Piensa, Prensa y Pega.

29 de septiembre de 2010

Reflexiones y Precisiones

Después de siglos, los humanos deberíamos ya de haber aprendido de los “desastres naturales”: primero, que no son naturales, se podrían prever y aminorar sus impactos; segundo, debería de existir ya toda una cultura de protección civil que permitiera afrontarlos de manera más inteligente y precisa, superarlos en el menor tiempo, con mayor facilidad y con menos costos sociales y económicos; y tercero, debería ya de hacerse lo suficiente para evitar que los “desastres naturales”, se conviertan en jugosos “negocios de temporada” para ayuntamientos, gobiernos estatales, funcionarios federales, “líderes” sinvergüenzas, organizaciones sociales “patito” y empresarios voraces.

Por ejemplo, en tiempos de lluvias en México, da la impresión que las autoridades y los políticos, imploran para que los problemas no escaseen y que los daños sean de alto impacto; pues, en tanto más recursos económicos se necesiten para afrontarlos, mayor será la posibilidad de aprovecharse de ellos para beneficio personal o de partido, o en ambas direcciones.

Quién no se da cuenta que los hechos relacionados con “desastres naturales”, los vuelven negocio y se politizan frecuentemente de manera grosera y descarada; quién no observa a las grandes “fundaciones”, prolongaciones de los enormes medios de comunicación, aparecer para aprovechar los hechos, simular preocupación y filantropía, y manipular todo tipo de recursos, en su beneficio; y, quién no distingue fácilmente, a los funcionarios gubernamentales, manipular todo para cultivarle buena imagen a los gobiernos y a los partidos políticos en turno.

Desde luego, destaca que los “desastres naturales” también son muy útiles para los tres niveles de gobierno, en su necesidad e interés por lavarse la cara, manos y orejas, y maquillarse para ofrecer una fisonomía de “gobierno responsable”, cercano al pueblo, ocupado de sus necesidades y al servicio de la sociedad, como debería de ser y no es. Estos ángulos son sumamente cultivados y aprovechados de manera sobredimensionada, sobreactuada y generalmente, en condiciones que se les pueda cosechar de manera abusiva, al máximo.

En su finalidad perversa, ruin, nada se improvisa durante los “desastres naturales”: prevén a detalle cómo traficarán con todo; proyectan con meticulosidad la recepción, orientación y aplicación de las ayudas municipales, regionales, nacionales e internacionales, según las dimensiones de los eventos; y al final, “superado” los incidentes, “descuidan” lo que pudieron haber aprendido para aplicar en el futuro, en términos verdaderamente sociales; pareciera que se ponen a rezar y esperar que los próximos “desastres naturales” sean de mayores proporciones y alcances, para que los vuelvan buenos negocios, atractivos en todos los aspectos, pero por supuesto, incluido el político que tanto necesitan, provocan y promueven.

La realidad, cotidianamente nos envía señales a todos, gobierno y sociedad, y no hacemos el esfuerzo suficiente para aprender de ellas. Los “desastres naturales” dejarán de ser “naturales”, recurrentes, cada vez más desastrosos, menos ocasión para los negocios sucios, y dejarán de ser espacios apropiados para lavaderos de caras, manos, orejas, culpas y pecados, sólo cuando los abordemos responsablemente, más, antes de que sucedan; con honestidad e inteligencia durante el evento; y con sabiduría, posterior a los hechos. No hay de otra.

***En otros casos, pero también terrenales, todo parece indicar que el gobierno de Don Juan ya decidió sacar del escenario político chiapaneco a María Luisa Armendáriz Guerra, quien hasta hace poco había sido su obediente aliada, la jefa de jefes del grupo Na Bolom y del Consejo Ciudadano de Empresarios. Lo que aún no queda claro, es si sólo intentan ahuyentarla hacia el Distrito Federal o ya le han decidido alguna travesura mayor, que incluya la ocupación de una celda en algún reclusorio de Chiapas.

Como sea, nada será fácil, cada uno tiene lo suyo en el ámbito local y nacional, y ambos lo utilizarán al máximo y con mañas. Lástima que en el fondo de todo esto, lo que mueve y orienta a estas acciones, sucedidas y por venir, no es la intención verdadera de transparentar el ejercicio de todos los recursos recibidos, internos e internacionales, y garantizar la honradez en la aplicación de los apoyos que administre la “fundación”; no, son apenas corrientes y escandalosos jaloneos, que pueden llegar a graves e irreversibles, sólo para “acordar” el nivel de sumisión, entrega y “cooperación voluntaria” que debe existir entre ellos.

***En otro escenario, también de mujeres, la diputada Ana Elisa López Coello confirma nuevamente que anda desesperada y ya sin control de sus actos. El 20 de septiembre, en su calidad de miembro de la Comisión de Turismo del Congreso Local, seguramente para agradar al gobernador Sabines, mandó a publicar que en el periodo vacacional con motivo a las fiestas patrias, los lugares turísticos de Chiapas habían presentado un lleno total.

En cuestión de horas, desde San Cristóbal y Palenque la llamaron mentirosa, le pidieron ser responsable y la invitaron a informarse directamente. Francisco Martínez Pedrero, de hoteles y moteles de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, la ilustró con datos puntuales y precisos, que contradijeron las declaraciones de López Coello, y Roberto Gutiérrez González, empresario hotelero de Palenque la exhibió como “lengua larga”, y le pidió que visite Palenque para conocer la verdad y le recordó, desde allá, que septiembre es uno de los peores meses, tanto, que ellos le llaman “septihambre”.

Pobre, la diputada López ha de estar pasando por un periodo muy difícil en su vida, pues eso de quedarse sin su jugosa “dieta”; sin gastos de representación; sin tratos preferentes; sin el calor del señor; sin micrófonos para promoverse; sin espacios para lucir sus resbalones; sin auditorio que aguante sus desvaríos; y ante el riesgo de tener que volver al mismo lugar y con su misma gente, no ha de ser fácil, le está pegando fuerte y la desequilibra en grados casi patológicos, pobre, pero debe tener paciencia y prudencia: con lo “servicial” que ha sido, seguro, no la abandonarán a su suerte, la reciclarán para que continúe siendo utilizable, mientras concluye Don Juan, no más.

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