El tema del mes
de septiembre, en América Latina, sin duda lo ha sido la renuncia
y el posterior encarcelamiento del presidente de la República de Guatemala,
Otto Pérez Molina. Mucho se ha visto y bastante se ha escuchado sobre el caso
de un primer mandatario que es denunciado por corrupción, exhibido por sus
gobernados, echado por una sociedad consciente y participativa, y aprehendido y
encarcelado por las instancias judiciales y ejecutivas comprometidas con el
cumplimiento de las leyes. Quién sabe cuánto tiempo tiene que no sucedía algo
parecido, quién sabe cuánto hace que en América Latina no se observaba una
movilización social de esa magnitud y con los resultados que supo obtener el
pueblo guatemalteco; como sea, debe dejar experiencias y enseñanzas importantes
para los pueblos y los gobiernos de este continente, cuando menos.
No es una cuestión pequeña
conocer de una sociedad bien organizada y movilizada, enérgicamente, que hace
valer sus derechos. No es una nimiedad que el presidente de un país, acusado de
deshonestidades, luego sea llevado ante los tribunales y, en consecuencia, sea
sometido a las leyes como cualquier ciudadano gracias a la organización y
presión social. Nada de todo lo sucedido en Guatemala es pequeño y mucho menos
intrascendente; dejará huella, sentará un oportuno y valioso precedente en las
naciones de América Latina, y siempre estará ahí, en el sentir de los pueblos
saqueados en sus riquezas, atropellados en sus derechos y reprimidos en sus
luchas justas por vivir bien y desarrollarse con JUSTICIA SOCIAL VERDADERA.
El tema que más
ruido viene haciendo en México, a partir del primero de
septiembre, es el que se desprende del “Tercer informe” de actividades de la
administración que preside Enrique Peña Nieto. Confirmar que el gobierno de la
República Mexicana cada día es más insensible, menos humano, más ciego, de
mayores irresponsabilidades, más sordo, más corrupto y de extravío absoluto en
materia de verdadero DESARROLLO Y BIENESTAR SOCIAL; es lo más preocupante,
es el tema que a diario empeora y que coloca en situación de emergencia
nacional a la sociedad mexicana.
Escuchar que el presidente de
México afirma que hoy los millones de pobres son menos que hace tres años, cuando
inició su gobierno, es preocupante y sabe a burla; nadie ve eso, solo él y sus
colaboradores. Escucharlo mencionar que sus reformas estructurales están
atrayendo grandes beneficios para millones de necesitados, cuando nada de eso
se ha visto, mueve a la preocupación y huele a desprecio. Escuchar del
presidente Enrique Peña Nieto, calificar como exitosas sus decisiones, acciones
y resultados en seguridad, salud, empleo, vivienda, medio ambiente,
educación y bienestar en general, entre otros auto halagos, es sumamente
grave, cuando son millones los mexicanos que padecen y testifican mayor inseguridad, mayor desempleo, más escasez
de vivienda, mayor deterioro del ambiente, mayores problemas para acceder a la
educación pública y aun mayor encarecimiento de los bienes y servicios
imprescindibles para poder sobrevivir.
El comportamiento irresponsable
del presidente de México, frente al panorama desolador y plagado de
incertidumbres e injusticias, traerá sus consecuencias; la organización social
habrá de profundizar y volverse más decisiva, las manifestaciones de
inconformidad se multiplicarán aún más y a los pronunciamientos se les verá
radicalizarse en niveles insospechados. No es un asunto de adivinos,
es una cuestión social a la que solamente le queda un camino: echar a sus
verdugos, echar a quienes no los representan, arrancar de raíz lo podrido y
putrefacto. No hay de otra y el proceso ya está en marcha desde hace mucho.
Son tan soberbios que ni se lo imaginan, no lo ven, no lo oyen, no lo huelen o
lo menosprecian.
En el estado de
Chiapas, el tema lo continúa siendo EL DESGOBIERNO cultivado
y cosechado por la pareja de gobernadores, Manuel Velasco Coello y Leticia
Coello Garrido, mamá del Ejecutivo; LA CORRUPCIÓN que ellos han
convertido en política pública; LA FRIVOLIDAD que se les observa
como comportamiento oficial, al intentar darle sabor a la prostitución
del cargo encomendado; LA IMPUNIDAD con que se conducen las autoridades
de los tres poderes y los 122 ayuntamientos; las excesivas DESHONESTIDADES Y
DESMANES vueltos El pan de cada día y el entretenimiento por las noches;
y la tremenda DESESTABILIZACIÓN SOCIAL que se viene incubando y viendo
nacer con estas conductas antisociales, prácticas delincuenciales, abusos en el
ejercicio del poder e intentos por eternizarse como grupo politiquero dedicado
a saquear las riquezas de los chiapanecos. Este es el tema y las
preocupaciones que en cualquier momento pudieran pintarse con sangre y
adornarse con persecuciones, torturas, encarcelamientos y cadáveres. NO SERÍA
LA PRIMERA VEZ, ni la última que tumba a un gobernador y a sus secretarios
de Estado.
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