provocar desarrollo
social. CORRUPCIÓN, CINISMO Y ATROPELLO A LAS LEYES, han sido el sello y la
firma del Ayuntamiento que preside Francisco José Martínez Pedrero y que
manipula el síndico Roberto Arturo Morales Ortega. Durante los 27 meses que
lleva la administración que encabezan Martínez Pedrero y su mamá, se han
denunciado públicamente todos los atropellos a las leyes cometidos por ellos,
no es necesario enumerarlas, cualquier ciudadano lo recuerda muy bien.
Hasta hoy, para ningún nivel de
gobierno en México parece haber remedio y todo apunta a que por sí mismos, no
están dispuestos a modificar su conducta delincuencial y falta de interés en el
cumplimiento de su responsabilidad social. Ya es tiempo, corresponde a los
ciudadanos echar fuera a los delincuentes e imponer a quien los represente y
vea por los intereses comunes. URGE.
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