Piensa, Prensa y Pega.

28 de enero de 2015

Reflexiones y Precisiones


Para la gran mayoría de quienes se mueven en los primeros niveles de la politiquería o de la Administración Pública del Estado de Chiapas, viejos o muchachones, pasó como algo natural o normal la reciente llegada de José Antonio Aguilar Bodegas a un espacio muy cercano al gobernador, el lugar del Poder Ejecutivo donde deben surgir, operarse y cuidar de las políticas públicas destinadas a superar las injusticias sociales que durante décadas, ha venido lastimando al tejido social y tensando, en niveles preocupantes, la paz que los gobiernos, por ineptitud, corrupción o irresponsabilidad, colocan a diario en mayores riesgos de perderse.
Es una soberana tontería, imaginar u opinar que Aguilar Bodegas llegó, fue traído, acomodado o impuesto, para ayudar a repartir fertilizantes, tractores, sementales, morrales o machetes; para hacer reír al gobernador; para agradar a la vicegobernadora; para decir sí a todo o para dejarse abofetear, como es la moda. Seguro, no llegó para ser servidumbre o a perder el tiempo, e indudablemente está aquí por una necesidad política de los grupos élite, que gobiernan y se reparten el territorio nacional mexicano; a ellos, preferentemente, es a quienes va a escuchar y atender; esos intereses cuidará, a ellos rendirá cuentas y son estos actores los que habrán de promoverlo o castigarlo, en su momento y según los resultados que él obtenga. Desde luego, cubrirá las formas y cumplirá con las obligaciones institucionales implícitas al cargo de Secretario del Campo, subordinado del gobernador Manuel Velasco Coello.

Posteriormente al nombramiento del gabinete legal y ampliado que el gobernador de Chiapas hizo hace más de dos años, el hecho de mayor importancia en este terreno, se dio el 19 de enero, al nombrar como Secretario del Campo a José Antonio Aguilar Bodegas, un priista con intereses y relaciones bien macizas, desde los pequeños, hasta los grandes grupos de poder político y económico del país; desde los municipios más chicos y abandonados, hasta los municipios y las ciudades más importantes del Estado de Chiapas. Por dondequiera tiene contactos, compromisos y “cuentas" por saldar o cobrar, políticamente hablando. Cualquiera le da la mano y muy pocos se animan a darle de patadas, quién sabe si por respeto o miedo, pero generalmente así sucede. A JOSEAN, como acostumbran llamarlo en la política y administración pública, si le pesan y miden correctamente, puede pesar y medir más que el gabinete completo del gobierno verde de Chiapas, incluyendo al verde gobernador. PESA Y MIDE MÁS porque “se puede comer a todos" sin que lo indigesten, y posee la formación política y la experiencia administrativa para no improvisar si le encomiendan hacer gobierno o administrar los recursos del pueblo chiapaneco. POR SUPUESTO, ESTO NO QUIERE DECIR QUE HARÍA BUEN GOBIERNO Y ADMINISTRARÍA CON PULCRITUD LOS RECURSOS DEL PUEBLO. Nada de eso, es sólo lo que se dice, lo demás habría que esperarse, verlo y comprobarlo.

En términos políticos de altura, no “pecho tierra", con la aparición del priista José Antonio Aguilar Bodegas en un lugar estratégico del gobierno y la administración pública del Estado, se alteran sensiblemente los tableros políticos y administrativos, y podría ser el principio de un acomodo mayor al interior del equipo más cercano y decisivo del GOBERNADOR VERDE, por ello, habría que hacer algunas precisiones o preguntas. Desde antes de que Manuel Velasco Coello nombrara a su gabinete, hace más de dos años, ya se decía con argumentos convincentes, que JOSEAN sería -previa negociación del PRI nacional- anunciado como Secretario General de Gobierno; que la gubernatura sería para el VERDE y el espacio político más importante después del gobernador, lo ejercería el PRI. Al final, esto no sucedió, no por habilidad política o resistencia del Güero, se dijo, sino más bien por pugnas y zancadillas entre los mismos priistas, principalmente.
Bastante se ha argumentado que “las patadas y manotazos" de los ex gobernadores Juan Sabines, Pablo Salazar y Roberto Albores Guillén, han sido determinantes para impedir que JOSEAN llegue a la gubernatura o despache cerca de ella. Quién sabe, pero hoy parece ya haber superado esos impedimentos “normales" en la lucha por el poder político y económico.
Llegó JOSEAN y con ello no son pocos los “políticos" que se sienten y fueron desplazados. Se les encuentra en todos los partidos políticos y en los tres poderes del Estado. Como acostumbran decir coloquialmente: a no pocos huérfanos, ya les apareció padre y madre en los Poderes Judicial, Legislativo y hasta algunos en el Ejecutivo. Ya muchos y muchas han dejado de ser huérfanos en la mayoría de los 122 municipios chiapanecos. No es una exageración y a ello se debe el que los ex Gobernadores mencionados, siempre buscaron y encontraron la manera de ahuyentarlo de Chiapas, del poder político, de los negocios institucionalizados.
La inesperada aparición del ex presidente municipal, ex diputado local, ex presidente estatal del PRI, ex legislador federal, ex senador de la República y fuerte, todavía aspirante a gobernar Chiapas, no es casual ni fue una decisión con horizonte lejano y limitado. La coyuntura propicia para que ello sucediera en Chiapas, ha sido aportada por la anarquía política, el desorden administrativo, la forma frívola de gobernar, la problemática social mal atendida, o sin atender, y la ambición enfermiza de LOS VERDES -con el gobernador por delante- frente al proceso electoral que ya inició. En éstas condiciones, es poco creíble que José Antonio Aguilar Bodegas haya sido invitado a incorporarse al gobierno de Chiapas; no, fueron las condiciones políticas y sociales que prevalecen en la entidad las que le abrieron el gran boquete verde al gobernador verde, por donde se le metió el PRI Nacional que, seguramente, lo ha estado cazando desde antes de que se estrenara como gobernador. A la élite priista del país le llevó tiempo acomodar la cuña que necesitaba para iniciar, seriamente, su regreso a la gubernatura de Chiapas, con JOSEAN a la cabeza o con otro u otra: hacerse de la Secretaría del Campo y colocar en ese espacio a JOSEAN, no es un logro menor (para nada es lo mismo JULIÁN que JOSEAN); introdujo cuña maciza y la colocó en terreno blando. 
 
José Antonio Aguilar Bodegas ha de comprender que podría estar, ahora sí, frente a la última oportunidad de su vida, la que le permita estar cerca o volver a las grandes ligas de la política nacional, la que le atraiga vigencia, presencia y la posibilidad de no dejar facturas pendientes. Se comprenda o no, muy pronto se verá con la llegada de JOSEAN al lado del gobernador de Chiapas, se altera y tomará otras características el TABLERO POLÍTICO Y ADMINISTRATIVO; pronto o despacio, notorio o discreto, sucederá. Es elemental entender que la llegada de JOSEAN a Chiapas no es algo casual, fue bien razonada y proyectada, y estuvo precedida de puentes entre los principales grupos políticos, más allá de Chiapas; exigió acercamientos, acuerdos y compromisos al más alto nivel y fuera de la Entidad.

Independientemente de los motivos y condiciones en que Aguilar Bodegas fue nombrado Secretario del Campo, quien lo nombró fue el gobernador Velasco Coello, está facultado para ello y él, al hacerlo, sabía muy bien que con esto desafiaba a los ex gobernadores, Roberto Albores, Pablo Salazar, Juan Sabines y toda la recua que se ha enriquecido a la sombra de ellos. Si aún con todo, Manuel Velasco Coello se atrevió, ha de ser porque las cosas no las tiene fácil y por hoy, es la decisión más favorable para él y sus seguidores. Hay que esperar reacciones, las habrá. Es más, ya empezaron, pero de ellas luego hablamos.

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