Piensa, Prensa y Pega.

14 de mayo de 2015

Reflexiones y Precisiones



                                                                                         A Don Ángel, a Doña Conchita. 

EL MAESTRO

Escasean los maestros; cómo hacen falta los verdaderos MAESTROS. En tiempos de incertidumbres, injusticias, hambre, mentiras, atropellos sociales y sufrimientos cotidianos en la sociedad mexicana, faltan MAESTROS por todas partes. Al MAESTRO, a aquél que se responsabilizaba de todo lo que se encontraba a su paso; se le extraña con sinceridad, se le recuerda con cariño y se le reconoce con el corazón: cuánta falta hace un auténtico MAESTRO.
En estos tiempos, cuando a la sociedad chiapaneca, sus gobiernos la traen de lo difícil a lo peor o de lo lamentable a lo insoportable, hacen falta los maestros que enseñen a ver y a conducirse correctamente. Ahora, cuando a los hombres y mujeres de este país los entretienen con promesas o engaños, faltan maestros que con su práctica diaria enseñen a comprender y a comportarse con responsabilidad social.
Hoy, cuando en la República Mexicana todo es desesperanza, desconfianza y decepción hacia las instituciones y los gobiernos en todos sus niveles; cómo escasean los MAESTROS que acostumbraban llevar de la mano a los niños, adolescentes, adultos y a los hombres y mujeres con quienes se encontraban; aunque no estuvieran dentro de un aula, aunque no fueran sus alumnos, aunque no se les responsabilizara de ello. Esos MAESTROS que asumían como un apostolado su función social, cuánta falta hacen.
Hasta hace no mucho, aunque todavía se les encuentra por ahí a uno que otro, EL MAESTRO no solamente se ocupaba de enseñar a leer, escribir, sumar, restar y dividir; enseñaba a ser útil, honesto, respetuoso, disciplinado, cumplido y comprometido socialmente. Su mística de servicio lo convertía en MAESTRO DE TIEMPO COMPLETO, día y noche, de lunes a domingo, él asumía su responsabilidad de MAESTRO. Lo mismo enseñaba a pensar que a producir alimentos; en el pizarrón o en la parcela; arbitrando en un torneo deportivo o litigando" un conflicto de linderos en la comunidad; frente a los pupitres o en un parto; conduciendo sentidos homenajes cívicos a la bandera o escuchando las últimas palabras de un moribundo. Ese era el MAESTRO y esos son los maestros y maestras que mucha falta hacen para ACOMPAÑAR a la sociedad mexicana actual.   
Es enorme y cada día se agranda más el hueco que dejan los hombres y las mujeres a quienes con admiración y respeto se les llama MAESTROS. Es insustituible la función que ellos y ellas desempeñaban con su enseñanza y ejemplo. No impartían cátedras para presumir conocimientos y sentirse inmerecidos en el planeta tierra, enseñaban para que todos aprendieran a ser verdaderos hombres y mujeres comprometidos con la realidad social; siempre dignos y dispuestos a enfrentar y a padecer como propias las injusticias sociales cometidas a sus semejantes.
Al verdadero MAESTRO le preocupaba desarrollar y estimular el conocimiento y el aprendizaje, no para lograr y cosechar un estatus social superior al de las mayorías, sino justamente, para que nadie se colocara por encima de esas mayorías y luego viviera de engañarlas, hincarlas, manipularlas, explotarlas y condenarlas a una vida de eternas injusticias y padecimientos interminables. Hacen mucha falta estos MAESTROS Y MAESTRAS que casi inyectaban" el conocimiento científico, el comportamiento crítico, el carácter macizo, el compromiso responsable, la participación con propuestas decisivas y el acompañamiento decidido a todo; menos a cansarse, extraviarse, alquilarse o venderse.
A MAESTROS Y MAESTRAS como los descritos, se les veía y a uno que otra todavía, se le ve en espacios de educación preescolar, primarias, secundarias, preparatorias y universidades, entregados en su misión y convencidos de la enorme importancia que su trabajo tiene para que todas y todos aprendamos a aprender bien; para ver, sentir, comprender y comprometernos en las causas justas. No para hacerse ricos, sino para convertirse en hombres; no para volverse importantes o deseables, sino para hacerse mujeres dignas y respetables.

TRISTEMENTE, cómo abundan y se reproducen con facilidad los maestros y las maestras que nada entienden sobre su función social, y dedican su vida, desde las aulas de educación preescolar hasta los espacios universitarios: a enseñar a leer" de manera incorrecta, a enseñar a escribir" de manera incompleta, a enseñar a razonar" de manera limitada, a enseñar a proponer" de forma tímida, a enseñar a defender" de manera titubeante, a enseñar a acompañar" a medias tintas; y a enseñar a sumar, restar y a dividir, de forma tramposa o traicionera. A enseñar y aprender a ser indigno, deshonesto, cobarde, irresponsable, egoísta, incongruente o mentiroso. Maestras y maestros que enseñan cómo cerrar los ojos ante una realidad injusta; maestros y maestras que enseñan cómo cerrar la boca frente a los sufrimientos de millones de mexicanos supervivientes en la miseria; maestros y maestras que enseñan cómo escribir para ocultar o disfrazar injusticias; maestros y maestras que enseñan cómo evitar denunciar y exigir; maestros y maestras que enseñan cómo callar frente al dolor ajeno; maestros y maestras que enseñan las mejores formas para vivir hincados y no las maneras enérgicas para exigir y disfrutar de pie, como viven y mueren los hombres y las mujeres que aprendieron a leer, escribir, razonar, proponer, defender y construirse una vida digna, con los pies en la tierra y no con las patas en el pescuezo de las mayorías empobrecidas.

FELICITACIONES A LOS MAESTROS Y A LAS MAESTRAS QUE SABEN SERLO EN SU TRABAJO DIARIO. Ni lo duden, vivirán siempre, se les reconoce y recuerda.
A los otros maestros y maestras; COMAN, BEBAN Y BAILEN.

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