Para
la gran mayoría de quienes se mueven en los primeros niveles de la
politiquería o de la Administración Pública del Estado de Chiapas,
viejos o muchachones, pasó como algo natural o normal la reciente
llegada de José
Antonio Aguilar Bodegas a
un espacio muy cercano al gobernador, el lugar del Poder Ejecutivo
donde deben surgir, operarse y cuidar de las políticas públicas
destinadas a superar las injusticias sociales que durante décadas,
ha venido lastimando al tejido social y tensando, en niveles
preocupantes, la paz que los gobiernos, por ineptitud, corrupción o
irresponsabilidad, colocan a diario en mayores riesgos de perderse.
Es
una soberana tontería, imaginar u opinar que Aguilar
Bodegas llegó, fue
traído, acomodado o impuesto, para ayudar a repartir fertilizantes,
tractores, sementales, morrales o machetes; para hacer reír al
gobernador; para agradar a la vicegobernadora; para decir sí a todo
o para dejarse abofetear,
como es la moda.
Seguro, no llegó para ser servidumbre o a perder el tiempo, e
indudablemente está aquí por una necesidad
política de los grupos élite, que gobiernan y se reparten el
territorio nacional mexicano; a
ellos, preferentemente, es a quienes va a escuchar y atender; esos
intereses cuidará, a ellos rendirá cuentas y son estos actores los
que habrán de promoverlo o castigarlo, en su momento y según los
resultados que él obtenga. Desde luego, cubrirá las formas y
cumplirá con las obligaciones institucionales implícitas al cargo
de Secretario del
Campo, subordinado
del gobernador Manuel
Velasco Coello.
Posteriormente
al nombramiento del gabinete legal y ampliado que el gobernador de
Chiapas hizo hace más de dos años, el hecho de mayor importancia en
este terreno, se dio el 19 de enero, al nombrar como Secretario
del Campo a José Antonio Aguilar Bodegas,
un priista con intereses
y relaciones bien macizas, desde
los pequeños, hasta los grandes grupos de poder político y
económico del país; desde los municipios más chicos y abandonados,
hasta los municipios y las ciudades más importantes del Estado de
Chiapas. Por dondequiera tiene contactos, compromisos y “cuentas"
por saldar o cobrar, políticamente hablando. Cualquiera le da la
mano y muy pocos se animan a darle de patadas, quién sabe si por
respeto o miedo, pero generalmente así sucede. A JOSEAN,
como acostumbran
llamarlo en la política y administración pública, si le pesan y
miden correctamente, puede pesar y medir más que el
gabinete completo del gobierno verde de Chiapas, incluyendo al verde
gobernador. PESA Y MIDE MÁS porque
“se puede comer a todos" sin que lo indigesten, y posee la
formación política y la experiencia administrativa para no
improvisar si le encomiendan hacer
gobierno o administrar los recursos del pueblo chiapaneco. POR
SUPUESTO, ESTO NO QUIERE DECIR QUE HARÍA BUEN GOBIERNO Y
ADMINISTRARÍA CON PULCRITUD LOS RECURSOS DEL PUEBLO. Nada de eso, es
sólo lo que se dice, lo demás habría que esperarse, verlo y
comprobarlo.
En
términos políticos de altura, no “pecho tierra", con
la aparición del priista José
Antonio Aguilar Bodegas
en un lugar estratégico del gobierno y la administración pública
del Estado, se
alteran sensiblemente los tableros políticos y administrativos, y
podría ser el principio de un acomodo mayor al interior del equipo
más cercano y decisivo del GOBERNADOR VERDE, por
ello, habría que hacer algunas precisiones o preguntas. Desde antes
de que Manuel
Velasco Coello
nombrara a su gabinete, hace más de dos años, ya se decía con
argumentos convincentes, que JOSEAN
sería -previa
negociación del PRI
nacional- anunciado
como Secretario
General de Gobierno; que
la gubernatura sería para el VERDE
y el espacio
político más importante después del gobernador, lo ejercería el
PRI. Al
final, esto no sucedió, no por habilidad política o resistencia del
Güero, se
dijo, sino más bien por pugnas y zancadillas entre los mismos
priistas, principalmente.
Bastante
se ha argumentado que “las patadas y manotazos" de los ex
gobernadores Juan
Sabines, Pablo Salazar y Roberto Albores Guillén, han
sido determinantes para impedir que JOSEAN
llegue a la
gubernatura o despache cerca de ella. Quién sabe, pero hoy parece ya
haber superado esos impedimentos “normales" en la lucha por el
poder político y económico.
Llegó
JOSEAN y
con ello no son pocos los “políticos" que se sienten y fueron
desplazados. Se les encuentra en todos los partidos políticos y en
los tres poderes del Estado. Como acostumbran decir coloquialmente: a
no pocos huérfanos, ya les apareció padre y madre en los Poderes
Judicial, Legislativo y hasta algunos en el Ejecutivo. Ya muchos y
muchas han dejado de ser huérfanos en la mayoría de los 122
municipios chiapanecos. No
es una exageración y a ello se debe el que los ex Gobernadores
mencionados, siempre buscaron y encontraron la manera de ahuyentarlo
de Chiapas, del poder político, de los negocios institucionalizados.
La
inesperada aparición del ex presidente municipal, ex diputado local,
ex presidente estatal del PRI,
ex legislador
federal, ex senador de la República y fuerte, todavía
aspirante a
gobernar Chiapas, no
es casual ni fue una decisión con horizonte lejano y limitado.
La coyuntura propicia para que ello sucediera en Chiapas, ha sido
aportada por la anarquía política, el desorden administrativo, la
forma frívola de gobernar, la problemática social mal atendida, o
sin atender, y la ambición enfermiza de LOS VERDES -con el
gobernador por delante- frente al proceso electoral que ya inició.
En éstas condiciones, es poco creíble que José
Antonio Aguilar Bodegas
haya sido invitado a incorporarse al gobierno de Chiapas; no, fueron
las condiciones políticas y sociales que prevalecen en la entidad
las que le abrieron el
gran boquete verde al gobernador verde, por
donde se le metió el PRI
Nacional que,
seguramente, lo ha estado cazando desde antes de que se estrenara
como gobernador. A la élite priista del país le llevó tiempo
acomodar la cuña
que necesitaba para
iniciar, seriamente, su regreso a la gubernatura de Chiapas, con
JOSEAN a
la cabeza o con otro u otra: hacerse de la Secretaría
del Campo y colocar en ese espacio a JOSEAN, no
es un logro menor (para nada es lo mismo JULIÁN
que JOSEAN);
introdujo cuña
maciza y la colocó en terreno blando.
José
Antonio Aguilar Bodegas
ha de comprender que podría estar, ahora sí, frente a la última
oportunidad de su vida, la que le permita estar cerca o volver a las
grandes ligas de la política nacional, la que le atraiga vigencia,
presencia y la posibilidad de no dejar facturas pendientes. Se
comprenda o no, muy pronto se verá con la llegada de JOSEAN al lado
del gobernador de Chiapas, se altera y tomará otras características
el TABLERO POLÍTICO Y ADMINISTRATIVO; pronto o despacio, notorio o
discreto, sucederá. Es
elemental entender que la llegada de JOSEAN
a Chiapas no es
algo casual, fue bien razonada y proyectada, y estuvo precedida de
puentes entre los principales grupos políticos, más allá de
Chiapas; exigió acercamientos, acuerdos y compromisos al más alto
nivel y fuera de la Entidad.
Independientemente
de los motivos y condiciones en que Aguilar
Bodegas fue
nombrado Secretario del Campo, quien lo nombró fue el gobernador
Velasco Coello, está
facultado para ello y él, al hacerlo, sabía muy bien que con esto
desafiaba a los ex gobernadores, Roberto
Albores, Pablo Salazar, Juan Sabines y toda la recua que
se ha enriquecido a la sombra de ellos. Si aún con todo, Manuel
Velasco Coello se
atrevió, ha de ser porque las cosas no las tiene fácil y por hoy,
es la decisión más favorable para él y sus seguidores. Hay
que esperar reacciones, las habrá. Es más, ya empezaron, pero de
ellas luego hablamos.
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